Después de diecisiete previas de un clásico en las que se habló de todo menos de fútbol la vuelta a la normalidad  nos reconcilia con un estado de gravedad cero en el que muchos nos sentimos extraños, puesto que el excesivo ruido de antaño generó una pasión tan desmesurada que no fue nada positiva para nuestro fútbol, especialmente porque hubo momentos en el que Barcelona y Madrid creyeron ser centro del mundo.

Cierto es que difícilmente viviremos con semejante intensidad un partido de estas características, especialmente por el pulso mantenido por el que era mejor Barcelona de la historia con uno de los más poderosos equipos del Real Madrid que se haya visto, el pulso de dos estrellas como Ronaldo y Messi, cuya voracidad no tiene límites, pero el mero hecho de partir desde esta gravedad cero nos permite centrarnos en el juego y las novedades que aportaran tanto los técnicos como los dos delfines a la sucesión de estrellas de Barça y Madrid.

Por todo ello será sumamente interesante comprobar como Carlo Ancelotti interpreta cuál es la mejor manera de frenar al Barcelona, pues es en gran medida en esta gravedad cero donde se sustentará la personalidad futbolística de su equipo de aquí en adelante. Esos diecisiete clásicos supusieron un progresivo aprendizaje para el anterior entrenador, que finalmente encontró la manera de afrontar un clásico con elevadas posibilidades de anular a Messi y el juego de combinación del Barcelona, para además de contrarrestar hacer daño al conjunto azulgrana. Será el momento en el que el técnico italiano nos mostrará si da por bueno ese estilo, ese planteamiento interpretado con los matices que aportan otros futbolistas o si elige otro camino más elaborado para asaltar el feudo azulgrana.

Por otra parte el ‘Tata’ Martino se presenta a su primera gran reválida y aunque hayamos visto hasta ahora un Barça reconocible con matices de efectividad, solidez y brillantez, el clásico es la vara de medir para todo culé y muchas de las respuestas a sus dudas las encontrarán tanto en la forma como en el desenlace del partido. No en vano sin debate sobre el estilo son varias las formas de llegar a él y estas pasan en gran medida por elegir a Iniesta o Cesc para acompañar a Xavi y Busquets. Además la intimidatoria presencia de una línea de ataque como la del Real Madrid, y aunque la defensa sea más una cuestión de presión y trabajo de todo el grupo, el rendimiento de los centrales en situaciones de alto riesgo dilucidará si la decisión tomada por el cuerpo técnico y la dirección deportiva ha sido la más acertada.

A todo ello debemos de unir la novedosa presencia de dos futbolistas destinados a marcar la diferencia, ambos por desborde y velocidad, aunque uno de ellos más por zancada y potencia, y el otro por su liviano correr en el aire y habilidad. Dos jugadores que saben moverse en esa gravedad cero en la que el desborde se convierte en un don natural: Gareth Bale, enorme futbolista de distancias largas y Neymar Junior, genial jugador de arrancadas eléctricas y precisas que te puede matar en las distancias cortas.

Así este clásico de gravedad cero se presenta más abierto que nunca, con un protagonismo crucial de la presión y la salida de la misma en las líneas tácticas de cada equipo, pero como siempre con el pulso por el fútbol de posesión o al espacio, pero sobre todo con casi la total seguridad de que las bandas pueden resultar decisivas. Afortunadamente con el silencio de la gravedad cero es todo más sencillo, más natural, más pacífico y desde esas alturas que tanto nos acercan al misticismo podremos comprobar qué depara el presente y nuevo futuro de estos dos equipos en pleno proceso de reafirmación de estilos de juego y personalidades.