Se puntuó pero no se ganó, igual que no se ganó pero se mejoró. Parece difícil en el deportivismo terminar de ver un partido del equipo y tener una sensación concreta de lo recientemente visto, y lo del Ciutat de Valencia no fue una excepción. ¿Qué es mejor? ¿Priorizar la evidente mejoría o que el resultado no fue todo lo bueno que se esperaba? A continuación, los aspectos y las conclusiones más destacadas del empate del Dépor ante el Levante.

Víctor lo predijo, y así pasó

Era su rueda de prensa posterior a la victoria ante el Elche de hace un mes, y decía unas palabras que a muchos les cogió por sorpresa: "Sin jugar a ser ventajista, llevo semanas diciendo que la defensa no iba a ser el problema del Deportivo esta temporada, todo lo contrario. Creo que arriba tenemos más dificultades, porque tenemos dos jugadores diferentes y necesitamos que vuelvan en el mejor estado posible, que son Fariña y Lucas". Y visto lo ocurrido el viernes, aunque se le tratara como poco menos que un majadero tras esas declaraciones, tal vez tuviera algo de razón.

El Dépor fue absolutamente superior al Levante en casi todos los aspectos diferenciales y durante los noventa minutos: acercamientos peligrosos, ocasiones clarísimas falladas, un gol anulado... E incluso un contraataque de tres jugadores para un defensa que acabó en nada. La falta de efectividad y de pólvora de este equipo se exhibió en el Ciutat de Valencia en todo su esplendor. Ni Toché, que falló una ocasión manifiesta, ni Cavaleiro, ni Cuenca ni Oriol Riera fueron capaces de aprovechar la debilidad de una defensa que hasta esta jornada había encajado 33 goles. En el debate de si el punto es bueno o no, el aspecto en contra de que pudieron ser tres clarísimos ni ayuda ni anima.

Otra lucha entre el optimismo y el pesimismo

El debate principal es uno: ¿se han perdido dos puntos o ganado uno? ¿Vale la pena presenciar mejorías en el equipo en un partido en el que no se consiguió sacar el resultado que se tenía que sacar? Exceptuando el cada vez más 'famoso' partido del Valencia, que resultó ser clara flor de un día, contra el Levante fue la primera vez en la que el Dépor demostró ser totalmente superior a un equipo en lo que va de competición: mucho más fuertes en ataque, con capacidad de anular sin problemas excesivos los pocos acercamientos del rival...

Que el empate se convierta en bueno o malo depende obviamente de los resultados de los rivales por el objetivo, pero el hecho de que el próximo compromiso sea contra el Barcelona no hace sino acentuar el pensamiento de 'si hubiéramos ganado, tendríamos el colchón de puntos necesario para afrontar mejor esa probable derrota', pero ver al Deportivo siendo netamente mejor a uno de estos competidores por la permanencia intensifica a la vez el optimismo. El qué hay que priorizar ya es cosa de cada uno.

A cero, una vez más

Dentro del dilema, un aspecto de positividad: ante el Levante el Dépor consiguió la octava portería imbatida de la temporada, un registro que para ser un equipo que comenzó con graves cifras de goles recibidos no está nada mal. Además es la séptima de Fabricio Agosto, cuyo comienzo de la titularidad coincide con la gran mejoría de esta estadística, evidenciando más si cabe la importancia que han tenido sus actuaciones en los casi tres meses que lleva ocupando el puesto en la meta blanquiazul.

Han sido exactamente las jornadas 3 (la única con Germán 'Poroto' Lux), 8, 9, 11, 12, 15, 17 y 18 en las que los de Víctor Fernández han logrado salir sin un rasguño del campo de fútbol, siendo la del Ciutat de Valencia la tercera en el último mes (la excepción, el 3-0 en El Madrigal). Pero como se recordaba anteriormente, la simultaneidad con la titularidad de Fabricio no es una simple casualidad, ya que sería necesario recordar encuentros en el Cornellà o en el Arcángel de Córdoba donde el canario fue el máximo responsable de los dos empates cosechados, que junto a la seriedad adquirida en la zaga han convertido a la defensa del Dépor de un coladero a una línea fuerte dentro de la media de la Liga. En algo había que mejorar.

Ansiedad

Han sido numerosas las oportunidades de las que Isaac Cuenca ha gozado para demostrar por qué llegó a ser titular en el Barça de la última temporada de Pep Guardiola, pero a cada una que deja pasar, el deportivismo se pregunta cómo es posible que se ilusionara tanto con su fichaje en el mes de julio. El catalán, que comenzó la campaña como un habitual de los onces iniciales pero con su protagonismo decayendo por el insatisfactorio rendimiento, vio en la lesión de Fariña una nueva ocasión de redimirse. Pero volvió a fracasar.

Cuenca pecó nuevamente de un egoísmo desmesurado, mostrando unas ganas casi enfermizas de hacer la jugada perfecta con la que evidenciar su calidad como futbolista y justificar así toda su trayectoria pasada en el las categorías inferiores y el primer equipo del Barcelona. Cada vez que recibía el balón, iniciaba un viaje solitario hacia la portería destruyendo otras opciones brutalmente mejores para los intereses del equipo; aquella jugada en la que no ve a José Rodríguez totalmente solo en el área y opta por chutar flojo a córner fue la manifestación perfecta de su situación actual en el Dépor.

El extremo es un buen jugador, nadie lo niega, pero no es la primera vez (ni será la última, visto lo visto) que deja atrás sus capacidades para simplemente convertirse en un futbolista que rezuma ansiedad por cumplir y que lamentablemente para él y para el equipo no está resolviendo las expectativas que se pusieron sobre él en verano.

Una cara nueva que necesita adaptación

Obviando la posible consecución de la victoria puede que el mayor aliciente de un deportivista para ver el partido fuera presenciar el debut del cedido por el Wigan Athletic: Oriol Riera. Aunque comenzó en el banco de suplentes por la titularidad de Toché, el catalán gozó de su primera oportunidad tras su vuelta a España cuando casi todos pedían su entrada por la gran cantidad de espacios que tenía la defensa del Levante y la insuficiente velocidad del delantero murciano José Verdú, o lo que es lo mismo, una incorporación que en esas circunstancias a priori podía ser un elemento poderoso de ataque.

No fue así, ya que el Dépor continuó siendo incapaz de aprovechar las múltiples desconcentraciones defensivas de los granotas en su beneficio. Riera se mostró activo en sus primeros minutos: buscó siempre el pase o el centro que rematar con diversos movimientos en el área, tuvo un par de pugnas aéreas... Sin embargo, después de esos momentos terminó diluyéndose y acabando en ocasiones algo perdido. Es obvio que los blanquiazules no se han traído del mercado a un Falcao o un Ibrahimovic, pero lo que sí es cierto es que Oriol Riera va a necesitar un tiempo de aclimatación a los sistemas de este equipo para demostrar de lo que es realmente capaz.