Un nuevo Clásico, un nuevo Partido del Siglo disputado en la 9ª jornada de Liga. Esta vez, tocó primero en el Santiago Bernabéu que acogía al Real Madrid crecido tras su buena victoria en Liverpool y una racha positiva de resultados; y a un Barça líder de la Liga, cuatro puntos por encima de su máximo rival, pero con la sensación de que en el partido más fuerte hasta ese momento de la temporada, en París, se había fallado. Los goles de Cristiano de penalti, Pepe a la salida de un córner y Benzema en un contraataque, dejaron en anécdota en tanto tempranero de Neymar en el 3-1 que mostró el marcador al final.

Disposiciones iniciales

Carlo Ancelotti, con la baja de Bale como ausencia más destacada, formó en 4-4-2 con Casillas en la portería, Carvajal, Pepe, Ramos y Marcelo en la defensa (de derecha a izquierda); con Modric a la derecha de Kroos como pareja de mediocentros, Isco escorado en la banda izquierda, James en la contraria y en la delantera la pareja formada por Benzema y Cristiano Ronaldo, a la izquierda del franco-argelino.

Luis Enrique, en su primer Clásico, formó con el 4-3-3 habitual y el centro del campo de la era Pep. Bravo volvió a ocupar la portería; Alves, Piqué, Mascherano y Mathieu ocuparon la defensa; Busquets, Xavi e Iniesta formaron el mediocampo y arriba Messi volvió a hacer las funciones de falso 9 con Luis Suárez posicionado más a la derecha y Neymar colocado en la izquierda, aunque los tres con manga ancha para ir turnándose y rotando.

De todo para todos

Hubo tramos en la primera parte para todos y para todo. Como viene siendo habitual desde que inició Ancelotti la era blanca, el Madrid le disputa la pelota al Barcelona. Transcurrieron lapsos en los que el Barcelona llevo las riendas del partido, aunque sin lograr asentarse en campo contrario por mucho tiempo; otros en los que la intensidad madridista encerraban al azulgrana en su campo (desde el gol de Neymar hasta el doble larguero de Benzemá); y también tramos en los que el partido se rompía y el rigor táctico brillaba por su ausencia.

Los delanteros de ambas escuadras tienen ciertos lujos a la hora de defender y eso provoca que los centrocampistas con un perfil más creativo (Iniesta, James, Xavi o Isco) deban trabajar más de lo habitual. Ahí pudo residir una de las diferencias, ya que estos dos blaugranas nunca destacaron por un buen trabajo defensivo y se vieron obligados a correr mucho sin balón. El desgaste inusual provocó el cambio del catalán a la hora de encuentro y la lesión muscular del manchego.

El soberbio partido de Sergio Ramos ensombreció el debut de Luis Suárez | Gonzalo Arroyo - Getty Images

Las ocasiones madridistas llegaron de subidas de sus laterales, quienes no eran acompañados o perseguidos ni por los extremos (Suárez o Neymar, ni por los interiores Xavi o Iniesta, muchas veces, cuando atacaba el Madrid, cambiados de costado para que Iniesta ayudase a Alves). Por su parte, el Barcelona llevó peligro con jugadas rápidas y verticales, de inicio o tras robo. No puede decirse que marease al rival con la posesión para encontrar los huecos. Ambos, en diferentes estaciones, lograron presionar arriba, casi en área rival, y dificultar así la salida de los defensores.

Placidez desde la sencillez

Como ocurriría con Neymar en la primera parte, Pepe adelantaría tras un saque de esquina muy pronto al cuadro blanco en la segunda parte. La diferencia estuvo en que no habría respuesta contundente del Barcelona. Además, a los diez minutos, un córner a favor del Barça (jugada de estrategia que consiste en un lanzamiento raso casi a la frontal del área, que ya conocía Ancelotti) se convertiría en el tercero del Madrid tras un error de comunicación entre Mathieu e Iniesta. A partir del 1-3, el Madrid se "limitó" a defender con dos líneas de cuatro muy juntas cerca de área propia y a verticalizar con contraataques cuando un Barcelona espeso con balón, perdiese el esférico ante la telaraña merengue. Entrecomillo el verbo limitar porque si bien la teoría es sencilla, su práctica entraña y exige una cantidad insospechada de trabajo en los entrenamientos.

La sensación final es que el Madrid de Ancelotti, en esta segunda temporada, tiene claro la hoja de ruta de los partidos y funciona mejor como bloque. Por contra, los planes de Luis Enrique se difuminan demasiado ante los grandes y ante las complicaciones. Es cierto que fueron los detalles los que desnivelaron la balanza hacia el lado blanco a consecuencia de que hubo más errores puntuales en los culés. Además, las alarmas no pueden sonar en octubre y menos en el primer año de un técnico, pero el Parque de los Príncipes y el Santiago Bernabéu han mostrado que queda mucho por hacer. El Barça ya no es el amo de los partidos grandes. Dejó de serlo hace mucho tiempo y, de momento, el técnico asturiano no ha dotado al equipo de suficientes armas como para convertirse en aquello que fue.