Pobre de recursos, respuestas, intenciones y mejoras. Así se mostró el Barça ayer ante un Atlético que fue superior desde el minuto uno. Las estadísticas, de forma cuantitativa, lo dejaban claro: ni un solo remate entre los tres palos de los de Martino que pudiera asustar a Thibaut Courtois durante los 90 minutos de juego. La sensaciones, más cualitativas, aún fueron peores. Y es que el equipo de Simeone tuvo ayer oportunidades como para romper la eliminatoria y el año del equipo culé de forma abultada, siendo los palos los mejores aliados de un Pinto que se mostró con mucha confianza ante cada contacto con el balón. 

Ayer el Barça no tuvo orden, un camino claro hacia un fin marcado. Dentro de este orden, le faltó también lo que muchas veces le ha servido para decantar el partido: desorden decisivo dentro del mismo orden. Ese regate que bate líneas de Iniesta, ese chut cruzado que solo Messi es capaz de ver entrando en la red, el pase de Xavi que supera dos líneas del rival. Delante tenía un equipo que no le dejó ni un respiro, que anuló todas sus opciones, y que le fue sometiendo cada vez más sobre las cuatro fases inseparables del juego. 

Messi, a la derecha 

Es portada en muchos periódicos que Messi tan solo corrió 1,5 kilómetros más que Pinto. El partido del argentino, al son del colectivo, fue insuficiente y nada correspondido a la altura de sus grandes noches ante equipos de entidad. Lejos queda el hat-trick en el Bernabéu, donde sí tuvo metros en cada intervención y donde sí pudo intervenir mucho más cerca de cada jugada, algo más libre. 

No encontró tampoco ninguna opción clara de uno contra uno 

Xavi, en una entrevista de hace unos años, comentó sobre Messi lo siguiente: "Cuando pasan cinco minutos y no ha tenido el balón, me llevo las manos a la cabeza. Lo busco, le digo que se acerque y se lo doy. Es un delantero, pero es diferente. Él quiere el balón, estar siempre entonado". Ayer, sin embargo, Martino rompió la premisa marcando en la rueda de prensa post-partido que "interesaba que Messi entrara poco en el juego para poder encarar cada uno contra uno en la derecha con metros para desequilibrar". Apartar a Messi del juego fue la primera gran batalla que, sin quererlo ni buscarlo, ganó Simeone sobre el césped. 

La idea de Martino nunca dio resultado. Si bien es cierto que el Atlético priorizaba que el rival jugara por fuera, una vez lo conseguía la basculación era más que notable, juntando dos líneas sobre el poseedor y siempre con ayudas defensivas y coberturas por si el oponente directo fuera superado. Messi ejerció un papel secundario cuando su grandeza le obliga siempre a ser el principal. 

El 4-4-2 de Simeone, perfectamente equilibrado 

Si a día de hoy buscas orden y organización en un teórico diccionario futbolístico, seguro que sale una imagen de los del Cholo Simeone. El argentino ha tocado con la tecla y ha convertido un equipo imbatible, quizá el más equilibrado en la balanza idea-colectivo de toda Europa. El nivel de concentración táctica al que se exige en cada partido los rojiblancos es tremendo y esto afecta a las condiciones tanto físicas como mentales durante el transcurso del encuentro. Martino recalcó que la clave podía estar en los últimos treinta minutos, apostando porque no serían tan fuertes como para aguantar durante 90 minutos tal nivel de precisión y resistencia. Para sorpresa de muchos (o pocos), el Atlético se hizo fuerte a medida que pasaban los minutos y superó con nota la totalidad del encuentro. 

Simeone lo tenía claro: obligar a jugar por fuera

Ayer como es habitual el Atlético negó ante el Barcelona los pasillos interiores y ofreció los carriles exteriores, allí donde crea menos peligro. Estos, ocupados por Alves y Alba, se convirtieron en nulos, con excesivos envíos al área sin ningún rematador. Solo Neymar con diagonales fuera-dentro pudo hacer algo de daño al sistema defensivo y organizado de un Atlético que preparó también a la perfección un juego directo que sorprendió por su enorme superioridad posicional y numérica para ganar cada segunda jugada y finalizar de un modo u otro. 

La salida de balón, una pesadilla por primera vez 

Ayer sorprendió la cantidad de balones que perdió el Barcelona en fase de iniciación. Delante, la presión del Atlético fue muy agresiva e intensa. Busquets no tuvo tantos metros para girarse y siempre tenía encimado a un rival, que viniendo de cara tenía todas las de ganar. Pinto, dubitativo, se veía obligado a lanzar y cuando jugaba en corto, lo hacía para un Bartra o Mascherano que se veían sin opciones de conducir o progresar mediante apoyos cercanos. 

Busquets perdió más balones que nunca 

Simeone buscó desde el primer momento que Pinto lanzara más que nunca. La respuesta era evidente: con Fàbregas, Messi o Neymar por arriba, los Godín, Miranda, Gabi o Raúl García se iban a imponer. Anular la salida limpia y el superar facilmente la primera línea de presión era la exigencia más alta del Atlético cuando el Barça construía la jugada desde sus primeros metros en campo propio. Las ayudas de la segunda línea, comandada por Koke o un espléndido Tiago, negaban que hombres como Iniesta o Messi tuvieran luego metros para pensar qué hacer y cómo con el balón, lugar donde sí pecó el Real Madrid de Ancelotti o el Manchester City de Pellegrini

Superioridad numérica y posicional en todas las fases del juego 

Ni en el área propia ni en el área rival ayer el Barça encontró comodidades de remate o rechace defensivo. El Atlético de Madrid anuló por completo las opciones de los de Gerardo Martino a partir de una premisa clara y muy complicada de ejercer: defienden todos, atacan todos. Un equipo compacto, corto, junto y decidido. Donde Villa era el primer defensor y Adrián ejercía a su lado, donde Courtois era el primer atacante con envíos largos hacia hombres mejor perfilados para buscar el contraataque con ventajas y metros por circular. 

El Barça acabó cediendo sus oportunidades a la suerte

El Barça decidió de forma errónea acabar jugando con la suerte de que un centro de Alves, que realizó una gran cantidad en el último tiempo, encontrara rematador en el área defendida por Miranda, Godín y compañía. No tuvo efecto, como era de suponer, porque los apoyos eran constantes y porque este Atlético ha encontrado también en el juego aéreo una de sus grandes virtudes. Las segundas jugadas, el rechace en la frontal del área, aquel que en otros partidos sí puede rematar Iniesta como llegador o incluso Xavi, tampoco tuvo opciones para los azulgranas: la superioridad numérica y posicional que generaban las ayudas defensivas de los colchoneros eran claramente excelentes. 

Tiago hizo un partido imperial, abarcando muchos metros y con enorme recorrido en la línea de medios. Anticipó todo, y ni Alexis ni Pedro, entrados al final del encuentro, fueron capaces de generar dudas a la pareja formada junto a Gabi en la medular. En el área propia, el Barça sufrió con un Villa entonado y un Cebolla Rodríguez que en los últimos minutos dio un plus de intensidad, velocidad, cambio de ritmo y explosividad que acabó por desquiciar las vigilancias y coberturas defensivas de un limitado y exigido Marc Bartra. 

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Sobre el autor
Albert  Ballesteros
1994. Periodismo en Facultad de Comunicación Blanquerna, URL (Barcelona). UEFA B Licensed Coach. Entrenador de fútbol base en Sant Cugat Esport FC. Ex UE Rubí (2010-2014). Actualmente Infantil C (Primera División) y 2ndo Cadete A en categoría División de Honor. Twitter: @AlbertBFerrer