La imagen que ilustra el texto corresponde a la magnífica serie Breaking Bad protagonizada por Bryan Cranston en el papel de Walter Wait, sobre el que el legendario Anthony Hopkins llegó a asegurar que la interpretación de Walter White era la mejor que había visto en su vida. Algo similar les sucede a los aficionados en el caso de Leo Messi, al que han visto hacer una de las mejores interpretaciones del fútbol en toda su historia. Además tal y como reza el título de la imagen: “All hail the king" “Saluden todos al rey” en el décimo aniversario de su debut en Liga, en Montjuïc, en un derbi contra el Espanyol, entrando al campo con el dorsal nº 30 en sustitución de Deco.

Como en el caso de White, Leo Messi, es químico, químico de la pelota, pero a diferencia del mítico protagonista de una de las series más destacadas de la última década, el argentino ha protagonizado Breaking Good, un cambio de dirección positivo, una ruptura hacia el bien del fútbol. La química de Leo Messi con el balón es única y le ha convertido en el Heisenberg de la pelota. Si en la caída al vacío de Walter Wait creó millones de adictos ‘cocinando’ la ‘meta’ de más pureza, el argentino ha cocinado el fútbol más puro durante estos intensos diez años y son legión los adictos a esa pureza.

El recuerdo del ayer condiciona el hoy y por lo tanto plasma el mañana, y Leo Messi acabará siendo la suma de esos tres estados

Era un 16 de octubre de 2004 y desde entonces han transcurrido diez maravillosos años en los que se ha consagrado como el jugador más influyente en la mejor época histórica del Barcelona, 434 partidos con el Barça, 284 de Liga en los que ha anotado 249 goles y ha regalado 100 asistencias. Pero lo más transcendente,  no hemos contemplado a un jugador de otra época, sino al jugador de la época, un genio que como dijo Valdano tiene lo mejor de la calle y lo mejor de la academia. Víctor Hugo Morales dijo en una ocasión que las olas de Messi tocaban las playas de Maradona y tiene mucho sentido la frase puesto que la comparación con Diego fue una constante durante toda su carrera.

Sus jugadas besaron las orillas de D10s y aunque a nivel de clubes Leo arrase por goleada a la deidad de Villa Fiorito, lo de Diego en México quedó de momento inalcanzable para el Messi más humano de los últimos años. Porque sí, porque aunque no lo crean Leo es humano y tras casi nueve años siendo un extraterrestre, nos muestra hoy otra versión, una versión evolucionada, más pausada, quizás más cercana a otro genio como Alfredo Di Stéfano, más de toda la cancha, posiblemente menos explosivo en carrera larga, pero igual de determinante en su relación con el espacio y la pelota. Como muy bien dijo Zubi, Leo compite contra la mejor versión de Leo que conocemos y eso no podría soportarlo ningún ser mortal.

Messi es químico de la pelota, a diferencia del mítico protagonista de una de las series más destacadas de la última década, el argentino ha protagonizado Breaking Good

El recuerdo del ayer condiciona el hoy y por lo tanto plasma el mañana, y Leo Messi acabará siendo la suma de esos tres estados. El balance de estos diez años es brutal, los números no mienten y la memoria aunque corta e injusta, está repleta de instantes vívidos, pequeños trocitos de pasado que la mente del aficionado tiene presente. Afortunadamente Messi solo tiene veintisiete años, a poco que las lesiones le respeten y los asuntos extradeportivos le permitan disfrutar, le quedan al menos cinco años por seguir haciendo historia.

En las fronteras de nuestra imaginación un número diez desafía las leyes de lo racional sorteando quimeras y llevando como cada cual la suya propia de color albiceleste. Un enorme desafío para nuestra imaginación vuela, diez años no bastan, una década no puede durar la leyenda, queremos más. Átomos iracundos no dan crédito a lo que ven cuando los neutrinos que destila tu carrera chocan a ras de césped y más allá de la luz para generar una paradoja temporal cada vez que regateas una nueva quimera.