Hoy tampoco fue el día. El Deportivo sigue perdiendo y dilapidando la ventaja que le mantiene a salvo del descenso, una tragedia que hoy sólo parece evitable si al menos dos de los equipos implicados en la lucha pinchan en las dos jornadas que quedan. Sí, porque a pesar de que el Dépor tiene cuatro puntos de ventaja a falta de seis por disputarse, hoy día es casi imposible pensar que este equipo puede sumar algún punto más.

Porque el Deportivo de hoy es el que sólo ha ganado un partido de los últimos veintiuno, el que lidera el ránking de goles de estrategia recibidos y el que sale a jugar con una mochila llena de miedos, dudas, desconfianza y fragilidad.

De la calma al drama

De las muchas causas que explican la mala racha del Dépor, no se puede excluir la mala suerte, porque es un conjunto cuyos errores son castigados con una crudeza inaudita. Hoy no fue una excepción, ya que el Dépor manejó la primera parte con relativa solvencia, dueño de la posesión ante un Getafe dubitativo que cometía varios errores en la salida del balón y que no lograba acercarse a la portería defendida por Manu. Sin embargo, el ataque deportivista era anémico, espeso, sólo espoleado por las acciones individuales de Cartabia, de nuevo el mejor del equipo, y por un remate lejano de Luis Alberto que Guaita, inmenso toda la tarde, mandó a córner.

El fino mediapunta gaditano regresaba de una lesión y Víctor decidió entregarle la titularidad, en busca de esa conexión con Lucas que tan buen resultado dió en la primera vuelta. Fue en vano. De hecho, el equipo echó en falta un delantero que ofreciera opciones en el área a los mediapuntas gallegos, ya que ni Lucas ni Luis tienen ese perfil y salían constantemente del área para asociarse.

Durante esta fase del encuentro dio la sensación de que el Dépor se guardaba una marcha más, ya que los herculinos no presionaron con codicia a la nerviosa zaga getafense ni supieron imponer un ritmo que incomodara realmente al conjunto dirigido por Esnáider, que se sentía bien agazapado, esperando que el paso de los minutos madurase al rival y conocedor de que en cualquier contra podía llevarse el partido. En ningún momento pareció un equipo agobiado por la clasificación,  y supo leer el partido mejor que su rival.

A pesar de ello, el Dépor pasó una primera hora más o menos plácida, hasta que en el minuto 42 llegó la jugada que define la situación actual del equipo. De una ocasión clara para adelantarse en el marcador se pasó a un contragolpe del Getafe que los azulones condujeron con velocidad, castigando el repliegue deficiente de la defensa blanquiazul, hasta entregar el esférico a Pedro León, que recortó a Navarro en el pico del área grande y cruzó el balón con la izquierda ante un impotente Manu. Del 1-0 al 0-1, de la alegría a la depresión.

La expulsión de Borges dinamitó el partido

El Dépor salía de la caseta con la misión de remontar, pero el peso psicológico del gol y de la mala racha atenazó a casi todos los futbolistas, a todos menos a Cartabia, que siguió tirando del equipo y que en el primer cuarto de hora obligó a intervenir a Guaita en varias oportunidades. Pero, una vez más, los pupilos de Sánchez del Amo desaprovecharon ocasiones de gol y su juego comenzó a ser cada vez más ansioso. Desde el banquillo la única reacción fue meter a Juanfran y Cani por Fajr y Laure y, para colmo, Celso Borges redondeó su nefasto partido cometiendo una falta innecesaria que le acarreó la expulsión por doble amarilla. Y ahí se acabó el encuentro. Todo lo que siguió a partir de ahí fue anarquía, pánico, disolución y abatimiento.

Pero faltaba la guinda al apocalipsis blanquiazul, y esta llegó en el minuto 87 cuando Vigaray remataba a gol un córner lanzado por Sarabia. Es cierto que el balón entró por el palo que debía defender Manu, pero si el Dépor es el equipo de la liga que más goles recibe en jugadas de estrategia es porque ahí tiene un fallo estructural por el que ha perdido un buen número de puntos este año.

Tras el 0-2 entró por fin Riera, y parte de la afición comenzó a abandonar las gradas. Los que se quedaron hasta el final obsequiaron al equipo con una pañolada de las que hacia mucho que no se veían en Riazor. Una bronca que escenificó el hartazgo de los seguidores con los responsables de sacar al equipo adelante, técnico y jugadores. Tendrán que hacerlo en el peor momento de la temporada y frente a dos rivales durísimos, Villarreal y Real Madrid.

Ni siquiera se puede decir que fue un partido horrible del Dépor, más bien fue otra muestra más de la falta de contundencia que mata a este equipo y, también hay que decirlo, de la suma de mala suerte o circustancias extrañas que en este 2016 se han cebado con un equipo que acabó 2015 en puestos europeos. Parece increíble que se haya llegado a esto, pero la pesadilla es real y de momento no tiene fin.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Germán Suárez
Cuenta de la redacción del Deportivo de la Coruña en VAVEL.