Los poco más de 20.000 aficionados periquitos rugen en el Power8 Stadium. Los jugadores de ambos equipos saltan al campo. Saludo protocolario entre rivales y el guardameta enfila su camino hacia la portería. Los guantes no los lleva puestos, espera a ponérselos mientras se dirige al gol de Cornellà. La Curva corea su nombre: ¡Kiko!, ¡Kiko! Él sonríe y alza la mano para devolverle el cariño a su público. El partido todavía no ha comenzado pero ya sabe que el resultado final pasará por sus manos. Unas manos de oro.

Kiko Casilla es un portero con mayúsculas. La temporada pasada solamente tardó un partido en dejar patente su categoría. Un vuelo estratosférico para llegar a la escuadra contraria y salvar el resultado en el último momento. Cae al suelo con una cara hierática. Es su trabajo; no celebra las paradas. Ya lo dijo Balotelli: “Un cartero no celebra cuando echa una carta al buzón”.

Curtido a base de cesiones

El gigante de Alcover llegó en el 2007 al filial del Espanyol procedente del Real Madrid Castilla, donde no cuajó pese a ser llamado en varias ocasiones al primer equipo madridista por Fabio Capello. Su etapa en el equipo blanco no fue fructífera, como tampoco lo fue su primera estadía en el club periquito.

Casilla debutó en la portería de la primera plantilla espanyolista un año más tarde de llegar a Barcelona. La marcha de Kameni a la Copa África y la lesión de Lafuente hicieron que el catalán ocupara por poco tiempo la plaza de primer portero del Espanyol. En menos de cuatro partidos Casilla recibió 4 goles, lo que da un porcentaje de más de un tanto por partido. Pese a ser muy joven Casilla presentaba dudas. La presión le pudo y fue sacrificado en el siguiente mercado de fichajes.

El Cádiz fue su siguiente destino. Su primer año vistiendo de amarillo fue de lo más sorprendente. Casilla pasó de ser un inseguro portero a una de las piezas clave del ascenso cadista. Pero como la carrera deportiva de Casilla está llena de sinsabores la suerte se le volvió en contra. En su segunda temporada en las filas del Cádiz, ya en Segunda División, Casilla vivió uno de sus peores momentos como deportista. El espanto gobernaba las gradas del Ramón de Carranza, la gente se tapaba los ojos para no ver el bochornoso partido del futuro guardameta espanyolista. Su actuación fue tal que al término del partido tuvo que pedir disculpas a la afición.

Tras finalizar su estancia en el Cádiz, que terminó en el banquillo, el Espanyol le buscó acomodo en el Cartagena. Fue de los últimos en llegar pero el primero en sorprender a su nuevo técnico, que le otorgó el mando de la portería cartagenera. Su buena temporada en el Cartagena le valió para volver a vestirse de periquito. Casilla jugó bien sus cartas y aprovechó los errores de Cristian Álvarez, ahora en el Rayo. El portero que se fue volvió totalmente cambiado. Las dudas se transformaron en paradas seguras y la perilla en barba de tres días.

Esta es la tercera temporada que Kiko Casilla defenderá el arco espanyolista. El vuelo raso de los enanos que lanzaba Leonardo DiCaprio en “El lobo de Wall Street” se queda en nada ante las estiradas del guardameta tarraconense. Un portero seguro por alto, convincente en los mano a mano y acertado en penaltis. Casilla es un todoterreno con guantes al que no le hace falta echarle gasolina; siempre está a punto, nunca deja tirado a su equipo.

Es uno de los jugadores más importantes del actual Espanyol, buque insignia al estilo acorazado Potemkin. Es imposible imaginarse un Espanyol sin Casilla bajo palos, algo que ha estado a punto de ocurrir este verano. La lesión de Héctor Moreno en el Mundial de Brasil le puso en la lanzadera pero finalmente ha sido David López quien ha partido. Así, Casilla se queda en el Espanyol al menos un año más a la espera de que se desencallen las negociaciones de su renovación. Si Casilla dejara de vestir la blanquiazul las olas ya no romperían, Grey dejaría de tener 50 sombras y ya no habría pesadilla en Elm Street.

Rebelión en la selección

El alzamiento de los animales que imaginó Orwell se queda corto con la que ha armado Del Bosque en su primera lista post-Mundial. La selección española fue eliminada a las primeras de cambio y las caras rojas de vergüenza se apoderaron de todo un país. El cambio era necesario y tras dos meses en silencio el marqués ha hablado con contundencia.

Los amantes de la broma barata están de enhorabuena: Casillas y Casilla en un mismo equipo, y no es el Real Madrid. Quizás no sea el cambio más reseñable; pero sí, Casilla llega a la selección. Sin embargo, no llega para sentarse al lado de Toni Grande si no para defender la portería de “La Roja”.

Las plegarias del espanyolismo se han hecho realidad. Del Bosque le ha dado al pueblo blanquiazul el maná que tantas veces ha pedido: ¡Kiko selección! Sí, siete años después un futbolista periquito vuelve a una convocatoria de la selección española.

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Sobre el autor
Héctor Farrés
periodismo. Siempre al lado del Espanyol. Muy en contra de la Liga española y sus desigualdades. Prefiero la Premier y el Aston Villa.