Resulta difícil que, a pesar de remar contra viento y marea, la fortuna te dé la espalda hasta el punto de permitir que te hundas. El Deportivo vivió en sus carnes esta noche en el Nuevo San Mamés la razón de por qué la fe y el corazón pueden llegar a ser buenos consejeros.

Empezó muy convencido el Athletic, decidido a ganar y darle una alegría a su afición, encomendado a la efectividad de Aduriz, consiguió ponerse por delante y sumiendo al Deportivo en un profundo agobio.  Un tanto anulado a Bergantiños en el tramo final de la primera parte otorgó rabia e ilusión a los coruñeses que, tras un encuentro yermo, no encontró hasta el minuto de descuento la respuesta que esperaban a sus plegarias. Lopo, con un cabezazo imperial, terminó con la agonía fulminando la red bilbaína en el tiempo añadido, para alegría de los más de mil aficionados blanquiazules que se desplazaron con el equipo para alentarles hacia la victoria.

El partido contra el Villarreal, disputado la pasada semana en el estadio de Riazor, parece haber sentado un precedente para Víctor Sánchez del Amo. Volvió a sujetarse en los cuatro laterales para contestarle la autoridad a un Athletic que encontraría en Mikel Rico la fuente de cada uno de sus argumentos. Luisinho y Juanfran repitieron como extremos y, apoyados en el buen nivel ofrecido por sus sustituos, ofrecieron una actuación dudosa e intermitente. Faltó profundidad y perspicacia para superar a un De Marcos retrasado en su posición pero cómodo en la incorporación al ataque. Por su parte, Lucas no encontró acomodo en ningún momento, siempre rodeado de rivales y sin coberturas suficientes con las que encaminarse hacia el área de Herrerín.

La segunda mitad continuó la tendencia anterior, con un Athletic relajado a pesar del riesgo que eso conllevaba.

Con el tembleque del Dépor, los bilbaínos acometieron internadas y desmarques, fuertes en el salto y con una presión del todo atosigante. La posesiones parecían eternas en el seno de un mediocampo de color rojiblanco y Mikel Rico, realmente inspirado, desprendió actitud y orgullo para alentar a los suyos en la búsqueda por el gol. Qué buen rendimiento está ofreciendo este jugador, a priori carente de lujos y detalles técnicos, pero de un sacrificio que pocos jugadores desprenden. La sensación de superioridad por parte del Athletic se hizo carne poco antes del cuarto de hora, en donde Aduriz hizo bueno el centro de Beñat en una falta lejana.

El Deportivo, habiendo perdido el norte, poca respuesta ofreció que, con posesiones escasas y efímeras, no conseguía meter mano a los de Ernesto Valverde que, manteniéndose en su intensidad, seguía moviendo el balón con clara autoridad. No por ello dolió menos a los herculinos un gol anulado a Álex Bergantiños en una jugada calcada al gol del Athletic. Jesús Gil Manzano decidió no dar por válido el tanto al castigar una falta inexistente, hundiendo a los de Víctor en la más profunda desesperación.

La segunda mitad continuó la tendencia anterior, con un Athletic relajado a pesar del riesgo que eso conllevaba, pero los de Víctor poco lucidez ofrecieron a pesar de terminar la primera parte con sensaciones esperanzadoras. La predisposición del Deportivo parecía no ser suficiente para encontrarle las cosquillas a los locales que, con la tranquilidad que les proporciona la clasificación, decidieron tomarse con calma el resolver el partido.

Insospechada esperanza

Quizá fue dicho sosiego el que puso cara al desaire del Athletic que, confiado a la victoria por la mínima, pagó caro la insolencia de un Deportivo que pretende morir con las botas puestas. Aunque no parecía que el encuentro terminase transcurriendo por tales términos, los herculinos encontraron premio tras las embestidas finales justo cuando todo parecía perdido. Con el tiempo ya cumplido, el Deportivo se asomó tímidamente por la derecha sobre el talento del portugués Cavaleiro para que, con un centro templado con la pierna izquierda, asistiera de manera prodigiosa a Lopo que, incorporado al ataque, permitiese a toda una ciudad seguir soñando con una salvación que, ahora más que nunca, está completamente en el aire.