El gol, el mayor símbolo de expresividad y sentimiento del fútbol. Provoca diferentes sensaciones en el mismo instante. Unos lloran, otros ríen, otros gritan y otros se vuelven locos. Cada uno lo celebra como le sale, como puede o como quiere. Abrazando a amigos, a desconocidos, saltando o simplemente aplaudiendo.

Andrés Iniesta, uno de los mejores jugadores del mundo y capaz de hacer lo imposible jugando a este deporte tenía en sus inicios un problema. Le costaba hacer gol. No era algo que acostumbrase a hacer pero un hombre sobre todo, Guardiola, le invitó a que tirara más para mejorar sus registros goleadores.

Un gol especial

Iniesta: "Fue un momento mágico. Pasamos de perderlo todo, a estar en la final"

Pero el manchego se guardó el mejor gol para un momento especial. Seguramente haya sido uno de los 3 goles más celebrados del barcelonismo. Era el 6 de Mayo de 2009, corría el minuto 93 de un partido que se le había complicado al Barça desde los primeros minutos. Era un querer y no poder contra un equipo que le puso la eliminatoria muy complicada a los azulgranas. Y en ese minuto, Alves, negado durante todo el partido, sacó su mejor centro de la noche, Bojan no consiguió rematar, despejó mal la defensa blue y el balón cayó en los pies de Messi, que la dejaba para Andrés que desde el borde del área remataba con el exterior para mandar el balón a la escuadra izquierda de Peter Cech. Stamford Brigde se venía abajo. Guardiola y el banquillo azulgrana se recorrían toda la banda para abrazar a Iniesta. Histórico.

El manchego, un jugador poco goleador, había anotado uno de los goles más importantes de la historia del club azulgrana. El mejor FC Barcelona de la historia se metía en la final de la Champions League en el último minuto contra una de sus némesis, el Chelsea y en su campo.

Ilusión en un equipo

La afición azulgrana que había sufrido durante 93 minutos enloqueció, gritó, lloró, saltó y se emocionó. En todos los puntos del mundo algún culé celebró como nunca un gol. Iniesta, igual que Koeman, acababa de inscribir su nombre en la leyenda azulgrana, fue el gol que acabó de coronar a un jugador excelso.

"Sólo recordarlo me viene un cosquilleo al cuerpo"

Después del drama de la última temporada de Rijkaard hacía falta un estímulo para sonreír, para recuperar la ilusión y sobre todo para volver a acabar de creer en un equipo que con Guardiola estaba empezando a crecer. Stamford Bridge y ese gol hicieron creer que el equipo era capaz de superar cualquier adversidad. Aquel día, en aquel minuto 93, Andrés Iniesta, logró hacer desaparecer muchos fantasmas del equipo y afición culé. Aquel día el Barça empezó a creer en sí mismo. Iniesta había devuelto la ilusión con una de sus facetas débiles, el gol, principio y fin del fútbol.