El ser humano se empecina en el estado de la permanencia para sentir seguridad, pero nada, absolutamente nada es permanente y el Barcelona solo comenzará a reconstruir cuando logre liberarse de la imagen y el bello recuerdo de una obra maestra, esto no significa que se renuncie al estilo, a la posibilidad de volver a exponer un gran cuadro en el Louvre de la historia del fútbol, sino que emprenda el camino correcto para volver a ser un equipo con posibilidades reales de conseguir títulos cada temporada.

Luis Enrique: concibe el camino de la reconstrucción como una arriesgada partida de ajedrez en la que Messi es el rey y los demás piezas de rotación para la apertura, con ello ha transformado al Barcelona en un equipo imprevisible tanto para lo bueno como para lo malo.

Bravo, volar es su pasión y cuando despliega sus alas de Cóndor andino no hay resquicio para perforar su pequeño cielo.

Ter Stegen, manos y pies de fiabilidad alemana en el horizonte se adivina un titán con voluntad de hierro y digno sucesor de la grandiosa escuela germana de porteros

Alves, la 'Tarántula de Juazeiro', pasaran años para que el Barça vuelva a tener un lateral como él, en su tren inferior una Moto GP y en su pierna derecha la arena blanca de una playa brasileña

Montoya, lateral diestro intenso, rápido, ágil, potente y resistente, sería titular en cualquier equipo que no tuviera las particularidades tácticas del Barcelona.

Douglas, expediente X que tiene la complicada misión de demostrar que tiene calidad para jugar en el Barcelona.

Mathieu, el 'Alex Murphy de la Liga', poderoso y solvente defensa surgido de un programa ciborg llamado Robocop. Enfundado en la piel de central del Barça tiene que sobreponerse a la sobrexposición que ello supone.

Bartra, clase, anticipación y elegancia, si da un paso adelante el Barça puede tener en casa lo que lleva años buscando fuera.

Mascherano, nada en el mundo puede sustituir a la perseverancia y el 'Jefecito' lo ha convertido en dogma de fe. La entrega más allá de lo profesional, el fútbol para él es escudo bordado en la piel.

Piqué, el 'James Dean azulgrana', grandioso defensa que exhibe la elegancia de un Cadillac al que su alma de Porsche 550 Spyder, le puede impedir convertirse en el mejor central de la historia del Barça.

Vermaelen, el inédito, acompañado por la rémora de las lesiones solo se conocerá si es el central deseado cuando sea de veras un jugador de rendimiento inmediato.

Jordi Alba, 'el Nanomáquina', lateral de 18 mil revoluciones por minuto y piernas propulsadas por un nanomotor con una turbina de avión. Ingeniería ofensiva al servicio de la banda izquierda.

Adriano, polivalente y ofensivo defensa capaz de brillar por ambos perfiles el brasileño difícilmente defrauda. La virtud de la potencia y la energía cinética.

Busquets, el 'Bombero de Badía', en una posición tan sensible como la suya no se cansa de apagar fuegos constantemente. En la geodesia de un campo de fútbol es trazador de caminos y balanza del equipo.

Sergi Roberto, prototipo del centrocampista made in Masía, con talento, visión de juego y llegada, al que solo le falta un punto de atrevimiento para evitar que se quede en eterna promesa.

Xavi, la mesocracia del fútbol sobre sus espaldas y su cerebro descansa la conducción de una idea. Como dijo Andrés Montes, el 'Humphrey Bogart del fútbol'…¡tócala otra vez Sam!

Rakitic, catalizador de juego y centrocampista que domina la estrategia en todas las zonas del campo, el rubio de Mohlin dejará su impronta en el Camp Nou.

Pedro, de Pedrito pasó a 'Pedro I el Grande', figura sobresaliente de la dinastía de los zares del fútbol, pues hubo un tiempo en el que el canario además de trabajo aportaba goles decisivos y una forma eléctrica de romper marcajes.

Iniesta, virtuosismo callado, ha demostrado que la sencillez puede ser dinámica, inteligente y muy bella. Su carrera nos invade como tránsito de un aire que no pesa, en el rostro pálido de su inspiración reside un poeta escondido, que saca rimas del viejo baúl de un fútbol que quedó guardado en el desván en el que habitan los títeres de nuestros sueños.

Rafinha, es ante todo un pie izquierdo extremadamente notable con enorme movilidad y cinco metros de explosiva potencia. Si a ello le sumamos el gen recesivo Alcántara, estamos ante un jugador de gran clase.

Munir, puro carbono cristalizado, un diamante por pulir y tallar. Ejecuta movimientos como un delantero con diez años más y posee la naturalidad de los grandes.

Neymar, la gravedad le trata de forma distinta, corre como quien camina dos centímetros por encima del aire. Ángel de piernas traslucidas, cuando el volar es cotidiano, la vida transcurre frenética en un atrapasueños de plumas azulgranas.

Luis Suárez, el delantero de los mil apodos surgido de la ingeniería bélica de Wernher von Braun, pues su remate a gol es un V2 directo al espacio. Seda y acero, su duelo al sol con los porteros parecen surgidos de la pluma de su paisano Quiroga, Allan Poe y Baudelaire.

Messi, como dice Galeano lleva la pelota dentro del pie, y los defensas no saben dónde buscarla, Leo es el sueño de un niño llevado al fútbol profesional, el mayor conservacionista del fútbol de la calle. Un creador que va más allá de la magia, verle jugar es como viajar en una alfombra voladora sembrada de césped.