La jornada ya estaba prácticamente cerrada. La Pobla de Mafumet tenía en sus propias manos, ya sabiendo lo que habían hecho sus numerosos rivales por la permanencia, ganar el choque contra un Espanyol B con un solo propósito: mejorar a cada partido.

La imperiosa necesidad del conjunto grana daba a entender que La Pobla iba a salir a morder desde el principio para acabar con los periquitos por la vía rápida. Sin embargo, el ímpetu del filial periquito fue mayor que la desesperación por coger oxígeno en las profundidades de la clasificación. La medular del Espanyol B, con un Marc Roca en estado de gracia, se adueñó del control del partido.

El Espanyol B no dejó que el filial del Nàstic se sintiera cómodo en el terreno de juego. Los pases granas no se completaban y los espacios se abrían para las bandas rápidas locales. En una de tantas pérdidas de La Pobla en zona peligrosa el Espanyol B aprovechó para marcar el único gol del encuentro. Rufo, que ha dejado de ser delantero para ser mediapunta, robó el balón y cedió a Latour. El extremo galo se las inventó para esquivar a su defensor y batir al guardameta visitante y estrenarse con la camiseta periquita.

No hubo reacción por parte de la Pobla de Mafumet tras el gol espanyolista. Todo siguió igual. La defensa grana poco podía hacer para retener a un Gual muy activo ni para tapar los espacios que dejaban entre líneas los visitantes. Todo estaba preparado para un segundo gol, que nunca llegó.
Algo debió decirle Martín Posse a sus pupilos en el descanso. No se sabe qué hizo ni a quién invocó pero La Pobla que salió en el segundo tiempo fue muy superior al Espanyol B y a cualquier otra Pobla.

El conjunto grana se hizo más argentino que nunca: intensidad, presión asfixiante, piernas que buscan piernas y testiculina en cantidades industriales para borrar la mala imagen del primer tiempo. Se formaron pequeñas tanganas, algunos jugadores blanquiazules enseñaban al colegiado pequeños rastros de sangre, el Cholo Simeone apareció por la Dani Jarque y el Espanyol B acabó pidiendo la hora.

Pese al dominio visitante, propiciado por la quemazón del cercano descenso en las nalgas, no hubo tiros a puerta. Toda la segunda parte se jugó - aunque tampoco hubo mucho que ver con tantas interrupciones - en el centro del campo.

La Pobla todavía tuvo más facilidades para empatar cuando Franco Russo vio dos amarillas seguidas - la primera por falta y la otra por protestar - y acabó en la rue. Fue entonces, con apenas diez minutos para finalizar, cuando los de Martín Posse metieron el turbo para rascar un punto. Andrés Prieto salvó al Espanyol B con una tremenda parada que acabó en córner, que por otra parte fue lo más cerca que estuvo La Pobla de la portería local.

Al final no hubo gol de La Pobla, ni empate ni colchón con el descenso. La gran actuación periquita, en ataque en la primera parte y en defensa en la segunda, dinamitó los planes de un conjunto grana al que se le acaba el tiempo.