El técnico asturiano alineó a un once formado por Bravo, Alves, Mascherano, Mathieu, Alba, Busquets, Rakitic, Iniesta, Messi, Rafinha y Munir. La inclusión de Mascherano y la titularidad de Munir son las dos sorpresas, aunque la titularidad de Munir estaba condicionada por la baja de Neymar y lo justo que llegaba Pedro.

El esquema usado desde un buen principio es el 4-3-3, con Busquets, Rakitic e Iniesta en el centro del campo, Messi de enganche y Munir y Rafinha arriba, jugando por dentro. Los pasillos laterales los aprovechaban Alves y Alba con sus constantes subidas.

Busquets incrustado en iniciación

El primer detalle del Barça de Luis Enrique en la iniciación es la marcada posición de central de Busquets, incrustado entre Mascherano y Mathieu. Así, Alba y Alves adelantaban sus posiciones hasta situarse en línea con Iniesta y Rakitic, formando un 3-4-3 en esta fase del juego. 

La situación se repita una y otra vez hasta que el equipo es capaz de sobrepasar la primera línea de presión. Una vez superada, Busquets adelanta su posición y Mascherano y Busquets se cierran. Rakitic e Iniesta abren sus posiciones y Alba y Alves buscan ser más verticales y hacer desmarques de ruptura a la espalda de los laterales del equipo rival. 

El juego del Barcelona está condicionado a la posición de Busquets y hacia donde él envía el balón o él mismo se desmarca. 

Espacio por dentro, todos por fuera

Otra de las características del Barcelona es que en ataque estático no hay nadie por dentro. Iniesta y Rakitic abrían mucho sus posiciones, Alves y Alba adelantaban hasta estar casi a la altura de Munir y Rafinha y Messi se juntaba con centrales. A partir de ahí, movilidad constante. Rakitic e Iniesta buscaban superar la línea de centrocampistas mediante pases o conducciones, aprovechando la superioridad numérica con Busquets o Messi. Y Leo es el que busca aprovecharse del espacio entre centrocampistas y defensas, recibiendo en posiciones intermedias donde puede girarse y encarar o tocar de cara a algún compañero que se desmarca hacia adelante.

Rakitic e Iniesta fueron verticales y dispararon desde fuera

El espacio que genera el Barcelona abriéndose se aprovechaba teniendo siempre a Rakitic e Iniesta libres para tener la posesión y circular el balón rápido y tener por dentro el espacio necesario para los desmarques de apoyo que realizaban el trío Munir-Messi-Rafinha, los cuales alternaban el apoyo con la ruptura, convirtiendo el juego del Barcelona en lo que quería Luis Enrique: Imprevisible.

Recital de Messi

Cualquier táctica se convierte en invencible con un jugador que aporta tanto como Messi. Entendió a la perfección donde se le necesitaba, cuál era su función y que podía aportar individualmente para ayudar al equipo. Recibió de cara, se fue en profundidad, se fue en el uno contra uno y marcó. En defensa recuperó balones, presionó al portero, cortó contragolpes e incomodó en la salida de balón. El espacio por dentro generado por Rakitic-Iniesta se convirtió en su hábitat natural, donde se pudo volver a ver a una versión de Messi de mucho nivel. Bajó a recibir poco a la altura de Busquets, cosa que sí hacía la temporada pasada, lo que le permitió tener influencia en una zona más adelanta, más letal para el Elche.

En tres cuartos de campo, Messi buscó asociarse con todos. Rafinha y Munir buscaban la profundidad, lo que le permitía a los centrocampistas tener más espacio para combinar. Así, Iniesta, Rakitic y Messi se podían encontrar más cómodos y circular el balón a una velocidad muy alta. Por fuera siempre contaban con el apoyo de los laterales. 

Expulsión de Mascherano y cambio

Pero el partido dio un giro importante con la expulsión de Mascherano al final de la primera mitad y Luis Enrique tuvo que mover ficha. Bartra dentro y Rafinha fuera, línea de 4 atrás, línea de 3 en medio y dos puntas, centrados como en la primera mitad. La única posición que cambió fue la de Messi. El gol a los 52 segundos de Munir en la segunda parte fue clave para dar tranquilidad a los culés y asestar un golpe muy duro a los de Fran Escribá. Pero el funcionamiento del conjunto seguía las mismas pautas.

Aún teniendo el hándicap del jugador menos, el Barcelona seguía a lo suyo: Tres centrocampistas abiertos, dos laterales muy ofensivos y un jugador que aprovechaba el espacio dentro y otro que tiraba desmarques en profundidad. 

El trabajo defensivo, estelar

La importancia de la defensa es capital en una competición tan exigente como es la Liga. Los problemas en las temporadas anteriores habían venido desde la parcela de atrás y es otro de los cambios destacados del equipo. 

Volvió la presión muy adelantada y el Camp Nou lo agradeció en cada una de las acciones

En cuanto se perdía el balón, pocas veces pasaban más de 5 segundos hasta que el Barcelona lo volvía a recuperar. La presión asfixiante tras pérdida fue uno de los signos de identidad del mejor Barça y parece que va por el camino de volver a tenerlo. Munir, Rafinha y Messi trabajaron hasta la saciedad en defensa, buscando recuperar lo más arriba posible para estar más cerca de la portería rival con la defensa del equipo contrario desorganizada. El primer gol de Messi nace de una presión en campo rival que Busquets robó muy cerca de la área grande. Después Messi hizo lo que sabe hacer tan bien. 

El partido demostró el hambre, la ilusión, la motivación y la competencia feroz de la que se habla e el vestuario. También le dio la bienvenida a Messi, que se reencontró con él mismo en el mejor escenario posible. Se volvió a corear su nombre en el Camp Nou y no sólo tras el gol si no después de una carrera para recuperar un balón en campo rival. 

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Sobre el autor
Xavi Vàzquez
Aficionado a todo tipo de futbol y a hablar de ello. Administración de empresas.