La última victoria del Espanyol en su "nuevo" feudo ya hacía 11 jornadas (contando el tramo final de la temporada pasada) que no se repetía. Curiosamente, el Málaga fue el último equipo derrotado en territorio perico y vino dispuesto a no despertar malos y viejos recuerdos. En el último momento del partido lo consiguió.

Solidez defensiva en la primera parte

Sergio planteó un 4-4-2 flexible con Caicedo y Sergio García como hombres más adelantados. Pero el hecho más significativo de la primera parte fue la solidez defensiva que mostró el equipo en comparación a los anteriores partidos. La línea de cuatro cerraba espacios para evitar pases interiores y obligaba al contrario a jugar por las bandas para alejar el peligro del área. Gracias al buen hacer defensivo llegaron las primeras ocasiones para el Espanyol con Victor Álvarez como protagonista al colgar dos balones muy peligrosos buscando rematador. Poco después, la tercera insistencia ofensiva tuvo éxito. Llevada a cabo por Sergio García que arrastró a toda la defensa, se asoció a dos toques con Montañés y filtró un pase al espacio perfecto para que Caicedo anotara a placer el primer tanto del encuentro cuando transcurría el minuto 15 de la primera parte.

En el minuto 35 el espanyol pudo ampliar el marcador con un remate escorado al palo de Sergio García ante una mala salida de Kameni que volvía a la que fue su casa durante 8 años. Las constantes apariciones de Lucas Vázquez por la banda junto con el juego combinativo que practicaba con los dos hombres de arriba creaban sensación de peligro constante a la porteria malagueña.

En el tramo final de la primera parte el Málaga decidió subir las líneas para inquietar el marco rival y gozó de esporádicas oportunidades de Juanmi y Luis Alberto que hicieron temblar la muralla perica.

10 minutos horrorosos

Los primeros 10 minutos del espanyol en el inicio de la segunda parte nada tuvieron que ver con lo que se había visto escasos instantes antes sobre el terreno de juego. El equipo se encontraba desorganizado en todas las líneas y la defensa abría el campo en vez de cerrarlo provocando constantes filtraciones interiores para los hombres ofensivos del Málaga. Y fue en una de estas, en un córner muy mal defendido por la zaga perica, donde Camacho consiguió perforar la portería de Kiko metiendo el miedo en el cuerpo que hizo temer una remontada en contra.

El espanyol tuvo fe

Imagen: as.com
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Y en medio de la tormenta malaguista apareció un espanyol irreconocible, peleón. Con la entrada de Stuani por Montañés (que notó un pinchazo en el tramo final de la primera parte) y Salva Sevilla por Caicedo (estaba pactado que el delantero jugase solo 60 min) se ganó frescura para presionar arriba y llegar con las ideas más claras. Hasta 2 ocasiones tubo el uruguayo para marcar gol. Primero en una doble jugada en el minuto 62 donde estrelló la pelota en el travesaño y después en el 78 con un mano a mano después de un espléndido pase de Sergio García que desvió Kameni de manera impecable.

Tanto trabajo y tanta fe tuvieron resultados positivos para los pericos que cuando ya se imaginaban que la pelota no entraría, un remate de Stuani en el 87 después de una falta servida por Lucas Vázquez en la línea de fondo desató la locura en las gradas del Power 8 Stadium.

Duda apuntilla al final

En medio de tanta euforia y con la sensación de haber sentenciado el partido, de haberse agarrado a la fe y al trabajo durante muchos minutos, Raúl Rodíguez (que acababa de entrar sustituyendo a Sergio García) hizo una falta infantil al borde del área. Duda cogió la pelota, la plantó y sin ningún tipo de preocupación metió una rosca directa a la escuadra. Golazo imparable y dos puntos menos para el Espanyol. Este empate sabe a nada.