Pizzi llegó al Espanyol como el gran fichaje de la temporada y con la misión de hacer olvidar a Joan Verdú. El joven futbolista de 24 años deseaba disputar muchos minutos para poder estar la lista definitiva de Portugal para el Mundial de Brasil. Javier Aguirre apostó fuerte por él en los primeros partidos del campeonato, pero, poco a poco, fue perdiendo peso en el equipo debido a su bajo rendimiento. Cuando parecía que abandonaría el club en el mercado de invierno, Pizzi decidió quedarse para luchar por un sitio en el once titular.

El 10 del Espanyol mejoró notablemente su rendimiento en la segunda vuelta de liga jugando en banda derecha, en banda izquierda y, sobre todo, de media punta. A pesar de no ser un fijo en el esquema del técnico mexicano, Pizzi completó buenas actuaciones y consiguió goles decisivos que posteriormente valieron victorias. En este sentido, cobró especial importancia el gol que anotó ante el Alcorcón en la vuelta de octavos de final de la Copa del Rey que se disputó en Cornellá.

En el campeonato nacional, ha disputado un total de 28 partidos, anotando tres goles. Unos números bastante pobres en comparación con los que logró la temporada anterior en La Coruña. En el equipo gallego, jugó 35 encuentros y consiguió ocho goles. Fue el segundo máximo goleador del equipo, solo por detrás de Riki. En Riazor, asombró su capacidad de lucha y su olfato goleador, cualidades que no pasaron desapercibidas para Óscar Perarnau.

Después de que Paulo Bento no lo haya convocado para disputar el Mundial, el futuro de Pizzi está en el aire. No es ningún secreto que el futbolista portugués no ha cuajado una gran temporada y que debe mejorar su nivel para volver a ser el que maravilló en el Dépor. Su caso, como el de muchos otros futbolistas de la plantilla, deberá resolverse en las próximas fechas.