Un empate que pudo ser victoria pero que también pudo ser derrota, y todo en cuestión de 15 minutos. La travesía de este Dépor 14/15 está tan llena de altibajos e irregularidad que el mero hecho de puntuar aunque sea contra el colista debe convertirse en algo que sea motivo de positivismo. Así, con uno más de ventaja con respecto al descenso, los de Víctor Fernández afrontan el siempre complicado viaje a Vallecas dejando una imagen digna de varias conclusiones.

Multipersonalidad

En el Dépor de la 14/15 se ha visto de todo: imágenes malas rozando lo ridículo ante Madrid y Sevilla, imágenes buenas ante el Valencia e imágenes simplemente agridulces como contra el Levante en el Ciutat de Valencia, pero hasta hoy nunca se había presenciado una mezcla explosiva de todo lo anterior unido. El Granada fue testigo de un Deportivo con personalidad doble, triple y todos los múltiplos imaginables que mudó de actitud según transcurrían los acontecimientos.

Comenzó dubitativo y a verlas venir contra un rival que como los blanquiazules necesitaba imperiosamente la victoria, tal vez con el objetivo de provocar ansiedad e impaciencia en los granadinos y aprovecharlas (aunque conociendo al Víctor Fernández de múltiples planteamientos de esta temporada pudo ser esta conjetura como cualquier otra), pero el golazo de Piti desdibujó durante veinte minutos a un Dépor que en este tramo se transformó en una versión de segunda mano que agotó todos los calificativos negativos del diccionario. Sin embargo, la (inesperada) remontada dejó un cambio radical de la imagen: un conjunto atrevido a la vez que seguro atrás, efectivo en ataque. Llegaba el descanso y los de Víctor atenuaron su descaro, pero aunque tuvo ocasiones para marcar un tercer gol el empate del Granada implicó una tercera vuelta de tuerca basada en amarrar el punto como si las vidas de los presentes dependieran de ello.

No sería descabellado decir que el domingo Riazor vio cuatro equipos extremadamente distintos que vestían los mismos colores y ello no ayuda nada a la adquisición/consolidación de una idea propia de juego, esa idea que se lleva trabajando desde el principio de curso y que aún actualmente no tiene progresos notables. ¿Se puede permitir el Dépor luchar por un objetivo tan importante sin una base estable de juego que no varíe radicalmente tres veces por partido?

'Álex Domínguez' y 'Juan Bergantiños'

Ya llevan nada menos que cuatro años compartiendo plantilla y pareja en el centro del campo, pero si una cosa ha estado siempre clara es que las expectativas puestas en Juan Domínguez siempre han sido mayores que las de Álex Bergantiños tanto por su condición de jugador talentoso como por su rendimiento. Sin embargo, esta temporada tan bizarra ha llegado incluso a este 'dogma'. El coruñés, siempre cuestionado por sus dificultades a la hora de tener el balón, completó un encuentro modélico haciendo lo que siempre hace pero con matices dignos del tipo de juego del de Pontedeume. La rareza es tal que ahora el jugador de primera fila en el doble mediocentro ha pasado a ser él.

Bergantiños luchó, corrió, lo intentó... Y asistió. Concretamente a Oriol Riera en la jugada que posteriormente remataría José Rodríguez, con un pase entre líneas tan propio de Juan Domínguez que si hubiera alguna opción de tapar las caras de los jugadores en la televisión nadie hubiera apostado por el de la Sagrada como su autor, y renovando una nueva faceta de asistente que inauguró el día del Athletic. Domínguez es el polo opuesto, tan criticado como el peor Bergantiños y con tan poca presencia que en ocasiones molestaba al resto. El cambio de caras es tan radical y completo que por momentos asusta.

De todas maneras, ¿se habrá asistido a uno de los pocos partidos completos restantes de Juan Domínguez en el Dépor en caso de que la incursión definitiva de Borges y una posible falta de entendimiento en la renovación se junten? Desde luego sería una pena, no solo por la decepción, sino por la imagen más reciente que dejaría uno de los jugadores que más prometía en el pasado. Aunque para ser justos, aún lo hace. Todavía son 25 primaveras.

Efectividad y motivación

Solo ha aparecido en cuatro partidos, aunque el de Cornellà-El Prat sea casi anecdótico, pero Lucas ha demostrado una vez más que es un elemento diferencial en el equipo a pesar de estar al 60% de forma. Contra el Granada asumió su tercera titularidad y el equipo lo notó en el sentido motivacional. Tras el gol del Granada y la lamentable imagen que los herculinos estaban plasmando en el terreno de juego, Lucas se convirtió en una bestia que aprovechó cualquier lance por absurdo que fuera para despertar a sus diez compañeros y a la grada, y así ocurrió: córners, trabajo de presión... Hasta saques de banda.

El coruñés proporcionó la necesaria moral como para que el Dépor lograra empatar el partido, y decidió aparecer personalmente para culminar la que por aquel entonces era la remontada y prolongar el duende que tiene de cara al gol. Dos goles con dos tiros a puerta en lo que va de temporada, el del disparo ante Yoel y el balón perdido del domingo. Puede decirse que el último tiene cierto factor suerte, pero para qué engañar a nadie: el trabajo moral y físico que realizó hasta ese momento lo compensó, y cuando se retiró del verde porque la falta de forma acusaba demasiado volvió a recibir una de esas ovaciones que ponen los pelos de punta. Hay un Dépor con Lucas Pérez y otro sin él. En absolutamente todos los sentidos.

Un alegato a favor del optimismo

Es completamente cierto que en caso de ganar las conclusiones habrían sido infinitamente más positivas, pero teniendo en cuenta el resultadismo como idea básica, es irrefutable que esta jornada ha sido positiva para los intereses del Dépor. Con 18 puntos (una puntuación que en otros años hubiera sido fatal), los muchachos de Víctor Fernández que hasta hace pocas semanas coqueteaban de forma más que peligrosa con los puestos de descenso han logrado abrir un poco más de margen con tan temida zona: del punto de ventaja que existía antes del principio de la jornada se ha pasado a dos.

Tiene que ver mucho el pésimo estado de forma de sus rivales más directos por el objetivo, que este fin de semana cayeron derrotados casi en su totalidad: tanto Elche como Almería y Levante no fueron capaces de puntuar, creando optimismo por la situación blanquiazul en la tabla y acusando los pronósticos de una salvación barata como nunca antes se había visto. Es hora de que los pequeños detalles que han condenado al Dépor en los últimos años viren las tornas y ayuden a los coruñeses a mantenerse en la división que no debieron abandonar en ninguna ocasión, y menos en dos.