Es en ese preciso instante en el que el fútbol cambia. Las milésimas de segundo que transcurren entre la desolación más absoluta al puro éxtasis y desenfreno. Un torbellino de emociones que pocas cosas como un gol de quilates pueden provocar. San Mamés fue testigo de la explosión de júbilo de los mil deportivistas que se dieron cita en Bilbao para ver a su equipo hacer un gol con el corazón, una vez más.

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El Deportivo de la Coruña está viviendo una temporada un tanto lúgubre, con demasiados reveses y pocas cosas que celebrar. Sin embargo, en momentos puntuales, como en el mencionado gol de Lopo, es inevitable recordar momentos homogéneos, de importancia más o menos trascendente, pero celebrados con la misma efusión.

Lopo en el Santo Domingo (Alcorcón 1 - Deportivo 2 )

Albert Lopo es reincidente en este tipo de situaciones. Él fue el encargado de llevar el delirio a las gradas de Santo Domingo cuando el Dépor decidió esperar a las postrimerías del encuentro para decantar el partido a su favor.

El partido ante el Alcorcón fue uno de tantos, en un campo de reducidas dimensiones, de los que se le atragantaban a los herculinos la temporada pasada. Corría el minuto 90 cuando un córner botado por Luisinho desde el flanco izquierdo era cabeceado a las mallas por el central catalán. Tres puntos de oro que a la postre valdrían para lograr el ansiado ascenso.

Toché en Riazor (Deportivo 1 - Sporting 1 )

Otro de los amigos del suspense es José Verdú Toché. El ariete murciano no está disponiendo del mismo número de minutos que la temporada pasada, pero eso no le impidió celebrar el tanto de su compañero como uno propio. El gol de Lopo en Bilbao le pilló en el banquillo pero no hace tanto los firmaba él, de su puño y letra.

En un ferviente duelo ante el Sporting de Gijón, en Riazor, los locales perdían por 0-1 cuando el Dépor forzó un córner. Incluso Fabricio se animó a intentarlo -y a punto estuvo de cabecear- puesto que el partido estaba en el último minuto de los cuatro de añadido. Toché impulsó al balón con la testa que tras un bote y unos segundos de suspense se acabó alojando en la meta asturiana. El Dépor amarraba un punto con su último aliento.

Toché en Riazor (II) - Deportivo 3 - Hércules 2

Mismo protagonista, mismo escenario. El Dépor recibía en casa al Hércules, ambos necesitaban los tres puntos para, eso sí, lograr objetivos muy dispares. El conjunto de Fernando Vázquez encarrilaba pronto el encuentro gracias a los goles de Toché, tras una magnífica asistencia de Juan Carlos, y otro tanto del propio Juan Carlos. En ese momento, cuando todo parecía indicar que se vería un encuentro plácido y solventado, se sucedieron varios acontecimientos.

Luisinho desató su lengua contra el asistente y el árbitro lo mandó a la ducha antes de tiempo (acabaría cumpliendo cuatro partidos de sanción); y Salomão se llevaba las manos a su rodilla y tenía que ser sustituido. Esa lesión le dejaría fuera durante prácticamente un año. Y lo peor, el Hércules anotaba dos goles para poner las tablas en el marcador. Cuando más empujaban los alicantinos, Seoane ganó la línea de fondo y puso un balón templado al área que Toché se encargaría de empujarlo con la cabeza y el alma a la portería del Hércules. Era el minuto 85.

El deportivismo, por lo tanto, está acostumbrado a sufrir, y de qué manera. No son pocos los que firmarían un tanto en el último suspiro de la última jornada que supusiera la tan anhelada permanencia. El gol de Albert Lopo ante el Athletic de Bilbao se tradujo en un punto, pero el valor anímico es incalculable. El próximo domingo, ante el Levante, en Riazor se calibrará el impacto emocional que ha supuesto esa dosis de euforia, que dicho sea de paso, nunca viene mal.