Bien pero a ratos. El Espanyol de Sergio González ha superado las expectativas que se tenían del equipo mezclando momentos de gran juego con partidos soporíferos. La llegada del entrenador ribereño, hasta el momento preparador del filial, cogió por sorpresa a más de uno por la poca experiencia en la mochila para hacerse cargo de un equipo de Primera. Redeado de dudas pero con una de las plantillas más competentes de los últimos tiempos el Espanyol ha luchado por la Copa del Rey y los puestos europeos, dejando atrás las numerosas temporadas de relajación preverano.

Del balonazo al toque: el principio del cambio

La primera temporada de Sergio González al frente del Espanyol ha servido para que el equipo cambie la manera de jugar: de un fútbol conservador y tosco a uno atrevido y estético. El cambio en la manera de jugar al fútbol ha ido acompañado de resultados favorables que han provocado que el Espanyol haya conseguido más puntos que la temporada anterior.

La planificación deportiva de la primera plantilla respondió a las demandas del entrenador, que pidió un par de extremos y un delantero centro corpulento. Si bien es cierto que el capítulo de altas estuvo condicionado por el número de bajas que tendría la primera plantilla, la elección de los fichajes que darían forma al Espanyol 14/15 acabó resultando determinante en el cambio de estilo de juego del equipo. Los nombres de Lucas Vázquez, Anaitz Arbilla, Felipe Caicedo y Paco Montañés exigían un paso adelante del equipo, exigían que el Espanyol saliese de la cueva donde esperaba a sus rivales para empezar a atacar, a llevar la iniciativa y a olvidarse de los balonazos en largo.

Un aspecto sorprendente del cambio en el estilo de juego del equipo es que Sergio ha utilizado el mismo esquema que utilizó su predecesor: un 4-4-2. Nunca hubo tanta diferencia en el juego de un equipo de una temporada a otra sin un cambio de esquema. Es cierto que sobre el papel los once jugadores del Espanyol se colocaban de la misma manera, pero en la práctica no podría haber resultado más diferente. El cambio más importante viene en los extremos: de Simao Sabrosa y Christian Stuani a Lucas Vázquez y Víctor Álvarez. O lo que es lo mismo: de dos jugadores de corte defensivo a dos puñales en las bandas. El Espanyol dejó de buscar el ataque por el centro para pasar a atacar por los costados. Esto ha sido posible, también, gracias a los cambios en los laterales; la eclosión de Duarte como un activo válido para el primer equipo y la consolidación de Arbilla como titular han dotado a los laterales de un carácter ofensivo impensable en la época Aguirre.

El Espanyol dejó de buscar el ataque por el centro para pasar a atacar por los costados.

Más allá de cambios estructurales el Espanyol ha jugado al fútbol de otra manera gracias a una manera diferente de elaborar las jugadas: de un juego directo en largo iniciado desde atrás por Colotto o Kiko Casilla se ha pasado a un fútbol más asociativo con los extremos como protagonistas. La figura del delantero centro (Stuani o Caicedo) también es clave para entender el nuevo estilo implantado por Sergio González. La ausencia de un trequartista en el 4-4-2 original de Sergio se consigue apaciguar gracias a Sergio García, que baja para asociarse con los medios y bascula hacia las bandas para asociarse con los extremos, como un falso mediapunta. Arriba, Stuani o Felipe Caicedo fijan a los centrales y ejercen como receptores de los balones que les llegan desde las bandas o desde la línea de tres cuartos ocupada por Sergio García.

El verdadero mérito de Sergio González en este Espanyol ha sido del de mantener la solidez defensiva en el equipo heredada de los tiempos de Javier Aguirre e imponer a la vez un juego más ofensivo. Esto se debe al sacrificio constante del doble pivote, ya esté ocupado por Cañas y Víctor Sánchez o por Abraham y Javi López. Las ayudas en defensa por parte de los extremos también juegan un papel clave a la hora de entender por qué el Espanyol sigue recibiendo tan pocos goles.

La tarea titánica de Sergio González de convertir un equipo de Javier Aguirre en un equipo que practica un fútbol del siglo XXI no ha hecho más que empezar. El siguiente paso en la metamorfosis del Espanyol pasa por acertar en la relación altas/bajas de cara a la próxima temporada. Las incorporaciones de un centrocampista organizador y de un extremo izquierdo a la altura de Lucas Vázquez se antojan claves a la hora de imprimir, definitivamente, el fútbol alegre y ofensivo que abandera Sergio González.

Dudas y un Sergio muy verde

Empezaba una nueva etapa con un entrenador de la casa. Era la primera temporada de Sergio González en los banquillos de la élite del futbol, un técnico que había firmado una maravillosa campaña con el filial blanquiazul. Suya era la misión de pasar una temporada sin apuros y reenganchar parte de la afición. No todo iba a ser un camino de rosas.

Durante la pretemporada el equipo no estuvo a la altura. Exceptuando la previsible paliza al combinado amateur de la Vall d’Aran (0-14), el Espanyol no pudo imponer su fútbol con claridad en ninguno de los encuentros veraniegos. El bagaje fue de tres victorias, tres empates y dos derrotas, resultados negativos por el teórico nivel de los rivales. El equipo de Sergio jugó con tres equipos de segunda (Girona, Tenerife y Sabadell) y uno de segunda B (Olot). Tan solo fueron dos los rivales de entidad que se midieron ante los pericos. Uno, el Genoa de la Serie A, con motivo del Trofeo Ciutat de Barcelona; el otro, el Raja Casablanca marroquí, finalista del mundialito de clubes.

Así empezó la temporada el nuevo Espanyol: siendo un equipo que no había impuesto su ley, con una pretemporada improvisada y con un entrenador que no se había ganado la confianza que necesitaba. A falta también de cerrar la plantilla, llegó el primer partido de liga. Fue ante el Almería en los Juegos Mediterraneos. El Espanyol cuajó un partido malo en líneas generales, y tan solo la magia de Sergio García consiguió sacar un punto de tierras andaluzas. Siendo resultadistas, un empate como visitante y jugando con uno menos tampoco parecía tan mal resultado.

Aun así el Espanyol debía resarcirse y la oportunidad le llegó en la siguiente jornada. En Cornellà, ante un rival candidato a luchar por la parte de arriba como era el Sevilla, el equipo podía echar a todos los fantasmas. No fue así. El olfato goleador de Bacca y la cabeza de Iborra hicieron insuficiente el gol de Stuani. Poco a poco se podía hacer un diagnóstico de la situación. El balón parado era un tabú mientras que arriba faltaba la figura de un 9 que aguantara bien el balón y jugara de espaldas. Stuani rendía, pero Caicedo, el elegido a cubrir esta posición, no estaba físicamente a punto.

Los dos siguientes partidos ante Valencia y Málaga siguieron el mismo guion: derrota y empate. Unos resultados que, al terminar la cuarta jornada, situaban al Espanyol en la 18ª plaza de la liga. Dos puntos en cuatro partidos empezaron a sembrar dudas acerca del equipo y sobre todo de Sergio González.

La Copa como faro

Comenzaba una temporada más la competición que más motiva a toda la parroquia espanyolista: la Copa del Rey. El torneo del KO, sin duda, ha sido el encargado de volver a crear una ilusión que se creía perdida entre todos los blanquiazules.

Se haría oficial el sorteo y el Espanyol se encontraría en la parte más “accesible” del cuadro ya que Barça, Real Madrid y Atlético de Madrid estarían por el otro lado. Sin embargo, se le iban a presentar eliminatorias complicadísimas ante Valencia, Sevilla y Athletic, donde caería finalmente. Primero llegó en dieciseisavos el Alavés, el rival a priori más fácil pero que hacía recordar aquella eliminación pasada ante el Mirandés. Durante los dos encuentros, ida y vuelta, el Espanyol fue superior y sin mayor esfuerzo consiguió pasar con un resultado global de 3-0 a la siguiente ronda donde le esperaba el Valencia.

El Espanyol entró en una dinámica emocional perfecta

El último antecedente entre Valencia y Espanyol en Mestalla se tenía en competición liguera y acabó con un 3-1 a favor de los ches. Las expectativas no eran buenas pero el partido de ida finalmente estuvo más que disputado. Después de un gran partido de los hombres de Sergio González y en el que parecía que el empate a uno sería el resultado final, llegaría el penalti sobre Álvaro Negredo que daría la victoria al conjunto valenciano. El Espanyol empezó a movilizarse y su gente se lo empezó a creer. Se llamó a la afición para conseguir la remontada y efectivamente, se consiguió. Los blanquiazules pudieron darle la vuelta a la eliminatoria ganando 2-0 en el Power8 Stadium y desactivando al equipo valencianista que hasta ese momento estaba cuajando una muy buena temporada.

​A partir de este momento, el Espanyol entró en una dinámica emocional perfecta. En Liga las rotaciones no estaban afectando, parecía que todos competían igual de bien, tanto los supuestos titulares como los suplentes. Todos los jugadores se sentían partícipes e importantes en el equipo y ahí buena culpa la tuvo el míster Sergio González.

La confianza es un plus y se notó. El Espanyol llegó a cuartos de final para enfrentarse con un conocido Sevilla. El partido de ida se jugaría en el templo perico y tanto club como afición tenían ganas de quitarse la espinita clavada de la final de la UEFA en Glasgow y lo consiguieron. Otro partido casi perfecto de la escuadra blanquiazul que fue muy superior al Sevilla durante casi la totalidad del encuentro llegando a ponerse tres arriba en el marcador. Pero todo no podía ser tan bonito, los de Emery consiguieron un gol que les acercaría un poco más la posibilidad de remontada ante su gente en el Sánchez Pizjuán y el partido de los blanquiazules se vio un tanto empañado.

El Sevilla, en la vuelta, tendría al Espanyol con el nudo en la garganta después de un golazo de Diogo que dejaba a solo un gol la clasificación para su equipo, pero por suerte para los de Sergio González, y después de un acoso y derribo por parte de los palanganas, sonó el pitido final certificando su pase.

Siguiente parada, Bilbao. Al Espanyol le tocaba enfrentarse en semifinales al Athletic y con la gente enchufada se preparó un viaje masivo para asaltar San Mamés. Todo listo y con casi 800 aficionados blanquiazules en la gradería vasca, comenzó a rodar el esférico y tras unos primeros compases dubitativos del equipo blanquiazul, llegó el primer tanto de Aduriz. Los minutos seguían pasando y cuando menos se esperaba Víctor Sánchez sería el encargado de materializar un magnífico disparo que se colaría por la escuadra de la portería de Herrerín para poner las tablas en el marcador. A partir de ese instante se cambiaron las tornas, ahora era el Espanyol quien manejaba el encuentro y, quien si no hubiera sido por el guardameta del Athletic y los palos, podría haberse vuelto para Barcelona con una victoria.

Cuanto todo parecía de cara y todo el entorno perico se ilusionaba con una final después de casi ocho años los de Ernesto Valverde serían los encargados de lapidar el sueño blanquiazul. Un Athletic con más seguridad y experiencia arrolló en la vuelta a un Espanyol que se vio superado, en especial en el centro del campo, para acabar perdiendo 0-2 .

En definitiva, enero y febrero fueron los dos meses que duró la locura blanquiazul, un equipo que consiguió competir perfectamente durante ese período en las dos competiciones y que lo hizo con prácticamente el 100% de la plantilla sin apenas diferencias entre unos y otros. La Copa fue el rayo de luz, el faro, que dio vida a la entidad perica más allá de conseguir el objetivo de la permanencia.

La lucha por Europa

A faltas de diez jornadas para el final del campeonato liguero el Espanyol ocupaba la undécima posición, el equipo ya estaba prácticamente salvado y tocaba mirar a los puestos europeos. Un sueño que muchos veían como una futura realidad.

En las jornadas 30 y 31 el Espanyol dio dos auténticos golpes encima de la mesa. Dos victorias ante dos rivales directos por Europa. Una ante el Villarreal, al que goleaba 0-3 en El Madrigal, un campo de los más duros de la Primera División, gracias a un efectivo Felipe Caicedo. Tras esta increíble victoria, tocaba recibir al Athleitc Club y el equipo de Sergio González no falló. Victoria por la mínima gracias a un gol de Sergio García antes justo de llegar al descanso, y como si del Mercedes de Hamilton se tratase, adelantaba al Bilbao y se colocaba en la octava posición de la tabla.

Pero no todo podía ser facilidades en este tramo final de temporada, y el equipo blanquiazul tendría que superar un bache de dos jornadas sin poder ganar. Levante y Barça, con objetivos muy dispares pero que les hacían rendían al dos cientos por cien en esos ambos partidos, hicieron que el Espanyol solo pudiese sumar uno de los seis puntos posibles, y se situase en novena posición por detrás del Bilbao, otra vez.

Luego llegaría una valiosa victoria, en campo de un Granada que por aquellas fechas parecía un claro equipo directo a la Segunda con Abel en el banquillo. Montañes, en el minuto 85 ponía en dos a uno definitivo y que permitía al Espanyol seguir soñando con la Europa League.

La jornada 35 fue fatídica. Un partido que parecía que se llevaría el conjunto blanquiazul ya que jugaba en casa ante un Rayo que no tenía nada en juego. Pero el futbol es así, y tras conseguir una serie de puntos inpensables como en el campo del Villarreal, el equipo de Sergio González no pudo pasar del empate gracias a un gol en los últimos diez minutos de juego de Héctor Moreno.

Las últimas tres jornadas siguieron el transcurso natural que se preveía. Se ganó a un Eibar en plena caída libre, en casa. Se perdió ante un Real Madrid, que lamió sus heridas tras caer en las semis de Champions. Y derrota en la última jornada de liga, con la Europa League en juego, pero teniéndose que dar una carambola casi imposible y cayendo ante un Celta con diez durante la mayoría del encuentro.

Ha sido una temporada buena en línea general del equipo de Sergio González. Empezó con serias dudas, se fue asentando en la media tabla, y eso unido a la gran temporada copera han hecho que el equipo haya sacado sin ninguna duda un notable de media en la temporada.

Afición, directiva y viceversa

Como en toda buena familia, las riñas han estado presentes durante toda la temporada. Han existido tensiones tanto entre la afición y la directiva, como entre los dos sectores de animación del estadio, la Juvenil y la Curva.

En primer lugar, la Curva se ha sentido maltratada en numerosas ocasiones por parte de la seguridad del estadio: “No descansaremos hasta el cese del director de seguridad”. Ese es Àlvar Mallafré, quien se incorporó en febrero de 2014, y con pasado blaugrana - algo que sigue sin sentar bien en el espanyolismo -. El grupo de animación blanquiazul no ocupó su posición en el campo en el derbi para protestar por la actuación de los Mossos de impedirles sacar su tifo y por la pasividad de los dirigentes del club ante ese hecho. Además, fueron acusados de insultar a diferentes jugadores del Barça y al club blaugrana.

Por un lado, la Juvenil se ha ido reivindicando a lo largo del año y ha manifestado su deseo de ocupar una parte del estadio más afín a sus animaciones: el gol del Prat. Hasta ahora, han ocupado un pequeño sector de la parte superior del gol pero afirman que se merecen estar más cerca de los jugadores para poder alentarlos, al igual que lo hace la Curva. La Juvenil ha tocado con fuerza las redes sociales usando el hashtag #JuvenilAbajoYa para intentar conseguir su propósito. Por otro lado, el otro sector de animación situado en el gol Cornellà, la Curva, se muestra en contra de ese objetivo, además han descalificado en varias ocasiones a sus vecinos de enfrente.

Ante todo esto, la directiva ha respondido a los diferentes sucesos a través de comunicados, algo que ha encendido aún más a las dos animaciones periquitas

Can Perico, la casa de los lios

Los rumores, la negatividad y el ambiente lúgubre siempre se dejan ver en las cercanías del Espanyol. Esta temporada no ha sido distinto. Desde la directiva ya han hecho saber a la prensa que el club no está contento con todos estos rumores y así lo expresó el presidente Joan Collet en una entrevista: "Creo que novedades habrán muchas, muchísimas, porque igual se va el director deportivo, Jordi Lardín, Ángel Morales, Sergio García, quizás todo el femenino y sacamos la Escuela y echamos a la calle a los 800 niños. Igual rebajamos el presupuesto del fútbol base y del primer equipo. Todo esto es lo que hemos estado escuchando y leyendo durante toda la semana. Es lo que tenemos con este entorno tan bonito, con gente que parece que sean los portadores de los valores de los pericos".

Al comienzo, algunos medios de comunicación y diarios deportivos aseguraron la marcha del director deportivo Óscar Perarnau del conjunto perico. Collet, una vez enterado de tales noticias, se atrevió a decir: “A la persona, y no es Óscar Perearnau, que le ha interesado pasar esta información se equivoca. Y también si piensan que esto servirá para presionar".

Collet no fue el único que habló sobre este tema, sino que el técnico blanquiazul, Sergio González, también tuvo en su momento unas palabras para el director deportivo dándole su apoyo. "A bote pronto me parece mal. Óscar es una persona vinculada a la entidad, que no levanta la voz, un hombre que se desvive por su trabajo. Es mi principal valedor y el de toda la cantera, pero a veces no valoras lo que tienes en casa. Es una pena y una lástima que no se le valore en su justa medida", comentó Sergio González, que dio un poco de presión a la junta directiva para la renovación de Óscar Perarnau, ya que fue él quien quiso fichar al actual técnico perico.

Perarnau lleva veinte años en el club y ha asegurado que es como su segunda casa. El actual director deportivo tiene interés por renovar pero su estancia en el club no depende de su salario, sino del dinero del que podrá disponer para hacer un equipo competitivo de cara la próxima temporada. A cargo de la parcela deportiva del Espanyol Óscar Perarnau ha realizado fichajes que han dado buen rendimiento. Los únicos futbolistas que han chirriado en la orquesta periquita han sido Manu Lanzarote y Álex Fernández, ambos cedidos para coger minutos. Pese a estos dos casos la faena de Perarnau ha sido excelsa.

El patrocinio del estadio tampoco ha estado exento de polémica. Desde la construcción del estadio en Cornellà, el Espanyol quería un patrocinador que diera nombre al actual Power8 Stadium. Siempre fue un objetivo complicado, ya que durante las cinco temporadas que el conjunto catalán disputó en su nuevo estadio, siempre se dijo el estadio de Cornellà-Prat. Pero en esta temporada el club perico recibió una propuesta de una empresa china llamada Power8. El contrato firmado aseguraba que la empresa daría al club 35 millones de euros en siete años

Power8, un inversor que parecía ser de un gran poder adquisitivo, propuso al club perico que su empresa diera nombre al estadio y fuera el principal esponsor de las camisetas. Para la empresa oriental también era todo un prestigio patrocinar a un equipo de la liga española, una de las más importantes.

Pero no todo podía ser tan bonito. A finales de temporada salieron a la palestra particulares chinos que aseguraban haber perdido una cantidad indecente de dinero en Power8, a la que acusaban de estafa piramidal. Hasta el momento el Espanyol ha cobrado parte del dinero que aseguró pagar la empresa china, aunque hay retrasos denunciados. Por otra parte el Espanyol no ha querido indagar en el asunto ni romper el contrato de patrocinio.

Tras los rumores sobre esta estafa Rafael Entrena, vicepresidente y portavoz del Consejo, aseguró que el club no ha recibido por parte de la empresa ningún comunicado explicando lo sucedido. En todo caso el Espanyol se está curando en salud y ya está buscando otro patrocinador por lo que pudiera pasar.