En el deporte, como en la vida en general, es muy importante estar en el sitio adecuado y en el momento oportuno. Trabajo y talento son dos requisitos fundamentales para triunfar, pero por desgracia, no es suficiente. Hace falta tener la suerte de lado. A José Luis Mendilibar le dio la espalda en su etapa en Bilbao, donde su trayectoria al frente del primer equipo duró menos de lo previsto.

"Los resultados son los que nos suben al cielo o nos mandan al infierno". Con esa frase ha recordado este viernes en la rueda de prensa previa al encuentro, su paso por el Athletic. El técnico de Zaldibar desembarcó en San Mamés tras una temporada sensacional en el Eibar, en la que estuvo hasta la última jornada luchando por ascender a Primera.

Fue una apuesta personal del presidente, Fernando Lamikiz, pero las cosas no salieron como se habían planificado. La aventura de Mendilibar en el Athletic se redució a tres meses en los que el balance del equipo rojiblanco no fue nada satisfactorio. Una victoria y tres empates en diez partidos acabaron convirtiéndose en el detonante de la destitución del actual entrenador del Eibar.

Con el equipo en la última posición de la clasificación, Lamikiz se vio obligado a prescindir de los servicios de Mendilibar. La única victoria del Athletic con Mendi en el banquillo llegó en su estreno liguero frente a la Real Sociedad. Los leones superaron con gran solvencia al conjunto txuri-urdin (3-0) y vivieron en lo más alto de la clasificación durante una semana.

Un debut liguero que generó grandes expectativas entre los aficionados bilbaínos. Nada más lejos de la realidad. Fue el único triunfo de Mendilibar en el banquillo. Clemente reemplazó al de Zaldibar y consiguió mantener al Athletic en Primera merced a una excelente tramo final de campeonato en el que logró encadenar tres triunfos consecutivas.

El estado físico de algunos de los grandes estandartes de aquel equipo, los errores defensivos y la falta de pegada en los últimos metros del campo fueron los principales problemas del Athletic. Probablemente, Mendilibar no fue el máximo culpable del pobre arranque de temporada del cuadro vizcaíno. Pero como bien ha dicho este viernes, los resultados son los que mandan en este negocio y los entrenadores son los que pagan los platos rotos cuando éstos no son favorables.