Mestalla se vistió de gala para recibir su séptima final teñida de clásico. Azulgranas y blancos se vieron las caras en un enfrentamiento que serviría para coronar a culés o merengues al cabo de 90 minutos. Tres años después de disputarse la Copa en una final y con el mismo escenario como marco la recompensa era jugosa: romper las tablas de victorias históricas entre ambos equipos en Finales de Copa del Rey, con tres triunfos catalanes y tres madrileños. Los azulgranas, con la espina clavada de 2011 y los blancos con ganas de fortificar Mestalla.

Con el recuerdo del último derbi español aún presente en la memoria de Ancelotti, el técnico del cuadro madrileño decidió salir con una defensa adelantada, el bloque ofensivo más atrasado de lo habitual y con una alta presión que tenía como objetivo intentar que el Barcelona no encontrara los espacios para combinar.

El gol de Di María

La primera y más peligrosa acción del Barcelona en casi todo el partido vino de una combinación entre Jordi Alba e Iniesta, hoy como extremo, que tienen una muy buena sintonía cada vez que coinciden en el carril izquierdo. Preciosa jugada de los azulgranas que no pudo terminarse con un maravilloso autopase de Alba.

Tras esta acción de los azulgranas, Bale disparó un chut cruzado con muy poco ángulo que se marchó directo a fuera. Era el primer aviso del galés a la zaga culé, crónica de un gran partido que hizo a nivel individual. Poco después de este primer anuncio Di María aprovechó una inocente pérdida de balón de Alves en una zona poco peligrosa para construir un contraataque peligroso y rápido que culminó con el tanto del argentino.

El Fideo ganó la espalda de Jordi Alba y armó un chut flojo y asumible para un Pinto que no dio para más. El blanco fue el mejor del Madrid y uno de los mejores del partido, que ha demostrado que controla perfectamente al cuadro catalán en los últimos clásicos.

Un Madrid peligroso

Los de Ancelotti ya enseñaron los dientes con varios contragolpes envenados en los primoras compases de partido. El enfrentamiento siguió un esquema en estos primeros minutos muy visual de la cultura de juego de ambos equipos. Los azulgranas gozaban de las pocas ocasiones a través del toque y las combinaciones y el Madrid tras acciones muy verticales con carreras por las bandas. Los de Martino no terminaban de desplegar su juego. Sólo vivían cómodos cuando podían tocar en el campo contrario y eso se daba poco.

El cuadro merengue intentaba también cuando estaba en posesión del esférico, contraataques a un lado, una posesión algo más larga dada la experiencia del clásico en Liga. Cuando no tenía el balón presionaba arriba y provocaba que a los culés les costara llegar al área.

Sin Cristiano…ni Messi

Aparte de un remate de cabeza de Jordi Alba, sin mucha convicción, el Barcelona dejó que desear en su faceta ofensiva. Además el lateral se marchó al descanso para no volver al terreno de juego, por problemas físicos que le impidieron seguir jugando. El artillero más fresco de Martino fue sin duda Neymar, que estuvo entonado y con buena actitud durante todo el partido. Messi prácticamente ni apareció, y cada vez que tocaba el balón recibía el cubrimiento de cinco hombres del Madrid. En vez de buscar al argentino en uno de sus peores días como azulgrana, deberían haber buscado a Neymar, que estuvo más desmarcado que ‘la Pulga’ y más atinado. Cuando veía que no podía ganar en el uno contra uno, tiraba directo a puerta.

El Barcelona ponía el alma, pero las cosas no acababan de salirle bien. Martino volvió a demostrar la carencia de alternativas a un equipo demasiado lento y previsible. En defensa jugaron al límite durante todo el partido, cada pérdida de balón era una ocasión manifesta de gol para los de Ancelotti. No estuvo bien colocado el bloque defensivo azulgrana sobre el terreno de juego, con el permiso de Marc Bartra, en todo el partido.

Idas y venidas, acciones inacabadas por los azulgranas frente a un equipo que las finalizaba prácticamente todas, con dos líneas de cuatro formadas por los blancos que les complicaba entrar por el medio a los de Martino. Faltó un jugador que buscara la pelota en el espacio, alguien que alargara el equipo por delante.

Sorprendentemente Leo Messi fue uno de los peores jugadores del partido por el cuadro azulgrana. Se plantó en una final con una faceta irreconocible, sin chispa ni magia, y no fue sustituido por ser quien es.

Bartra al rescate

En un partido lleno de idas y venidas, paradójicamente fue Marc Bartra, joven zaguero que vivía su primer clásico y su primera final quien puso equilibrio al Barcelona. Con 23 años recién cumplidos y titular improvisado dadas las emergencias de Martino en defensa, fue quien puso la defensa, el coraje e incluso el ataque en un Barcelona irreconocible.

El central está en uno de sus mejores momentos y este partido, pese a la derrota, será su consolidación en el primer equipo. Demostró que está sobrado para disputar partidos importantes y lo hizo a marchas forzadas en un panorama inigualable: una final y contra su rival más complicado. Bartra tiró de sangre fría y calidad para cubrir bien a Bale en defensa y fue el que devolvió la esperanza a un Barça que veía cómo pasaban los minutos, se acercaba el final, y seguía sin marcar.

Paradójico también que el gol azulgrana llegara de córner. Tras un saque de esquina, el central no dudó en rematar de cabeza y batir la portería de Casillas, que había estado inmaculada durante toda la competición. Autor del único gol que ha encajado el Madrid esta campaña en Copa del Rey, Bartra hizo rugir al aficionado culé presente en Mestalla y puso emoción a los minutos finales.

Gol simbólico que da fuerza a una cantera de las mejores a nivel mundial que se ha visto afectada estas últimas semanas con la sanción de la FIFA y que se reforzó proclamándose, a través del Juvenil, primer campeón de la UEFA Youth League. El gol de Bartra, símbolo de La Masía, también fue la metáfora de una necesidad imperiosa de un cambio de generación.

Bale, protagonista indiscutible

El Barcelona se animó con el empate, pero poco le duró la alegría. Corría el minuto 84 de partido y todo apuntaba a una larga prórroga cuando Bale, que había gozado de millones de oportunidades durante el partido, decidió quedarse a gusto y sacarse la espina marcándose una carrera desde medio campo que terminó en un auténtico golazo.

La pena de la fotografía será que Bartra quedó encuadrado en ella, pues el central tapó bien una vez al galés pero la poca experiencia en este tipo de partidos no le permitió barrerlo y evitar el gol de la sentencia. Tampoco obtuvo ayuda de sus compañeros en la zaga y Pinto pudo hacer más.

Neymar tuvo la última del partido en el último minuto, pero el balón se estrelló en el palo. El Barcelona cerraba una semana catastrófica para el club en el que pasaron, en menos de una semana, de tener todos los frentes abiertos a despedirse de todos los títulos. El Madrid fue justo vencedor en el entierro de la mejor era barcelonista.

Todos los goles