El verde pantanoso y la grada vacía. Con la afición quebrada, en Riazor se respiraba un aire enrarecido. La violencia es condenada por gran parte de ellos, pero la gestión de Tino Fernández está en entredicho ahora más que nunca. El Deportivo ha cosechado escasas victorias y el ecuador del calendario se acerca peligrosamente, por lo que estos tres puntos hacen que pueda coger aire para afrontar el encuentro ante el Villarreal. Víctor Fernandez se jugaba su última papeleta ante el bajo rendimiento del equipo, las dudas en el sistema y la falta de ideas para encarar los partidos.

La alineación presentó unas cuantas novedades: la defensa de cinco desapareció y el Dépor salió con un 4-5-1 en el que Fariña pudo sentirse más cómodo. El argentino regresó de la lesión con un rendimiento un tanto irregular por la falta de continuidad, pero tuvo un par de jugadas brillantes entre las que limpió las telarañas para dejar los tres puntos en A Coruña. El equipo precisaba sus quiebros y electricidad para dar alegría a las mustias asociaciones en los últimos metros del campo. Ínsua recibió un toque de atención al quedarse en el banquillo por el bajón en las últimas jornadas, dando salida a Lopo para acompañar a Sidnei en el centro de la defensa.

El Deportivo salió enchufado y amenazó la portería visitante sin contemplaciones. Cavaleiro y Luisinho se asociaron con gusto y mordiente durante los primeros minutos, en los que Damían fue superado una y otra vez. Con el cesped empapado, el Deportivo consiguio hilar con salero durante varios tramos del encuentro. El grupo de Víctor Fernández cogió el timón y presentó sólidos argumentos ante un Elche que poco poso ofreció más allá del arreón final en el último cuarto de hora. El balón fluía con energía a pesar del agua, porque hubo movilidad en los jugadores y los pases se ramificaban rápidamente, al primer toque. José Rodríguez recorrió una buena cantidad de metros y presionó para una rápida recuperación y atenazar a la defensa cogiéndola a contrapié.

Con el coro afinado, el exmadridista teje una excelente jugada con Juanfran para que Fariña, recortando hacia dentro, coloque dulcemente la pelota en la escuadra con el interior del pie, imparable. El argentino regresa y se redime, anotando su primer gol con la zamarra blanquiazul. Su tono físico se encuentra lejos de ser óptimo, pero posee ese duende que a veces anhelan los más necesitados. Un detalle de brillantez puede regalarte tres puntos en cualquier encuentro y el Dépor se despojó de toda la pesadumbre de la clasificación. Después de un inicio macizo y audaz, los herculinos cedieron metros al Elche en los últimos compases de la primera parte. Rodrigues apretaba y Luisinho no tuvo más remedio que recular y desairar la espalda del capitán alicantino. En una de las internadas por banda, Jonathas se enuentra con un remate franco que desaprovecha en presencia de un Fabricio solo ante la adversidad.

El segundo acto arrancó como un calco de su predecesor: con el Deportivo llevando la inciativa de manera tajante. Al medio minuto de la reanudación Toché se queda con la miel en los labios al detenerse en un charco la pelota con Tyton completamente vencido. El Elche parecía no reaccionar y los locales se encontraban cada vez más cómodos. Cavaleiro, el mejor del encuentro, todavía tenía fuerzas para desequilibrar a la zaga de Escribá, y Luisinho volvía a la carga para poner un buen balón a José Rodríguez que la defensa consiguió desviar a córner. Poco a poco, las fuerzas de los coruñeses se fueron mermando y los visitantes se desentumecían comenzando a elaborar sus jugadas más creativas.

Un anémico Riazor apretó los dientes cuando el Elche más insistia, convirtiendo el trámite en infarto y obligando a Fabricio a lucirse hasta en dos ocasiones, una detrás de otra. Juan Carlos saltó al campo para dar tregua a Fariña, pero su aportación fue más bien escasa; mientras que Wilk consiguió aportar solidez a un equipo que se resquebrajaba peligrosamente, aunque sin mayor consecuencia. El Deportivo consigue llevarse los tres puntos de un modo más sufrido de lo esperado y respira aire fresco en la intemperie al huir de los puestos de descenso al menos durante esta semana. El Madrigal observará con altiva mirada y lengua bífida el intento de recuperación de un Dépor que podría otorgar a los coruñeses unas eufóricas Navidades.

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