El fútbol castigó esta mañana con contundencia a un Deportivo que mereció mucho más. Los de Víctor Fernández, tras un más que dudoso inicio, dominaron con holgura al Granada de Abel Resino que, todavía haciéndose, se encontró con un punto que veía perdido desde el inicio de la segunda parte. El esfuerzo colectivo del Dépor otorgó a los coruñeses unas muy buenas sensaciones, ganándo todas las segundas jugadas, recuperando el balón rápidamente y poniendo en aprietos a un Oier que poco pudo hacer en los dos tantos locales. Piti dió alas al Granada con un soberbio gol desde el borde del área pero los andaluces no se encontraron durante todo el partido y, tras una jugada embarullada, consiguió materializar un empate que ni siquiera ellos vieron venir.

Los coruñeses afrontaban el encuentro con todos sus efectivos disponibles, a excepción del lesionado Postiga que se recupera de su operación tras la diagnosticada lumbalgia. Lucas Pérez y José Rodríguez saltaron al campo como novedades en el once, además de Oriol Riera, sustituyendo al murciano Toché. Fariña también recibía el alta médica y pudo disfrutar de minutos en la segunda parte pero terminó expulsado al ser víctima de la desesperación.

Con Caparrós destituido, el Granada se plantó en A Coruña con Abel Resino como nuevo entrenador. El de Toledo, técnico experimentado, se encargó de imprimir tranquilidad a los suyos que, aunque llegaban a Riazor como colistas, no deben ser presa del pánico. Sus equipos siempre se caracterizaron por no perder la calma ante ninguna adversidad, que con tino y buena letra los buenos resultados llegan. Los andaluces manejaban con sosiego esperando su oportunidad, mientras que el Deportivo salió frenético y errático, como si fuesen los de Víctor Fernández los más necesitados. Prueba de ello fue el primer despiste de Sidnei que ofreció a Piti una jugosa oportunidad que no malogró al batir a Fabricio con un soberbio disparo desde el borde del área con su pierna zurda. La rosca se le hizo eterna al guardameta canario.

Se le esperaba con gran ansia, como si fuese el único capaz de salvar la situación de un Deportivo espeso y falto de referentes porque Lucas ya sentó doctrina en su primer encuentro ante el Valencia, en el que el Dépor pareció otro, con presión asfixiante y combinación eléctrica. La semana pasada contó con unos pocos minutos ante el Barcelona de Luis Enrique pero hoy Lucas disfrutó de una titularidad que no desaprovechó y, con sus quiebros y cambios de ritmo, ofreció a los herculinos una loable ristra de alternativas a su zafio ataque. Abanderó las jugadas más peligrosas de los coruñeses que, con la inspiración de Cavaleiro y la garra de José Rodríguez, puso contra las cuerdas a un Granada que poco fútbol ofreció en Riazor.

Victor Fernández dió entrada a Oriol Riera por primera vez en el once, mostrando claramente las intenciones herculinas que, con una buena apertura de campo, pretendió surtir de balones aéreos al ex de Osasuna. Cavaleiro interiorizó sin problemas las consignas del técnico aragonés, cuyo sosiego terminaría por jugar en contra de su equipo al permitir una contienda abierta en una segunda parte en la que el Dépor pagó caro el no haber cerrado el partido como se merecía.

Cuando peor estaba el partido, los herculinos se recompusieron y abatieron al Granada en menos de cinco minutos. Primero José Rodríguez, tras una bonita jugada de Bergantiños, y Lucas Pérez después, voltearon un partido cuyo inicio nubló el entendimiento del Deportivo, nervioso y atropellado. Fue entonces cuando los coruñeses cogieron la sartén por el mango y dominaron a un Granada apático a lo largo y a lo ancho del campo. Tras el descanso el partido se desarrolló según lo esperado: los coruñeses, empachados de balón, disfrutaban de eternas posesiones e instantáneas recuperaciones con las que desquició al equipo andaluz. Durante todo el segundo acto se podía palpar el tercer tanto local, mucho más plausible que el empate visitante; sin embargo, cuando el partido moría, en una jugada a balón parado y tras una cadena de imprecisiones, Rober Ibáñez encuentra un balón franco dentro del área con el que fusila por alto a Fabricio, previo desvío del delantero Toché.

El desasosiego de Fariña

El argentino, recuperado de sus problemas físicos, volvió a contar con minutos en una segunda parte, en principio dominada, que terminaría por torcerse de forma inesperada. Entró sustituyendo al coruñés Lucas Pérez, cuya actuación sirvió de deleite para los aficionados que esta mañana se dieron cita en Riazor. El argentino se enchufó rápidamente e imprimió electricidad con unas jugadas intensas y punzantes con las que no consiguió cerrar el partido. Tras el empate visitante, Fariña perdió los nervios y le propició una seca bofetada al centrocampista Fran Rico que, con sus continuas provocaciones, consiguió sacar de quicio al mediapunta deportivista.