En Europa a veces pecamos de tal egocentrismo que nos impide reconocer el talento más allá de nuestras fronteras. Solemos caer en el error de infravalorar toda fuente de conocimiento futbolístico que gravite en los exteriores del Viejo Continente. Craso error puesto que a lo largo de la historia han sido numerosos los conceptos, estilos e ideas aportados por técnicos y futbolistas del resto del planeta y de forma muy especial de Latinoamérica. Quizás por ello a muchos, la contratación de Gerardo Martino por el Barça nos haya sorprendido a pie cambiado y sin demasiadas referencias del que fuera ídolo de Newells como jugador y que ahora transmite ese concepto del juego como entrenador. Aunque los compañeros especializados y la prensa amiga argentina nos han puesto al día en tiempo record, el desconocimiento en este caso, me obliga por respeto a no realizar un profundo análisis sobre su figura y su dilatada trayectoria profesional.

Hasta ahí todo correcto y será solo Martino el que se gane a sus jugadores y a la afición, pero hay un punto en el que sí que puedo profundizar y afecta directamente a la ciudad de Rosario. Ubicada en el centro-este argentino, en la provincia de Santa Fe, la ciudad de Rosario es la tercera más populosa de Argentina, con una población superior al millón de habitantes, superada solo por Buenos Aires y Córdoba. Abrazada a un clima húmedo y templado, que reina la mayor parte del año, en Rosario, rodeada de los mejores campos para el desarrollo de la agricultura, crecen niños formados físicamente, fuertes. Y crecen en el mayor potrero de toda Argentina, quizás por ahí venga todo, esta ciudad leprosa y canalla parece haber emergido de la pluma y un cuento de Fontanarrosa, pues como decía el mago rosarino Rosario es una ciudad de creativos, y ese estilo que les caracteriza apareció con el correr del lápiz sobre los años y días. A falta de paisaje Rosario tiene lindas minas y buen fútbol, tiene además un enorme bagaje cultural sobre el que surgen nombres como Che Guevara, Olmedo, Fito Páez, Baglietto, el Gato Barbieri, etc. etc. etc

Por ello Rosario es otra cosa y posiblemente por esa razón Belgrano, para crear la bandera, eligió Rosario. En Argentina existen muchas formas de concebir el fútbol y en todas ellas suele intervenir la gambeta, pero en Rosario donde la gambeta es todo un arte, la pelota cobra un protagonismo crucial. Y digo crucial porque la pelota de trapo fue el juguete preferido de los rosarinos, que encontraron en el potrero ese lienzo para dibujar su identidad e inconfundible estilo.  Desde un picado de barrio, el fútbol de ascenso, al fútbol profesional, todos son convencidos de la pelota y el semillero de Ñuls, Central o Renato Cessarini es tierra sagrada. Como demostró el Trinche Carlovich al fútbol se gana pero sobre todo se juega, y la mayoría de los niños del semillero rosarino, del que un grande como Jorge Griffa se enamoró, conciben el fútbol desde el disfrute, el arte, la pasión y la libre interpretación. No en vano Griffa, que rehusó entrenar a primer nivel, trabajó durante 30 años con las divisiones inferiores logrando formar una real escuela de fútbol, que fue modelo para el fútbol mundial. Ese modelo que encuentra hoy nexos de unión con Barcelona a través de la figura de Tata Martino, niño que creció con Rosario en sus botas, futbolista que llegó a ser ídolo y entrenador que ha recuperado para Ñuls ese viejo concepto de fútbol que parecía haberse perdido.

Por ello Menotti que es Rosarino no se parece a nadie y para definir el estilo rosarino habla de un fútbol elegante y estético, de posesión y juego colectivo, de ataque y técnico, pero sobre todo un trato exquisito al balón. Por ello Bielsa hace tratados de fútbol sobre conceptos de una vida rosarina, pues canallas y leprosos rivalizan en todo, pero coinciden en lo fundamental, lo que representa el fútbol para todos y cada uno de ellos: la pasión de jugar y la cultura de dejar fluir el potrero por sus pies. Y por razones de ese estilo, como dice Jorge Valdano: “Ser de Rosario es ser de una manera exagerada argentino. Se llegaba hasta las últimas consecuencias”.

Por todo esto las dudas que me generan la contratación de Martino, comienzan a disiparse cuando profundizo en la idea y el concepto de un fútbol rosarino, que para nada queda lejos del concepto futbolístico que llevaron hasta las últimas consecuencias  Cruyff, Rijkaard, Guardiola o Tito en el Barcelona, pues en esencia no es otra cosa que una manera exagerada de ser un romántico del fútbol. Me resulta además tremendamente curioso y aleccionador que Menotti, el último rosarino que pisó Barcelona como entrenador, ya quiso implantar ese estilo rosarino de fútbol estético y combinativo, pero entonces no funcionó porque el Barça de las urgencias históricas no tenía tiempo ni quiso aceptar el modelo.

En cambio Martino tendrá que adaptarse a un modelo similar y, como ha dejado claro en su primera comparecencia ante los medios de comunicación, recuperar la mejor versión del Barcelona, un equipo jugador y recuperador al que intentará dotar de esos matices rosarinos que solo poseen los niños formados en los potreros de Rosario, donde todos coinciden en que Messi es una expresión puramente rosarina y ser de Rosario representa la mayor insistencia conocida en convertir el fútbol en arte y pura pasión.