Era evidente que un traspiés como el sufrido en La Rosaleda podía ocurrir, aunque la sensación de impotencia resultó inevitable. El Dépor completó en Málaga su segunda derrota de la temporada ofreciendo una imagen que dejó mucho que desear, siendo incapaces de mantener el balón en posesiones medianamente duraderas y superados claramente por un rival que hasta el momento solo había visto portería en un partido. O lo que es lo mismo, el típico partido que a uno le sale rana sin quererlo ni beberlo. Después de nueve jornadas de grandes sensaciones alguna vez tenía que ocurrir el cortocircuito, claro está.

Un partido digno de temporada 14/15

Para los deportivistas que vivieron a fondo ese agónico año de irregularidad y sufrimiento, este partido resultó ser muy familiar. Durante dos horas los de Víctor se convirtieron en un Dépor no de Sánchez del Amo, sino de Fernández, jugando unos noventa minutos de auténtico caos, sin iniciativa por ganar y siendo anulados por el rival. Familiar, además, porque los que presenciaron en la 14/15 choques como los del Córdoba (por citar dos de los muchos desastres de esa temporada) ya sabían cómo iba a acabar el cuento y rezaban a la media hora por un empate a cero. Pero no. Incluso los goles, de inocencia total, fueron dignos del peor Dépor de "VF".

Pero, ¿en qué falló el Víctor actual, el bueno? ¿Por qué no funcionaron ni las posesiones, que duraban casi lo que un estornudo, ni el contragolpe? ¿Fue acaso el planteamiento? Fuera como fuera, el de La Rosaleda se ha convertido en un partido-accidente que se debe aislar para no perder de golpe las buenas sensaciones ganadas a pulso durante dos meses de competición. Utilizarlo para localizar los errores y corregirlos de la mejor manera posible. "Ni antes éramos tan buenos ni ahora tan malos", dice la famosa frase. Pues eso.

El gafe de Oriol

Fuera de que el equipo no tuvo su mejor día, lo de Oriol Riera adquiere tintes hasta satíricos. En La Rosaleda, el ex de Osasuna y Alcorcón gozó de una titularidad que parecía evidente después del buen partido que completó ante el Athletic, a pesar de no marcar, a base de hacer lo mismo que hace desde que está en A Coruña: bajar balones aéreos y vivir en el área en busca de balones que rematar. Pero a Riera el tema del gol se le resiste hasta más no poder. Su última diana fue precisamente ante el Málaga en la temporada 14/15, ya que en las nueve de la presente aún no lo ha logrado. Y no será por haberlo intentado: el sábado, otro disparo al palo. Los delanteros viven de rachas, y si esta de imprecisión sobrevive durante más tiempo el Dépor perderá en potencial.

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