Parecía que el dorsal número ‘6’ del Barça iba a volar del nido después de muchos años. Pero no. No se sabe cuál es el motivo, si quizá la oferta económica no le compensaba, si le pudo la sangre blaugrana o si le motivó la posibilidad de volver a hacer historia con el equipo de su vida.

Muchos querían que se marchara… Afirmaban que ya no tenía sitio en el Barça. Y quizá sea cierto que el puesto de titular ya no pueda ocuparlo, por edad y físico, que no por talento, pero el maestro Xavi Hernández siempre debe tener su hueco en el Barça. Son muchas las veces que iluminó con su fútbol al equipo. Son muchas las veces que se encargó de mimar el estilo de fútbol ‘made in Barça’ y que él tan bien desempeña y, sobre todo: mantiene y respeta. Gracias a él y a Puyol, entre otros, estos últimos años en los que el Barça se ha tambaleado excesivamente, se mantuvo esa semilla del fútbol enseñado en La Masia para que ahora con Luis Enrique vuelva a dar su fruto.

Es bueno que se quede. Podrá enseñar todo lo que sabe a los nuevos en Can Barça, pero sobre todo a esos jóvenes repletos de talento que provienen de La Masia. Él sabrá darle las pautas, él les ayudará. Y ellos deben escuchar y aprender. También lo intentó con Thiago, pero si este último no quiso escucharle, ese ya no era problema del catalán.

Ojalá en unos años veamos a muchos nuevos talentos con esa pizca de talento cosecha de Xavi Hernández impregnada en la persona de cada uno de ellos. Porque el maestro deja huella. Como ya lo hizo Guardiola, por ejemplo, en su día.

Quizá algún día Xavi sea quien dé las órdenes en el primer equipo del Fútbol Club Barcelona. Aunque reveló que eso no lo tenía pensado, ojalá se lo piense porque no hay nadie mejor que él para transmitir el fútbol del Barça y los ‘valors’ de los que siempre se ha presumido y se están olvidando.

No se sabe si llegarán más fichajes al Barça, pero si algo está claro es que el Barça ha ganado con la permanencia de Xavi en el equipo culé.

Gracias, maestro.

“Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir”. Johann Kaspar Lavater