Los partidos no se merecen; se ganan. Y los partidos que valen Ligas no se escapan a esta máxima. El Villarreal B no pudo superar a un combativo Espanyol B con una defensa poco habitual.

Ya lo avisó Lluís Planagumà hace un mes, cuando el filial periquito consiguió la salvación matemática. "Seguiremos en nuestra línea y nos dejaremos ir", indicó el técnico en una clara advertencia para Levante Atlético, Hércules, Alcoyano y Villarreal B. El Espanyol B lo complió con los tres primeros y la visita del Mini Submarino no iba a ser menos.

El partido ya estaba caldeado por unas desafortunadas declaraciones de Fran Sol, en las que calificaba a los periquitos como un equipo "envidioso" por no poder estar en la fantástica situación de los castellonenses. Los periquitos, que se juegan tener una oportunidad en el primer equipo, salieron a demostrar que no tienen que envidiar nada.

Pese a la motivación espanyolista los claros dominadores del partido fueron los amarillos, que hicieron gala de tremendas jugadas al primer toque que pusieron en apuros la endeble muralla defensiva periquita. Glauder y Russo, ambos con pocos minutos a lo largo de la temporada, tuvieron que sudar la camiseta para impedir el avance amarillo.

Fran Sol hizo unas desafortunadas declaraciones que calentaron el partido.
Fran Sol hizo unas desafortunadas declaraciones que calentaron el partido.

A los pocos minutos de partido, y con un control total del Villarreal B, Fran Sol decantó la balanza a favor del Mini Submarino. El delantero aprovechó un rechace para definir con maestría y hacer campeón, de forma provisional, al conjunto amarillo.

No obstante, el gol hizo más mal que bien para los intereses visitantes. El Villarreal B lo vio tan fácil que acabó pagándolo extremadamente caro. Las jugadas cada vez eran más estéticas y menos efectivas; los jugadores con más talento se gustaban en exceso y Andrés Prieto comenzaba a hacer paradas de mérito.

Entonces pasó lo inimaginable. El Espanyol B, que no había enlazado tres pases seguidos y casi no había pisado el área de Aitor, sorprendió a los amarillos tras un saque de falta. Rufo se movió con inteligencia entre la multitud para mandar a la red un balón obsesionado con no entrar en la portería.

Había tiempo suficiente para que el Villarreal B volviera a ponerse por delante en el marcador. Era lo evidente por lo visto en el terreno de juego y en la clasificación. Nadie sospechaba que un Espanyol B mermado por las bajas - Planagumà convocó a un Juvenil para cerrar la lista- iba a ser el juez supremo del Grupo 3.

Galas estuvo en su salsa batallando con los atacantes amarillos.
Galas estuvo en su salsa batallando con los atacantes amarillos.

En la reanudación el Espanyol B se encerró atrás para evitar a toda costa que el punto del empate volara. Cristian Galas, que acabó con medio cuello lleno de sangre, estuvo pletórico ayudando a los centrales con tremendos duelos físicos. El valenciano, que se enfrentaba a su exequipo, estaba en su salsa.

El Villarreal tuvo muchas oportunidades para ganar el partido; sin embargo, no supo aprovecharlas. Los palos fueron protagonistas en cuatro ocasiones, Leo Suárez mandó a las nubes el balón cuando estaba solo delante de la portería espanyolita, Fran Sol no llegó por muy poco a un centro raso y Andrés Prieto evitó todo lo demás. La ocasión más clara del Mini Submarino la desbarató con la pierna cuando ya se cantaba gol. En otro disparo amarillo voló hacia atrás para evitar el gol. Todo un recital del gigante periquito.

Los nervios se volvieron más evidentes cuando el Reus marcaba al Cornellà, un gol que proclamaba campeón al conjunto roginegro de forma virtual. La pelota estaba en el tejado del Villarreal B, que cada vez tenía menos tiempo para contestar al Reus con un gol al Espanyol B. La ansiedad se apoderó del Mini Submarino, nada salía ya. Todo el Espanyol B era un defensa, un guardián compacto que iba a acabar regalando la Liga al Reus.

El pitido final desató los lloros del Villarreal B. Pero también la indignación de un equipo que no entendía cómo el filial periquito había planteando el partido con la intención de sumar tres puntos que no necesitaba. El disgusto de los amarillos acabó en una pequeña tangana al final del encuentro, con los dirigentes del Villarreal B bajando al terreno de juego a recriminar la actitud competitiva del Espanyol B y con la incomparecencia de prensa de Paco López, que al igual que toda la expedición castellonense estaba visiblemente molesto.