Cuando se habían completado las dos primeras jornadas del Grupo D de la Liga de Campeones 1998/1999, el FC Barcelona era líder de su grupo, con 4 puntos. El Bayern, era último, con tan solo uno.

Fue entonces cuando llegó el duelo directo entre ambos, en las jornadas 3 y 4 y cuando se produció el descalabro barcelonista en esta edición de la Copa de Europa, cuyo desenlace final sería precisamente en el Camp Nou, en honor al club catalán, que ese año era el de su centenario.

En la tercera jornada llegó la primera derrota oficial de la temporada del FC Barcelona, que pudo ser mayor de no ser por las grandes intervenciones de  Ruud Hesp. El único tanto del choque lo hizo Stefan Effengerg tras un lanzamiento de falta que Elber peinó para que el mítico jugador alemán anotara. Fue antes del descanso pero sirvió para que los alemanes vencieran por 1-0 a los blaugranas.

En la jornada siguiente, de nuevo, frente a frente, el campeón de Liga español contra el campeón de la Bundesliga. Un Camp Nou engalanado como en las grandes ocasiones esperaba al rival que en ese mismo escenario les había apartado de la final de la Copa de la UEFA de la campaña 1995/1996.

Para decepción de muchos, la historia se repetía dos años y medio después y el Bayern volvía a vencer en Barcelona por 1-2, lo que complicaba en exceso las posibilidades de los de Van Gaal en esa edición de la Liga de Campeones. Tres semanas después, ante el Manchester United, un estéril 3-3 de los catalanes ante los Red Devils lastraban todas las opciones de reinar en Europa en el año de su centenario.

Fue un mal encuentro del representante español, que demostró a Europa todas sus carencias: el Barça no funcionaba cuando Rivaldo no estaba iluminado, Figo estuvo siempre muy marcado y no pudo desarrollar su juego habitual, Anderson estuvo flojo en su puesto de delantero centro y a la pareja en el centro del campo (unos jovencísimos Albert Celades y Xavi Hernández) se les quedó muy grande el partido.

A pesar de todo, los de Louis Van Gaal comenzaron por delante en el marcador, gracias a un tanto desde el punto de penalti de Giovanni, uno de los pocos jugadores destacables en el encuentro. Fueron los mejores minutos de los locales sobre el césped y en los que solo un acertadísimo Oliver Kahn evitó que el resultado fuera más amplio en el intermedio.

Pero tras el paso por los vestuarios, el Bayern comenzó a hacer acto de presencia en el partido. El Barça había perdonado y lo terminaría pagando caro. Muy caro.

Ya en el arranque del segundo período, Zickler ponía el 1-1 en el electrónico, con un disparo por bajo que Ruud Hesp no pudo detener. Tras esto, el FC Barcelona se fue desdibujado y los alemanes comenzaron a llegar con peligro con asiduidad sobre las inmediaciones de la portería barcelonista.

A pesar de varias acciones con peligros de Anderson, sobre todo una de tijera, la sensación era de incertidumbre y de que en cualquier momento el Bayern podía sentenciar el choque y, prácticamente, este grupo europeo de la muerte. El propio Zickler en dos ocasiones, Babel, Kuffour, Elber y Salihamidzic pudieron hacer el 1-2, pero, como sucediera en Múnich dos semanas antes, la actuación de Hesp evitó el descalabro barcelonista.

Pero tanto fue el cántaro a la fuente que al final sucedió lo que se preveía. Salihamidzic pugnó con Sergi, el azulgrana cayó, y el jugador del Bayern perforó las redes del Camp Nou con un disparo cruzado.

Apenas faltan tres minutos y desde el banquillo del FC Barcelona tampoco se supo reaccionar. Van Gaal no hizo ningún cambio, el Barça no creó ninguna ocasión de peligro y el resultado final desvelaba una de las mayores decepciones barcelonistas en Europa.