Un Riazor de estreno acogió en la tarde del sábado el empate a cero que permitió a sus protagonistas cosechar el primer punto de la temporada. El Deportivo, con unas cuantas caras nuevas que presentar ante su afición, llevó el peso del encuentro con movilidad y toque como máximas para garantizar una salvación tranquila que permita que el proyecto de Víctor Sánchez goce de continuidad. No fue ese el encuentro de la Real, que arribó a A Coruña con piñón fijo y sin asumir riesgos con los que llevarse el partido.

Presentó Víctor una delantera inédita, con Lucas como referencia y arropado por los recién llegados Cani y Fajir, además de Juanfran, que esta vez dejaba a Laure su sitio en el lateral derecho. Se vino mascando desde la pretemporada la tragedia del gol para el Deportivo, una empresa que se torna titánica cuando sale a relucir el pobre bagaje de Oriol Riera en los partidos de preparación. Aunque no mostró falta de ímpetu el Deportivo, pues fue el primero en golpear con un disparo demasiado escorado de Fajir que se estrelló en el lateral de la red.

Aunque no mostró falta de ímpetu el Deportivo, pues fue el primero en golpear con un disparo de Fajr

Armados y con brío, los coruñeses exigieron la posesión del balón para hacer buenas sus virtudes, con una tres cuartos polivalente y gustosa en el toque del esférico pero sin pólvora con la que asaltar el área rival. La suplencia de Oriol Riera se hizo notoria al mostrar el Deportivo carencias en la contención durante los últimos metros, puntualidad que los txuri-urdin no supieron aprovechar, pues poco nervio destilaron en un encuentro que para ellos parecía ganado desde los primeros minutos. Error que Jonathas no parecía dispuesto a asumir, flamante delantero del equipo donostiarra que se erigió como mayor peligro para los herculinos, especialmente en un mano a mano que Lux solventó desde los cielos para desbaratar las opciones de vaselina.

No tuvo David Moyes una pretemporada tranquila, con una planificación dudosa de la que solo el tiempo podrá ser testigo de su valía. Dos escasas victorias durante el verano pondrían en entredicho a cualquiera, y en esta ocasión la Real no ha conseguido disipar las dudas. Carlos Vela, cuya presencia resultó una incógnita hasta el último momento, no fue capaz de entenderse con una tres cuartos imprecisa y sin confianza que poco tuvo que decir ante un doble pivote consistente formado por Borges y Mosquera. Interesante incorporación la del ex del Elche, que vuelve a su ciudad natal para comandar la salida de balón blanquiazul. Presentó sacrificio y militancia en su estreno, con una buena recuperación y una zurda que también sirve para atacar. De sus botas naceria un gol bien anulado a Lucas por fuera de juego tras una jugada embarullada en la salida de un córner.

Los ataques deportivistas, aunque recurrentes, se presentaron efímeros, tímidos disparos y jugadas elaboradas a las que les faltó el último pase. Cani fue la viva imagen de su equipo, abordando el área rival con ímpetu pero plagado de imprecisiones y con una falta de físico que solo el paso de las jornadas y el ritmo competitivo podrá solventar. A falta de numerosos automatismos por aprehender, Victor Sánchez terminó por dar salida a Oriol Riera, que con sus dotes para la contención y el juego de espaldas, liberó las intenciones de Lucas y Fajir, conectados esta tarde de una forma que ilusiona. Asaltó con mayor firmeza el Deportivo durante los últimos minutos, apremiado por el desentumecimiento de su rival, que puso en más de un apuro a la zaga coruñesa con punzantes internadas desde la línea de fondo que solo consiguieron desviar tímidamente el camino de un encuentro cuyo destino estaba escrito desde su comienzo.