Todo el mundo tiene un sitio, menos los parias. Nadie lo tiene por derecho, hay que ganarlo, día a día. Luchar por un balón dividido, un pequeño acelerón por un balón que se pierde por la banda, sesiones de recuperación más intensas de lo normal para salir de una larga lesión . Los canteranos siempre han tenido un peso muy específico en el Espanyol. Sin dinero, numerosas deudas y con pocos objetivos por los que luchar los argumentos para convencer a un jugador diferencial son pocos. Tirar de jugadores jóvenes y con proyección ya no es una opción, sino una obligación.

Sergio González, en su segundo año como entrenador periquito, contará con cinco jugadores promocionados del filial, una cifra que no se veía en los últimos años. El míster tiene claro que Rober hará competencia con Arbilla, que Raíllo será uno de los centrales del Espanyol, que Duarte seguirá siendo el dueño del carril izquierdo y que Jordán tendrá su oportunidad; en cambio, Marc Caballé no tiene la confianza del técnico pese haber impresionado en la pretemporada jugando en todas las posiciones menos en la suya.

Todo indica que Caballé no tiene sitio en el Espanyol. Hay superpoblación en el centro del campo espanyolista y el sacrificado ha sido el único que no ha podido demostrar nada en su posición natural. Caballé ha jugado de central durante la pretemporada para salir del paso. Un simple parche a una defensa en cuadro - solamente había un central en el primer tramo de pretemporada - que convenció a todos menos a Sergio González. Jugar de central o de lo que se requiera no es ningún problema para Caballé. El jugador cree que un futbolista debe adaptarse a las circunstancias y a lo que pide el entrenador. Caballé lo que quiere es jugar, sentirse futbolista de nuevo. Y es que Caballé ha conocido el lado más oscuro del fútbol.

Es un jugador diferente, uno que ha hecho 'click'. El centrocampista espanyolista ha estado mucho tiempo sin jugar, demasiado. Cerca de una temporada sin poder defender la camiseta que el ama: la blanquiazul. Después de su primera temporada en el filial se lesionó de gravedad durante sus vacaciones. El sitio de Caballé cambió: de titular en el Espanyol B al hospital. Pasó tanto tiempo allí que sabía con exactitud cuántas baldosas había en cada rincón. Tardes de recuperación, ejercicios para fortalecer los músculos de la pierna, caminatas a Montserrat y finalmente, tras días de penuria y sufrimiento, la caricia del balón. Lo que más deseaba. Su sitio. Volver a jugar. La llegada de Caballé a un Espanyol B rendido en la segunda vuelta propició que el filial remontara el vuelo.

Capitán sin brazalete dentro y fuera del campo. No está para tonterías tras salir de la lesión, de la que demostró estar totalmente recuperado tras salir indemne de una entrada criminal contra L'Hospitalet. El centrocampista parecía haber encontrado su sitio. El primero de los canteranos en ser promocionado, en buena forma física y con un entrenador que conocía. Pero no. Caballé no cuenta para Sergio González, ni para nadie: las plantillas de Segunda están cerradas y ningún equipo de Primera le ha visto en acción. A sus 24 años el abrerense no ha debutado en la máxima categoría del fútbol español y en su casa no lo quieren. El Espanyol hará con Caballé lo que se ha dedicado a hacer con los descartados: cesiones, cesiones y más cesiones con la promesa de dar una oportunidad en pretemporada. Lo cierto es que ninguno de ellos vuelve.

Quedan pocas semanas para que arranque la Liga y el Espanyol tiene la plantilla a medias. La cantera ofrece perfiles de jugadores que no hay en el primer equipo. La tranquilidad en medio del ímpetu de Víctor Sánchez y Cañas, la seguridad de llegar sin ser rápido ante la contundencia de Álvaro, el equilibrio entre líneas, mantener el bloque unido. Marc Caballé ha hecho dudar al Espanyol sobre su situación, sobre tener un sitio en Primera. La decisión final es la de siempre.