Mucho ha llovido desde el primer clásico en el Bernabéu de Frank Rijkaard en el que el Barcelona empezó a creerse que también podía ganar en Chamartín. El equipo que consiguió ganar al segunda Champions en París pudo dar un golpe de efecto en el campo del Madrid remontando un 1-0 en la segunda mitad para acabar llevándose el clásico por 1-2, con goles de Kluivert y Xavi por parte azulgrana y Solari por parte blanca. Corría la temporada 2003/04, la primera de Ronaldinho y Rijkaard en Can Barça.

El mito del Madrid del contragolpe llega a su fin con Kroos, Modric, James, Isco y compañía

En ese partido, el Madrid utilizó un centro del campo formado por Cambiasso, Beckham y Zidane enfrente de Davids, Xavi y Cocu. A partir de ahí, las tornas cambiaron. Poco a poco, el juego del Madrid fue virando hacia transiciones rápidas aunque eso conllevara tener menos la posesión. En cambio, el Barcelona siguió la línea marcada por Cruyff y seguida por Rijkaard, para tener más el control del partido a partir de la posesión y poder crear situaciones mediante la circulación rápida del balón. Las dos visiones fueron alejándose desde ese momento, creando las plantillas de acuerdo con sus filosofias, a veces ganadoras y a veces perdedoras.

La metamorfosis blanca

De juntar a Cambiasso, Zidane, Beckham, Solari, Figo y Raúl a tener de doble pivote a Diarrá y Emerson muestra el gran cambio que ha sufrido el Madrid a lo largo de los años. En la temporada 2004/05, el centro del campo estaba formado por la dupla Zidane y Beckham con Gravesen por detrás. La temporada siguiente seguían el francés y el inglés como titulares del clásico pero por detrás tenían a otro acompañante, Pablo García.

Fotografía: thescore.ie

La temporada siguiente, con Capello en el banquillo, es cuando el Madrid viró más su rumbo y puso a Diarrá y Emerson atrás, con Guti por delante. Con el italiano llegó la debacle culé, el pasillo del Barcelona en el Bernabéu y el 4-1.

La llegada de Guardiola y los pequeños por dentro

Con Guardiola en el banquillo el Barcelona ha vivido la época más dorada de su historia, con títulos tanto nacionales como europeos y un dominio importante de los duelos directos ante el Real Madrid. Sin ir más lejos, en el primer clásico de Pep Guardiola en el Bernabéu el Barcelona hizo uno de los mejores partidos que se le recuerda y ganó por 2-6. Ése dia, Gago y Lassana Diarrá formaban el centro del campo del Madrid, nada que ver con el Zidane, Cambiasso y Beckham de pocos años atrás.

Pero el ejemplo más extremo es el del equipo de José Mourinho, con Pepe en el centro del campo junto a Khedira. Ese punto de inflexión en el que el Madrid jugó de una manera que contrasta de sobremanera con la actual. Los jugadores también son muy distintos y posiblemente sea uno de los clásicos en los que hay más similitudes de los últimos tiempos, con los fichajes de James y Kroos y los que ya estaban como Isco, Modric o Illarramendi.

El centro del campo como espejo

Las dos plantillas poseen muchas similitudes: mucha pólvora arriba, dos jugadores clave y de los mejores del mundo, laterales ofensivos... pero sobre todo tienen un centro del campo con mucha calidad y con capacidad para tener la posesión y poder atacar mediante la circulación de balón. Como si un espejo se pusiera en el centro del campo, las virtudes de los jugadores del centro del campo de uno y otro son muy parecidas.

Como si un espejo partiera el campo, en un lado y en otro los centrocampistas son prácticamente del mismo perfil futbolísitco

Así, el perfil de los Kroos, Isco, Modric, James, Illaramendi... es muy parecido al de Busquets, Xavi, Iniesta, Rafinha, Rakitic y compañía. Los dos equipos tienen la capacidad para hacer lo que más daño hace al rival y eso conlleva que el partido sea muy imprevisible, pudiendo ver diferentes versiones de los equipos en los noventa minutos. Los dos equipos pueden usar transiciones rápidas y pueden mantener la posesión para organizar el ataque y desorganizar al rival. Ninguno de los dos conjuntos renuncia a nada.

El que domine la zona central tendrá ventaja

Los dos equipos se sienten cómodos dominando el centro del campo, ya sea en tareas defensivas u ofensivas. Si el Madrid tiene el control y puede realizar las transiciones rápidas que tanto le gustan el Barcelona sufrirá, como ya se demostró en París. Si el Barcelona es capaz de tener el control y poder jugar en campo rival encontrando los espacios, puede hacer sufrir al Madrid, como ya demostró la Real Sociedad en Anoeta. Los dos equipos pueden sobrepasar o ser sobrepasados con las mismas armas.

Pese a que Ancelloti ha dejado entrever que habrá sorpresas en el once, el juego de los blancos con Modric, Kroos, James e Isco en el campo está a un nivel muy alto. En Anfield rompieron un gafe con una superioridad aplastante que sólo se mitigó en cuanto empezaron a poner la mente en el partido del sábado. La claridad de ideas de la dupla Modric - Kroos junto con el desequilibrio de James e Isco hace del Madrid un equipo temible con un juego con ciertas similitudes al del Barcelona.

El centro del campo más parecido de los Clásicos de los últimos tiempos reta a los entrenadores a utilizar toda su agudeza táctica para no verse superados por un rival del que ya conocen las virtudes. Estrategia, emociones... detalles, al fin y al cabo. Los detalles pueden marcar la diferencia entre dos de los grandes de Europa en uno de los partidos más especiales del mundo del fútbol. Evitar lo inevitable, hacer lo imposible. Cuando uno lucha contra sus propias armas sabe sus defectos y también sus virtudes. La batalla del espejo en el centro del campo vivirá su primer asalto el próximo sábado.