Y el balón comenzó a rodar. Tres meses después de que el mismo escenario viera alejarse una Liga en la que se dependía de sí mismo, el Barcelona echó a andar pero entre poco y nada queda de aquel equipo triste, gris, que no supo ganar al Atlético ante su hinchada. Nuevo entrenador, nuevos jugadores pero una misma idea que hacía más de dos años que no aparecía sobre el verde. 

Luis Enrique alineó a Munir de titular en su primer partido y la mejor noticia para el equipo es que apenas nadie quedó sorprendido por ello. El madrileño, primero  de la Comunidad que juega desde 2002 cuando lo hicieron Alfonso y Reina, se mostró con todo lo que reclama el asturiano día tras día: sacrificio, garra, entrega y hambre. Y a eso le añade un elemento fundamental para diferenciarlo del resto, la calidad. 

Se corre más que se juega

Los comienzos nunca fueron fáciles. Esa premisa le pudo servir al equipo de Luis Enrique, que pese a dominar con total claridad el choque, no conseguía conectar jugadas peligrosas con las posesiones eternas. Sería el gato que apareció, e interrumpió, el partido durante dos minutos, o la novedad del primer encuentro de la temporada, pero el arranque estuvo cargado de pesadez, de imprecisiones y de infortunios.

Los remates de Munir, que recuerda mucho a Raúl González en sus inicios, e Iniesta al travesaño eran meros avisos de que con poco que enlazaran el gol llegaría pero eso llegaba con cuentagotas. Por otra parte está la positiva, la de que los azulgranas han recuperado algo perdido en los últimos tiempos y que era lo que enganchaba a la afición, desencantada con el equipo no hace mucho, y conseguía los elogios de buena parte del mundo del fútbol. El Barcelona de Luis Enrique ha recuperado la esencia, eso que pasa casi inadvertido para el ojo humano pero que sin ello el fútbol pierde todo su encanto. 

Los azulgranas corrieron mucho y, sobre todo, bien. Atrás parece que quedaron esas carreras individuales que no llegaban a ningún sitio y eso ha dado lugar a una presión en bloque donde las figuras de Rakitic y Sergio emergen por encima de cualquier otra. Además, tras recuperación, peligro y es que así llegó el primer gol del Barcelona y de quién sino, si no es de Leo Messi. 

Apareció Leo y el Barça goleó

Al argentino se le vio muy enchufado y presionando como hacía tiempo que no se le veía, algo que se añoraba en el Camp Nou y es que si Leo sonríe, el Barcelona es feliz. El '10', al filo del descanso, demostró que no había vuelto porque, sencillamente, nunca se fue. Tras una asistencia de Sergio y el tradicional gambeteo del crack, el marcador se estrenó. Y una vez subió el primero, el partido se agitó y apenas segundos más tarde Mascherano fue expulsado por derribar a Coro siendo el último defensor. Roja directa e inferioridad para el cuadro local, aunque solamente fuese numérica.

El descanso trajo consigo la entrada de Bartra por Rafinha para compensar la salida de Mascherano. La posible reacción del Elche no llegó, ni en forma de cambios ni ocasiones porque tras sonar el pitido que daba comienzo a la segunda mitad, el Barcelona aumentó su renta con una maravilla del joven Munir que se convertía así en el jugador más joven en la historia del club que marca en su debut. Toque con zurda por encima de Tyton y sentencia definitiva al choque. Ese chico tiene duende y confianza y apunta a que puede marcar una época en el Camp Nou.

Contemporizar y gustar

A partir de ahí el equipo local se dedicó a controlar e hizo lo que mejor sabe hacer, tener el balón. Posesiones eternas, combinaciones, detalles de calidad que dejaron al público haciendo la ola mientras se gustaban sobre el verde. Y además, volvió a aparecer Messi.

Tras otra jugada mil veces vista en el Camp Nou, el '10' marcó a placer mientras el aficionado coreaba su nombre rendido ante su calidad. Tras eso, llegaron los cambios y los reconocimientos. Iniesta y Munir salieron ovacionados y también Jordi Alba recibió el aplauso de la aficióntras un incansable choque. 

El Barça de Luis Enrique vence y convence al Camp Nou y eso, tras la etapa gloriosa vivida no hace mucho no era tarea fácil.