En una liga como la actual BBVA, la visita de equipos como el Atlético de Madrid a los campos humildes (o en este caso grandes parapetados de humildes) no hace sino provocar la asunción de una más que probable derrota, aunque en el caso del nuevo Deportivo de Víctor Sánchez del Amo el optimismo deambulaba por ciertas cabezas. El empate de Anoeta y las sensaciones mostradas invitaban a pensar en una mínima posibilidad de puntuar contra el vigente campeón de la competición, pero tras los primeros cinco minutos estas pocas esperanzas desaparecieron para recibir a la triste realidad.

Antoine Griezmann fue de nuevo el protagonista de las desgracias del Dépor con un doblete con eco de machada en el primer tramo de la parte inicial, en un partido con ochenta minutos de evidente superioridad visitante. Solo una jugada aislada que acabó en el gol de Oriol Riera, tercero desde su llegada a Coruña, consiguió encender a un Deportivo que como en el cuento de la lechera dejó todo para el final, tras casi un cuarto de hora lleno de intensidad que no sirvió para perforar por segunda vez la portería de Jan Oblak.

El nivel del rival era el que era, indudablemente, pero las sensaciones ofrecidas por los de Víctor en la inmensa mayoría del encuentro no pudieron ser más diferentes a las del domingo de la semana pasada. ¿Qué ocurrió entonces para que la imagen de un equipo que parecía revivido decayera de esta manera? ¿Cuáles fueron las claves del partido del sábado y qué consecuencias deja para el futuro más que próximo?

De inicio, variación arriba: dos delanteros

Era la gran novedad con respecto a San Sebastián, y el primer gran cambio de planteamiento de Víctor desde que llegó al Dépor. El sábado, tanto Oriol Riera como Toché salieron de inicio por primera vez en la temporada con más resultado negativo que positivo. El plan a priori era atrevido, basado en la colocación de más efectivos en ataque para intentar romper la fuerte defensa de los de Simeone, pero no salió bien y provocó una inferioridad manifiesta del Deportivo en el sector del centro del campo. Ni Bergantiños ni Medunjanin, además del trabajo defensivo de Lucas y Cavaleiro, fueron suficientes para neutralizar el juego intenso y vertical de los Koke, Arda Turan y compañía.

La única parte positiva de este plan fue que sirvió para anotar un gol, el que cabeceó Riera tras una internada en banda y centro de Sidnei (sí, de un central), aunque el hecho de que Víctor quitara a Toché literalmente después de este tanto daba a pensar que el técnico había asumido su apuesta como perdida. Irónicamente la única parte del partido en la que podía ser positivo un delantero doble fue la que comenzó tras el cambio del delantero murciano, cuando el Deportivo fue capaz de acorralar al campeón de liga en su área durante quince minutos buscando sobre todo balones colgados al área. Son las cosas del fútbol.

Ahora la duda de Sánchez del Amo es si repetir o no esta idea de ataque. ¿Hacer lo mismo sabiendo que la defensa del Málaga es peor que la del Atlético o arriesgarse a otra inferioridad en medio campo? ¿Primar el esfuerzo ofensivo sabiendo que en La Rosaleda hay que marcar sí o sí para puntuar o centrarse más en un centro poblado que sirva para aguantes defensivos y posesión?

Símiles, pero más diferencias

Muchos de los espectadores presentes en Riazor, por no decir todos, afrontaban el partido con el precedente de la imagen de Anoeta. Esas ganas reales de revertir un marcador en contra dejando de lado la filosofía de los brazos caídos invitaba a un optimismo moderado, pero la superioridad del Atlético fue indudable en todo el partido excepto en los anteriormente nombrados quince últimos minutos, una superioridad tal que anuló todas las tentativas mínimas de reacción de los coruñeses. Como se comentó más atrás, al principio de este análisis, el alto nivel del rival tuvo un papel importante que ver en todo esto, pero el caso es que la derrota llegó y las excusas sirven de poco. Entre otras cosas porque volvieron a aparecer fallos de juveniles en defensa, pan de cada día, un defecto que no pudo corregirse en siete meses de 'victorfernandecismo' como para exigirle su erradicación a su tocayo Sánchez en una semana.

De todas maneras, la grandísima intensidad ofrecida tras el tanto de Oriol Riera invita a pensar en que la actitud vista frente a la Real Sociedad no fue flor de un día y que, aunque con la tarea aún pendiente de evitarlas, el Dépor haya aprendido por fin a no darse por vencido en las adversidades. Es una pregunta interesante que solo tendrá respuesta en casos de partido similares, así que no parece descabellado decir que ojalá los habituales de Riazor se queden con la duda.

Mala racha y clasificaciones dispares

Lo espeluznante del asunto reside en el número consecutivo de jornadas sin ganar de este equipo, que tras las dos famosas victorias consecutivas ante Rayo Vallecano y Eibar hace ya nueve partidos solo ha podido sumar sus puntos totales a base de empates: los cosechados frente a Almería, Espanyol, Córdoba y la propia Real Sociedad la semana pasada; dos de ellos además contra equipos de la zona más baja de la clasificación, y sin verse en puestos de descenso solo porque las actuaciones de sus rivales por la salvación resultaron ser aún peores. Un equipo con mentalidad de no descender, desde luego, no puede vivir ni del error ajeno ni de empates.

Para colmo de la inestabilidad, la chapuza de la FIFA con el Almería de los tres puntos menos provoca que en España nadie sepa con exactitud qué equipo ocupa la antepenúltima plaza. ¿El Deportivo o el Almería? Parece una soberana estupidez, pero la diferencia entre afrontar un partido en puestos de descenso a hacerlo sabiendo que no se está es muy notable, sobre todo en temas de presión. De todas maneras, los responsables del rendimiento deportivo del equipo deben terminar la temporada poniéndose en la peor de las situaciones: sin la sanción del Almería, estás en descenso. Dicho esto, Málaga y luego Elche esperan, y todo lo que no sea ganar como mínimo uno de estos partidos significará problemas, muchos problemas.