Una vez más no pudo ser. Los aficionados de Riazor volvieron a ser testigos de un ejercicio de impotencia futbolística y, como ya le  ocurriera contra Betis, Valencia o Rayo, el Dépor no consiguió la victoria a pesar de que gozó de innumerables oportunidades de gol y apenas sufrió en la parcela defensiva.

El que en esta ocasión se benefició de la falta de puntería herculina fue la Unión Deportiva las Palmas, el equipo con el que Valerón regresó a Riazor y que es un remedo del fútbol del 'Flaco': le gusta tener la pelota, jugar entre líneas y practicar un fútbol vistoso y ofensivo. Un conjunto que está completando una expecpional segunda vuelta de la mano de Quique Setién, que con la de hoy suma cuatro victorias consecutivas a domicilio y que con 39 puntos certifica su permanencia un año más en Primera División.

Justo ése era el objetivo de un Dépor al que la temporada se le está haciendo eterna y que puede terminar complicándose la vida a base de desaprovechar oportunidades de salvársela.  A priori, la de hoy era una de esas ocasiones, pero el Dépor no supo blindar el partido y volvió a conceder un error fatal que le costaría un gol en contra.

Fútbol control en el primer acto

Seguridad y contragolpe: el plan de Víctor funcionó con éxito durante la primera parte. Cedió la pelota a Las Palmas pero no le permitió dominar con ella, y enganchó varios robos en campo rival que estuvieron cerca de adelantarle en el marcador. De esta forma, fue el equipo que generó más oportunidades de gol a pesar de acumular sólo el 35% de la posesión.

Lucas fue el que tuvo la mejor oportunidad de marcar tras un gran pase de Sidnei a la espalda de la adelantada defensa de Las Palmas que le dejó sólo ante Javi Varas, pero envió el balón por encima del larguero. El equipo de Setién, por su parte, apenas inquietó la meta de Manu. Dominó el cuero pero no transformó ese toque en ocasiones, en parte porque el Dépor sólo le permitió tocar con comodidad hasta tres cuartos de campo, donde el conjunto blanquiazul juntaba líneas y multiplicaba ayudas para cerrar las vías de pase de los mediapuntas canarios.

Entre la molicie de unos y la falta de agresividad de otros, el fútbol desplegado durante los primeros 45 minutos fue soso e inconstante, sólo salpicado por la chispa de un Fede que se fajó en defensa y la sempiterna insistencia de Lucas. Ni Cani ni Luis Alberto fueron precisos en sus pases, especialmente el maño, que esta vez no mostró la versión de partidos anteriores. La mejor cara del Dépor aparecía cuando adelantaba la línea de presión y ponía a prueba la salida jugada de su adversario, pero sólo lo hizo de forma intermitente.

De la alegría a la tristeza

La segunda mitad empezó como un ciclón. En el primer minuto Lucas Pérez ponía al Dépor por delante con una acción mezclada de pillería y habilidad, en la aprovechó un pelotazo frontal de Lopo en el rechace de una falta para penetrar en el área, bajar la pelota con un control excelso y cruzarla con la derecha al palo contrario de la meta defendida por Varas. El gol animó el ataque blanquiazul y Riazor disfrutó de los mejores diez minutos del partido, con varios acercamientos y un trallazo de  Juanfran que rozó la escuadra. Parecía que el segundo estaba al caer y con él el partido, la permanencia, la calma. Nada más lejos de la realidad.

Si el tanto de Lucas espoleó a los gallegos, también cambió el partido, que a partir de ahí se abrió, convirtiéndose en ese duelo a ida y vuelta que con tanto esfuerzo el Dépor había sabido evitar hasta ese momento. Así fue que en el minuto doce los de Setién encontraron un pasillo hacia el gol,  cuando en un balón porfiado en el centro del campo por Navarro y Araujo cayó en los pies de Momo, que mandó un pase milimétrico al hueco dejado por el lateral zurdo, por dónde apareció Araujo para al primer toque enviar el balón a las mallas. Paradojas del juego, al Dépor le empataron el partido al contragolpe mientras ganaba 0-1.

Víctor tardó poco en reaccionar y metió a Fajr por un desdibujado Cani, pero su equipo no terminaba encajar el golpe. Afortunadamente Las Palmas no creaba peligro, con lo que se sucedieron unos minutos de trasteo que condujeron el encuentro por los escarpados terrenos de la primera parte.

Pasado el trago del gol, el Dépor volvió a ser codicioso en la presión, forzó varios córners y Luis Alberto y Borges lo intentaron desde fuera del área, pero Javi Varas frenó las acometidas blanquiazules.  En el minuto 70 Riazor se levantaba para ovacionar la entrada de Valerón, que en el tiempo que estuvo en el campo repartió algunos destellos de su clase. Víctor respondía mandando a calentar a Manuel Pablo y el encuentro parecía deslizarse al empate.

Impotencia y decepción

Pero a falta de diez minutos llegaron las dos jugadas decisivas. Un centro de Lucas al área pequeña rebotó en David García y el rechace cayó manso al punto de penalti donde fue recogido por Luis Alberto que, con todo a favor, se llenó de balón y mandó a las nubes la mejor ocasión del partido. Tan solo tres minutos después Fernando Navarro cometería un error fatal, cuando para evitar un saque de banda a la altura del centro del campo cedió de mala manera el balón a Manu,  provocando un córner del que David García supo sacar provecho para poner el 1-2 en el marcador. Detalles que están definiendo muchos de los partidos del Dépor esta temporada.

A partir de ahí el conjunto coruñés se lanzó a la épica, Lopo de delantero incluido, y desperdició un reguero de ocasiones de todos los colores para empatar el encuentro: un disparo al larguero de Lucas, un remate a bocajarro de Borges que botó en la línea, dos acciones de Lopo en el área pequeña y un zurdazo cruzado de Jonathan Rodríguez que detuvo Javi Varas. Pero una vez más la suerte le fue esquiva a los deportivistas, que aun tendrían tiempo de recibir el tercer gol, obra de Araujo, en la última jugada del partido y con los gallegos volcados al ataque.

El Deportivo desperdició la ocasión de sellar la permanencia y no debería relajarse, ya que aunque afronta el final de liga con nueve puntos de ventaja sobre el descenso le queda un duro calendario por delante. Si el resultado fue justo o injusto da para otro debate, pero lo cierto es que cuando careces de pegada los errores se pagan caros, y no es la primera vez que al Dépor le pintan la cara por fallar en las áreas o cometer fallos infantiles. Le quedan seis jornadas para solucionarlo y evitar disgutos de última hora.