No todo en el fútbol es suerte y pegada. Las victorias ante Valencia y Paris Saint Germain habían conseguido esconder las malas sensaciones que arrastraba el juego culé pero, tras lo ocurrido esta misma tarde en el Coliseum de Getafe, ya nada es capaz de tapar la realidad. Un fútbol ramplón carente de velocidad con y sin balón dieron como resultado uno de los peores partidos que se le recuerda a este equipo en bastantes años. Ni la vuelta de Xavi al once inicial tras el esperpéntico esquema del miércoles consiguió mejorar las sensaciones de un Barça que navega a la deriva, con un técnico que sigue dando palos de ciego y en el que la distancia con el Real Madrid, en cuanto a lo futbolístico, parece insalvable. El nivel de juego del equipo obliga a reflexionar al fútbol español si vuelve a estar de nuevo ante una Liga de dos en la que, sin embargo, el Barcelona ha dejado de ser aspirante.

Con el 4-3-3 no volvió el fútbol en una primera parte vergonzosa

Las críticas recibidas por Luis Enrique tras su "ataque de entrenador" del miércoles desembocaron en una aparente vuelta a la normalidad. Consciente de que otro patinazo táctico consecutivo sería injustificable, el técnico del Barcelona decidió volver a los orígenes con el sistema habitual con Sergio Busquets como único ancla. Una portería y defensa habitual -que debe hacer Marc Bartra para ser titular en este equipo-, en el centro del campo se recuperaban los rasgos más característicos y Xavi Hernández volvía a llevar los mandos del cuadro culé. Junto a él, el mencionado Sergio Busquets y Rakitić, que recuperaba la titularidad en detrimento de Andrés Iniesta y que jugaría durante muchos minutos por delante del propio Messi, dejando a éste espacio a muchos metros de donde realmente hace daño, el área rival. A lo mencionado había que sumarle dos de los tres tenores de arriba, Messi y Luis Suárez, además de un Pedro que entraba en sustitución de un lesionado Neymar.

Por su parte, el Getafe de Contra salía a la batalla con un 4-2-3-1 muy bien organizado. Líneas juntas en una defensa liderada por el uruguayo Velázquez y un juego ofensivo basado en penetrar por banza izquierda -que extraño que sea por la que se encuentra Dani Alves- con un Lafita que solía estar desenvolviéndose de delantero.

Durante los primeros 45 minutos de partido el nivel mostrado por los visitantes rozó el ridículo. Sin que tampoco los azulones causaran muchos problemas, el apático equipo de Luis Enrique era incapaz de imprimir ritmo al juego. El mal estado del terreno o las condiciones climatológicas eran sólo un impedimento más a una pasividad desquiciante fruto de un equipo falto de ideas, perdido ante la confusión que irradia su entrenador y a la espera de una genialidad de un Leo Messi que, además de no estar fino -falló incontables controles asequibles para su nivel- le vendría bien un poco de ese carácter del que sí tiene su gran rival, Cristiano Ronaldo, en partidos como el de hoy. A pesar de todo y gracias a una mano increíble de Claudio Bravo -si la Dirección Deportiva acierta también hay que decirlo-, el Barcelona conseguía llegar empatado al descanso y con las opciones intactas de volver a Cataluña con los tres puntos.

Andrés Iniesta no fue suficiente

Superado el mal trago de la primera parte, la segunda llegó a parecerse más a un partido de fútbol con dos equipos sobre el campo. Uno, el de más entidad, trató de buscar con más criterio e intensidad la portería rival. Messi, con dos lanzamientos de falta -uno de ellos al larguero- y Xavi, intentaron poner a los azulgranas por delante ante un Getafe que se defendía como podía, concediendo lo menos posible, pero que tampoco demostraba ser un prodigio.

La entrada de Andrés Iniesta en el minuto 65 no hizo más que aumentar el protagonismo del Barcelona con el balón. Encorsetados ante la frontal del área rival, las ideas no llegaban. Balones imprecisos, centros sin remate...todos los síntomas que se presagiaban durante la temporada aparecían en el peor momento para dejar al Barça sin victoria.

A pocas semanas del parón de Navidad alguién debería analizar la situación. Una de las mejores generaciones de la historia del club parece haberse convertido en una copia barata de lo que un día consiguió ser.