Nadie duda que Messi atrae marcas. Su nombre, su figura, su palmarés obligan a cualquier entrenador contrario hacer una mención aparte, planificar dentro de su libreta táctica y estrategia operativa un apartado dedicado al "10" azulgrana. Leo es humano. Unas veces superó todas las tramas defensivas organizadas por rivales y otras, como con el Chelsea de Di Matteo o el Real Madrid, en según qué fases, de José Mourinho, se quedó en el camino. Y como humano, su intervención en el devenir del equipo viene acompañada del rendimiento de sus hombres cercanos, del nivel de la plantilla. Porque el colectivo afecta al individual y viceversa y prueba de ello son los últimos resultados, tanto para bien como para mal.

Fue Pep Guardiola quien, antes de uno de los partidos más completos de la historia reciente del FC Barcelona, decidió junto a Tito Vilanova variar la posición del argentino. Con gran determinación en el uno contra uno y en lanzar diagonales con balón fuera-dentro, Messi ya era como extremo derecho una de las bazas del equipo del catalán. Sin embargo, ambos entrenadores vieron que por el bien individual del argentino y, en consecuencia, del colectivo, debía centrar su posición. Si bien es una garantía al espacio, Messi empezó a jugar algo más retrasado y mucho más centrado, atacando el espacio entre líneas y dividiendo en cada una de sus intervenciones las marcas rivales.

Messi inició como extremo derecho con sus diagonales fuera-dentro con balón

El argentino no ha tenido nunca como punto fuerte los desmarques de ruptura por detrás del lateral y atacando el espacio entre el mismo y el central cercano. Él prefiere generar a partir de tener el balón y no sin él. Y su misma intervención con el esférico ayuda a que aparezcan espacios próximos o lejanos de cara a posibles pasadores, siendo jugadores que sí dominan el juego sin balón a la perfección como Alexis, Pedro o Tello los grandes beneficiados. En la temporada 2008-09, la primera de Guardiola, el intercambio de posición fue creciendo hasta hacerse consagrado en el 2-6 del Santiago Bernabéu. Los motivos por la transición de un sitio al otro podrían sonar hasta lógicos: el carril central es el que más opciones de salida y peligro tiene, Messi es de venir a buscar el balón y no esconderse por detrás de la marca y su capacidad para fijar rivales por dentro es mayor que la podría conseguir jugando escorado a un lado.

Desde su intercambio, grandes jugadores han tomado rienda suelta de su capacidad para ser el centro de atención táctico y referencial de cada uno de sus rivales. Desde Henry a Pedro, pasando por Villa, Ibrahimovic o Fàbregas. Con estos dos últimos, no obstante, su conexión era, y es con Cesc, diferente. Partiendo de dos alturas diferentes desde el carril central, la constante variación de ambos para venir a recibir o superar sin balón al rival con combinaciones con mucha intención y entendimiento, así como velocidad y anticipación, generan ocasiones por doquier y confusión en los centrales rivales, sin tener claro cuándo saltar, a quién hacerlo y de qué manera, transmitiendo esa misma seguridad a los laterales y los pivotes defensivos. Una trama defensiva que muchas veces es desarticulada por solo dos piezas, dando ventaja a la superioridad posicional y no la numérica.

Un trecuartista fuera de contexto

El juego de posición del FC Barcelona ha perdido pequeños detalles con un Martino algo más directo, contragolpeador y que no se siente del todo incómodo en según qué fases del juego sin balón. Sin embargo, mantiene algunas bases que son inalterables dentro de un modelo de juego que, aun siendo moldeable y nunca definitivo por la capacidad creativa de cada uno de sus jugadores y elementos que interaccionan en su funcionamiento, así como de la imprevisibilidad del juego, parte como imprescindible.

Alexis es, con el permiso de Fàbregas, su gran socio para combinar

Si bien, la superioridad numérica y posicional con balón en cada fase de juego o línea próxima a la que el equipo rival ejerce la presión, la no referencia entre centrales no es más que otra estrategia para generar dudas al rival a la hora de tener claros sus automatismos defensivos y jugadores que priorizar, así como movimientos e interacciones preferentes de los rivales. La inclusión de Alexis junto a Messi le ha dado un plus al equipo y es que el chileno, lejos de ser un jugador que domine con garantía el espacio y los desmarques de ruptura, también se sabe situar como nueve. Si bien, el chileno retrasa la posición de los centrales y les hace dudar de saltar o no al poseedor del balón cuando éste supera la línea marcada por el pivote o doble pivote contrario, continúa cada acción con diagonales sin balón para ayudar al argentino.

Y estas diagonales tienen doble sentido: el primero, y más útil, arrastrar rivales para una conducción más limpia del argentino y poder superar cada vez más metros de cara a la portería rival, como se puede observar en el vídeo anterior. La segunda, y también muy utilizada (véase el vídeo a continuación), para lanzar un desplazamiento con desmarque de ruptura donde la ventaja tanto por orientación del cuerpo y contexto de juego son más que claras.

Neymar, salvavidas en posicional

La temporada pasada, el Barça sufrió por no ser impredecible en ataques estáticos o posicionales, pero, con la llegada de Neymar, el equipo de Martino gana un recurso más para plantear encuentros donde se es aún más protagonista con el balón y donde el equipo rival espera plantado en su área propia. Mientras que Alexis o Pedro no han destacado nunca por su capacidad de superar 1x1 en estático y sin metros a la espalda de su oponente más próximo y directo, el brasileño asegura poderío en ese aspecto y se convierte, de esta forma, en otro foco de atención para la formación y estrategia operativa en fase defensiva rival.

Neymar sí ofrece garantías en el 1x1

Si Messi acapara toda la principal atención, no se queda atrás Neymar. Eso, sumado al trabajo para superar líneas con conducción de Iniesta, el control de Xavi, la verticalidad de Cesc, la inteligencia de Busquets, las inclusiones a campo rival de Alves o Alba y el trabajo en la primera presión de Pedro o Alexis hacen del Barça en fase ofensiva un abanico de posiblidades y de alta calidad. Sin ser nueva entonces la posición de Messi, sus ayudantes parecen festejar el retorno al que parece, vuelve a ser su mejor nivel.

Squawka

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Sobre el autor
Albert  Ballesteros
1994. Periodismo en Facultad de Comunicación Blanquerna, URL (Barcelona). UEFA B Licensed Coach. Entrenador de fútbol base en Sant Cugat Esport FC. Ex UE Rubí (2010-2014). Actualmente Infantil C (Primera División) y 2ndo Cadete A en categoría División de Honor. Twitter: @AlbertBFerrer