El Deportivo cayó con gallardía y honor esta tarde en el Bernabéu al poner contra las cuerdas a los merengues en buena parte del segundo acto, pero el Real Madrid es un equipo que no perdona y, aún no estando finos los tres de arriba, consiguió batir hasta en dos ocasiones a un Fabricio que poco pudo hacer en los dos soberbios goles del líder de la Liga.

No iba a ser sencillo el asalto al Bernabéu para un Deportivo mermado por sus cuantiosas bajas. Todo apuntaba a que Víctor Fernández afrontaría el encuentro desde una perspectiva escéptica, pensando en el inminente derbi y dejando entre algodones a más de uno en A Coruña. Mientras Sidnei y Fariña se recuperan de sus respectivas lesiones, el delantero Hélder Postiga todavía se duele de su lumbalgia. Mención aparte merece el caso del portugués Diogo Salomao, que sale de una para meterse en otra. Va a tener que retrasar su retorno una vez más el jugador del Deportivo. Así como Juanfran que, con el alta médica, se ha quedado en A Coruña por un posible “riesgo de lesión”, según confirmaba el técnico aragonés esta semana en rueda de prensa.

No se presentó con gusto esta tarde en el Bernabéu una defensa inédita en los herculinos, protagonizada por Manuel Pablo como central para frenar a un tridente inapelable que no mostró su mejor versión. Por su parte, Laure sustituiría al lateral alicantino con cierta solvencia después de un inicio torpe y nervioso en el que toda la zaga coruñesa se vio perfectamente reflejada. El Madrid presentó las credenciales de acoso y derribo para espantar las dudas y las malas críticas respecto al dudoso inicio de año que están haciendo. Hasta en dos ocasiones repelería el larguero los disparos madridistas, primero Cristiano con un remate a la media vuelta y más tarde Bale para infortunio de los merengues. Tendencia que desapareció de un plumazo después de un soberbio gol de Isco -recorte y a la escuadra, como solo él sabe- que supondría un triste listón para el vigente campeón de Europa que, lejos de ponerle remedio, observo cómo el Deportivo se desentumecía y discutía la pelota con trabajados argumentos. Fue en el último tramo de la primera parte cuando los coruñeses comenzaron a creerse que podían sacar algo de Chamartín que, con Lucas y Cavaleiro en armonía con el entorno, aseguró que el encuentro no se desarrollaría como en la primera vuelta, en la que un equipo deshecho -más bien sin hacer- se descoyuntó ante la mínima exigencia que Cristiano y compañía consiguieron somertele.

Por su parte, el Real Madrid de Ancelotti no estaba para fiestas y, con su equipo de gala, pretendió coger las riendas de su vida ante un rival que, a priori, era netamente inferior, amén de las numerosas bajas que sufrieron esta jornada los de Víctor Fernández. Comenzó realmente entonado el equipo blanco ante un Deportivo torpe y desorientado que se vio desbordado en los primeros compases. El balón fluía apenas sin oposición y la llegada al área supuso una y otra vez un calvario para el conjunto blanquiazul. Ni Lopo ni el veterano Manuel Pablo presentaron conundencia en un inicio de encuentro muy poco prometedor para los visitantes, que contemplaban impertérritos las continuas llegadas del líder de la clasificación.

Todo cambió tras el descanso, cuando Víctor Fernández dio aliento a los suyos después de los esperanzadores últimos minutos, en los que el Deportivo se deshizo del yugo y las cadenas y comenzó a argumentar su fútbol sin ningún tipo de complejos. El inicio fue frenético, con recurrentes embestidas por parte de los gallegos en los que consiguió sacar los colores al conjunto de Ancelotti. La primera intención se estrelló contra el poste izquierdo de la portería de Iker Casillas, en la que el costarricense Celso Borges remató un formidable centro desde la izquierda, pero fue en la siguiente jugada cuando los coruñeses comenzaron a salivar con un cabezazo de Oriol Riera que el capitán madridista consigue despejar con una espléndida parada que sacó de su asiento a media grada. Lejos de recomponerse, el Madrid pinchaba tímidamente con situaciones dóciles para los centrales y un Fabricio fiable y seguro, como de costumbre. Mientras tanto, los herculinos siguen dominando el esférico y llegando con claridad en los últimos metros hasta superar a los merengues en ocasiones de gol

Además de la concupiscencia de jugadores como Lucas Pérez o Cuenca, el Madrid se encontró con un Cavaleiro intrépido e inspirado que merodeó con alegría entre la defensa local. No es que sea algo novedoso, pero el portugués se ha convertido en todo un descubrimiento revelándose en una liga de primer nivel al convertirse en el referente de un equipo interesante que comienza a coger forma. Puede que sean los síntomas de mejoría de un Deportivo cocinado a fuego lento que comienza a sorprender como una suculenta escuadra de intenso sabor. El medio del campo respira aire puro a pesar de presentar evidentes achaques tísicos durante el inicio de la temporada y la extravagante defensa consiguió estabilizarse en un segundo tiempo tranquilo para los dominios de un Fabricio que vio cómo Benzema fulminaba las aspiraciones herculinas y daba carpetazo al encuentro con una delicada vaselina al primer toque tras una agradecida sentencia de Cristiano Ronaldo.