Por la tarde saltaba la noticia que todo el espanyolismo esperaba leer. Felipe Caicedo estaba en el Power8 Stadium firmando su contrato con el Espanyol, a quien estará vinculado durante dos temporadas. Las informaciones previas al fichaje indicaban que el ecuatoriano iba a defender los colores del Espanyol pero la experiencia de otros mercados de fichajes hacía que la afición tuviera la mosca detrás de la oreja.

Bastó que la parroquia blanquiazul estuviera sufriendo por ver cómo el Valencia se entrometía en el fichaje de Caicedo para que la operación llegara a buen puerto. Los planetas se alinearon en el firmamento y el Espanyol logró traer la primera opción, y no la tercera; de esta manera, Sergio González obtiene su fichaje estrella: un delantero centro con gol.

El anterior míster, Javier Aguirre, quería un atacante al que denominaba “cuate grandote”, que se entiende por un delantero alto, fuerte, que domine en el cuerpo a cuerpo y que vaya bien por alto. Al azteca le trajeron a un desconocido Jhon Córdoba, que ayudó al equipo en la segunda vuelta gracias a su movilidad dentro del campo. Ahora a Sergio González le han traído a un futbolista de características muy similares; sin embargo, hablar de Felipao significa hablar del padre de los “cuates grandotes”.

El ecuatoriano es una versión mejorada del jugador colombiano. Caicedo es joven -tiene 25 años- pero tiene mucha más experiencia y conoce la Liga BBVA. Ha jugado en clubs de la talla del Manchester City, Sporting de Lisboa o del Lokomotiv de Moscú aunque este último año lo ha pasado en una liga de mucho menos prestigio. Además, es el delantero centro indiscutible de cada equipo al que va y es uno de los máximos representantes del fútbol ecuatoriano junto a Antonio Valencia o Jefferson Montero.

Aunque pueda parecer lo contrario Caicedo está en plena forma. Ha sido mundialista y se ha adaptado perfectamente a la rutina del equipo. Ya no lleva el pelo largo con trenzas pero, al contrario que Sansón, no es ahí donde reside su fuerza. Con un físico de atleta y su consecuente velocidad, Caicedo es capaz de bajar a recibir al centro del campo, de iniciar los ataques, desatascar las tuberías de cualquier equipo o colaborar en tareas defensivas.

Pero si por algo se caracteriza Caicedo es por su olfato goleador, algo que no tenía Córdoba. Desde Dani Osvaldo pocos jugadores con tanto gol han vestido la elástica blanquiazul. Rondando cerca de los 190 cm Caicedo ha marcado un total de 43 goles, pero lo sorprendente es que la mayoría han sido con los pies y no con la cabeza, como vendría siendo propio de un futbolista de tal tamaño. El sudamericano tiene en sus pies su mejor arma: potencia, velocidad y facultades para el regate. Uno de sus sellos personales son los goles batiendo al portero con un sutil regate hacia fuera para marcar a puerta vacía.

El esquema de Sergio González, un 4-4-2 que puede derivar a 4-5-1, se adapta perfectamente a las cualidades de Caicedo. Con dos delanteros, entiéndase Sergio García y Caicedo, el trabajo a la hora de presionar se divide entre los dos y, por lo tanto, cuando toca atacar tendrán más energía. En su etapa en el filial, Sergio utilizó a Mamadou y Jairo, que vendrían a ser Sergio García y Caicedo respectivamente. Los dos primeros con mucha más habilidad y menos tamaño mientras que los dos restantes serían los delanteros referencia con predisposición a caer a las bandas y estar en el punto de remate.

En el caso de jugar con 4-5-1 el punta sería Caicedo y Sergio García retrasaría su posición para servir de enlace entre los centrocampistas y el delantero mientras que las bandas nutrirían de centros a Caicedo. Además, Felipao arrastraría a más rivales dejando huecos para sus compañeros.

Sin duda, en Caicedo hay un gran futbolista que el Espanyol debe aprovechar. Por fin ha llegado un “9” puro al Power8 Stadium, por fin se ha liquidado una asignatura pendiente.