El Deportivo ya no sabe cómo encontrar remedio a su problema, que sin haber bajado del todo el pistón, desconoce el olor de la victoria en 2016. Lleva seis jornadas sin perder; también ocho en ganar, y anoche tuvo la oportunidad de reconducir su deriva ante su afición. La racha no parece influir en su juego, aunque dos meses sin ganar es algo que puede llegar a hacer mella. Y aguantó el Betis los zarpazos del Deportivo. Los locales llegaron con fluidez; los visitantes con contundencia. Apenas tres o cuatro ocasiones les bastaron para igualar los goles de Bergantiños y Fajr.

Llegaban ambos apremiados a Riazor, unos con la idea de volver a ganar, y otros con la de seguir ganando. El Deportivo necesitaba volver a sumar de tres en tres para codearse con los de arriba y no mirar hacia abajo, en síntoma claro de enfermedad. Y salió al campo con la dupla Lucas - Luis Alberto como principal argumento para la victoria. Ya se hace sonar la sincronia de estos dos, que suman las tres cuartas partes de los goles del Deportivo, mayormente por el coruñés, con 14 dianas, aunque esta vez se quedó sin ver puerta. Pero sí salió el primer gol deportivista de sus botas, con un saque de esquina que Bergantiños peina a la perfección para batir por alto a Adán. El Deportivo encontraba fortuna en donde nunca la había tenido, y se hizo fuerte a balón parado para desquiciar a la zaga verdiblanca.

Pero el Betis no hincó la rodilla. En un latigazo de fluidez Musonda comandó una jugada elaborada que él mismo remató con la cabeza tras un buen centro de Vargas. Era la primera vez que los de Merino veían de cerca las redes de Lux, pero la efectividad es un don, y por suerte o por desgracia, es la ley que impera en el fútbol. No era algo que cambiase demasiado los planes de Víctor Sánchez, y el encuentro se desarrollaba según el guión impuesto por los locales: conservando la posesión y combiando rápido en los últimos metros, con ataques relámpago por medio de Lucas y la clarividencia de Cani y Fajr. Todas variables que dieron resultados interesantes, encontrándose el Dépor en su mejor momento del encuentro. Hasta que el Betis volvió a rondar el área. Rubén Castro fue embestido por Mosquera a medio metro de la frontal, y la zurda de Vargas no le hizo ascos a la osadía del coruñés.

Los de Víctor, abonados a la épica, arremetían contra la puerta de Adán

El Deportivo había visto doblados sus esfuerzos, y no vio otra opción que la del acoso y derribo. Misma estrategia, misma intensidad. Los laterales remaron hacia el área bética, asociándose con los mediapuntas, y dejando que Lucas y Luis Alberto hiciesen diabluras por la frontal. En una de estas Cani vió a Navarro, que se metió hasta la cocina y dejó el balón a Lucas para que Fajr, en semifallo, empuje el esférico para confirmar el empate. Los coruñeses lo estaban buscando y terminaron por materializar sus ocasiones. El Betis se veía maniatado, entumecido en la salida del esférico, en donde la presión daba sus frutos con la figura de Lucas siempre rondando.

Y continuó rondando el área. También el resto de deportivistas, que abonados a la épica arremetían contra la meta de Adán, a un nivel de escándalo, que se convirtió en el principal deslegitimador de la fe gallega. Los coruñeses las tuvieron de todos los colores: a derecha e izquierda, por abajo, de cabeza. Pero todos los argumentos que supo ofrecer anoche el Deportivo terminaron siendo desbaratados por la diligencia del cancerbero andaluz.