Otra cosa no, pero que Germán Lux se ha convertido en un especialista de las experiencias complicadas desde su llegada al Deportivo no merece discusión. 'Poroto' aterrizó en A Coruña en 2011 tras el primer descenso en 20 cursos, sufrió el segundo consecutivo de la entidad dos años después, cargó con un gran papel responsable en la temporada 13/14... Todo indicaba que 2015 sería su año, el año en el que el argentino por fin iba a poder ser titular en Primera División tras varias temporadas atrapado en un rol tan inferior e injusto como el del portero suplente. "Mi sueño y mi objetivo es poder completar una temporada en la Liga BBVA", decía en la rueda de prensa de su renovación allá por junio de 2014. La situación del Dépor en esos momentos no invitaba a pensar precisamente en un ascenso, pero la confianza de Poroto era plena. Apostó y acertó.

Ya de vuelta en PrimeraLux perdió la titularidad en la séptima jornada de Liga, a Poroto se le brindaba la oportunidad de cumplir ese sueño. Por fin, después de seis temporadas (cinco con el Mallorca y una con el Dépor) en las que no acumuló ni 30 partidos. Irónicamente, el día de su 'debut' significó el comienzo de la decadencia de su importancia en el equipo. Tras los siete primeros partidos, el nuevo entrenador terminó trasladándole de nuevo al oscuro, y esta vez doloroso banquillo. ¿La razón? Una inesperada y exagerada bajada de forma: inseguridad por alto, despistes... Poroto tan solo dejó la portería imbatida en uno de esos siete, y encajó la impresiva cifra de 19 goles. Fue uno de los señalados en la revolución de Víctor Fernández en el 3-0 al Valencia, y desde aquel momento Poroto no ha vuelto a pisar el verde en otro partido de Liga hasta la fecha. Pero aún quedaba la Copa del Rey, esa competición que ultimamente parece existir para darle minutos de juego a los jugadores del banco. Había otra oportunidad.

La eliminatoria a doble partido que enfrentó a Deportivo y Málaga le sirvió a Poroto para volver a pisar césped durante 180 minutos; pero desafortunadamente sus actuaciones no mejoraron con respecto a las que le movieron al banco de suplentes. En total cinco goles encajados juntando ida y vuelta terminaron de condenar al portero y arrebatarle las mínimas esperanzas restantes que podía aprovechar para demostrar que era exactamente el mismo que se convirtió en un pilar fundamental del ascenso de categoría.

Para más inri, su suplenteLa grandísima forma de Fabricio ha truncado sus posibilidades de volver al once hasta la jornada 7 ha demostrado ser un portero más que válido, quedándose cortos en el calificativo. Fabricio Agosto vio la oportunidad en la revolución del Valencia, la aferró con todas sus fuerzas y convirtió la que presumiblemente era una temporada sin pena ni gloria para sus intereses en la consolidación definitiva de su autoridad en la meta blanquiazul. Partidos como el de Cornellà-El Prat o los dos de Riazor frente a Elche y Athletic Club, entre otros, acabaron siendo argumentos de peso para Víctor Fernández en su idea de no mover más una portería que hasta sus participaciones era el punto débil más grave del equipo.

Conociendo al Poroto de las ruedas de prensa y apariciones públicas, donde siempre ha demostrado con creces sus prioridades con respecto al conjunto y el individual, la solución de este problema le supondrá satisfacción. Pero por otro lado, ver cómo tu objetivo se ha esfumado en tan solo siete semanas evoca una dificultad más a las muchas que se ha encontrado desde su llegada a la ciudad de Hércules, a la vez que una bajada de importancia de su figura en los aspectos puramente deportivos de la plantilla frustrante para cualquier jugador. La matización es intencionada, desde luego. Poroto es probablemente el mejor tipo de compañero que puede tener un vestuario. Un motivador y un gran tipo. Y hasta sabe cocinar.