El Deportivo retomó la competición con lecciones aprendidas y progreso manifiesto. Fue esta vez en Mestalla, afición versada en el arte del reproche cuando el equipo no rinde, punto de encuentro para pañuelos y silbidos de atronadora miscelánea. Se llegó hasta ese punto durante el partido, no por los espectadores de gatillo fácil, sino por la indolencia del conjunto y sus convicciones estériles. La crítica alcanzó el clímax con un zurdazo de Lucas Pérez que Ryan no alcanzó a detener, aunque se vió menguado al igualar Negredo la contienda a los pocos minutos. Supuso una renta desaprovechada por parte de los herculinos, viéndose desfondados durante el transcurso de la segunda mitad, handicap en el que los chés pudieron ver materializadas sus tardías pretensiones.

Se sintió cómodo el Dépor en feudo tan ingrato, del que no rasca una victoria liguera desde hace diez años con un gol del ahora entrenador coruñés, Víctor Sánchez. Tuvieron que despojarse Fajr y Juanfran de su irrelevancia para presentar candidatura esta tarde en Valencia. Empapándose del rigor táctico que profesa su técnico para avanzar con solidez y combinar de forma compacta mientras la zurda de Mosquera siga generando intenciones. Lucas, una vez más, se hizo con el estandarte de un ataque desprovisto de un delantero puro, poniendo la luz en las últimas combinaciones en un derroche de pundonor y entrega. Con las ideas claras por parte del rival, el Valencia permitió que la Champions le pasase factura en la actitud y el ritmo. Conscientes de que Europa pesa, los de Nuno buscaron a Rodrigo y Negredo que, aún maltrechos del exceso en Mónaco, siempre encuentran la manera de mostrarse. Le costó algo más al segundo, que parecía lucirse ante Lux como una escopeta de feria. 

Los blanquiazules parecieron desprendidos de sus limitaciones durante el primer acto

La semana pasada, el Deportivo, con orden y rigor atrás, demostró necesitar alternativas para la estrategia en ataque. No tanto por la ausencia de un "9" puro como por la falta de profundidad, aunque los movimientos veraniegos en sus filas se tradujesen en hombres de tres cuartos polivalentes y provistos de técnica y tino en el manejo del balón. Los blanquiazules parecieron desprendidos de sus limitaciones durante el primer acto, con un Luis Alberto ilusionante que tuvo la primera en una buena combinación con Lucas poco antes de tener que retirarse por lesión.

El Valencia no se entendía en la salida del balón, y no lo hizo durante un tiempo. Tanto fue así que en un mal corte, Lucas le birló la carera a Mustafi para enfilar su zurda en una posición escorada para que la pelota se colase, certera y con efecto, en la puerta ché. Aunque poco duró la alegría coruñesa al ver su portería batida por Negredo en la prolongación de un córner, en un error garrafal en la marca por parte de la zaga coruñesa que les hizo descuidar su superioridad cuando el encuentro rozaba el descanso. La competición doméstica todavía es joven, y ante un equipo como el Valencia no conviene pecar de novato.

El partido terminó mudando en algo bien distinto, con un Valencia por la situación y la pérdida de hasta cuatro puntos en las dos primeras jornadas. Aunque tuvo que esperar a la entrada de Parejo y Feghouli, víctimas colaterales del desparpajo en Mónaco, que dieron aire a los locales de visión y desborde para reblandecer la defensa coruñesa; mientras que el advenimiento de los de Víctor se hizo cada vez más etéreo. Las piernas comenzaron a pesar y las ideas no fluían con la misma elocuencia, quedando desdentado un equipo que se vió beneficiado por la expulsión de Barragán por doble amarilla. Con todo, el partido fue hundiéndose poco a poco, con suavidad mientras el Deportivo recogía un punto cosechado entre luces y sombras.