Luis Suárez partía ante la Real Sociedad como único delantero centro. Parecía el partido ideal para que el uruguayo desatara toda su verticalidad, aprovechando sus primeros minutos de la temporada en su posición natural. Acompañado por dos jugadores rápidos en las bandas como Pedro y Munir, el '9' del Barcelona tenía ante sí una gran ocasión para reivindicarse. Y nada más lejos de la realidad. Sucumbió al mismo partido mediocre que el resto de sus compañeros en la primera mitad y, ya en la segunda, no tuvo suerte en sus intentos de combinar con los ya ingresados Neymar y Messi

El técnico del Barcelona, Luis Enrique, sorprendía a propios y extraños con la alineación que sacaba ante la Real Sociedad en Anoeta. Durante la semana, se había destacado la dificultad del rival y se recordaba que el club catalán llevaba varios años sin vencer en tierras donostiarras. Sin embargo, el entrenador culé dejaba sentados en el banquillo a Messi y a Neymar, delegando toda la responsabilidad ofensiva a Luis Suárez. Además, al no jugar Messi, el uruguayo podría jugar en el centro del ataque, su posición natural. 

Era su gran oportunidad. El momento para demostrar su calidad, su verticalidad y su gran capacidad para soportar todo el peso ofensivo de su equipo. No obstante, Luis Suárez pasó completamente desapercibido a lo largo de la primera mitad. Con el balón, no supo combinar con sus compañeros de ataque, en ese momento Pedro y Munir. El delantero buscaba entonces la jugada individual, que siempre acababa frustrada por una muy poblada defensa local. 

Con la segunda mitad y la entrada de Leo Messi, la esperanza de remontar el partido volvía a todos los aficionados culés. Luis Suárez pasaba a jugar más pegado a la banda para dejar sitio al argentino, aunque partiera desde muy atrás. Ha sido entonces cuando se ha podido ver a un Suárez más combinativo, tratando de devolver las paredes que Messi proponía cerca del balcón del área. Aunque las jugadas no acababan en gol, la sensación del equipo ya era distinta y de eso también se aprovechaba Luis Suárez. La pronta entrada de Neymar acabaría por completar esta mutación y el delantero uruguayo explotaría todas sus virtudes combinatorias con sus nuevos compañeros de ataque. Ya no se volvería a ver al Suárez que trataba de finalizar en solitario y quizás ese cambio fue demasiado radical.

El 'ex' del Liverpool tendría las mejores ocasiones para empatar el partido. La primera de ellas en un mano a mano ante el guardameta argentino Rulli, que le adivinaría el intento de regate y le rebañaría el balón limpiamente con la mano. Y la segunda ocasión llegaría ya con el Barça volcado al ataque, en un centro al área que remataría potentemente de cabeza, aunque demasiado centrado, sin crearle muchos problemas al cancerbero de la Real Sociedad. Paradójicamente, cuanto más combinativo se había vuelto, Luis Suárez gozó de las ocasiones para marcar, pero no se le vio fino en la resolución.

Paradójicamente, cuanto más combinativo se había vuelto, Luis Suárez gozó de las ocasiones para marcar, pero no se le vio fino en la resolución 

Y finalmente, en su juego sin balón, el delantero uruguayo tampoco ha rayado a su nivel habitual. Si bien es cierto que sus cifras goleadoras no son una maravilla, al charrúa se le valora muy positivamente los movimientos que llevaba a cabo para arrastrar a la defensa rival, para desmarcarse o para hundir a la línea defensiva y así crear espacio para la segunda línea azulgrana. Pues bien, hoy no se ha visto nada de esto y Luis Suárez quedaba más estático que nunca. No realizaba desmarques en profundidad, no amenazaba a la defensa de la Real Sociedad y todo ello, además de perjudicarle a él individualmente, entorpecía el juego del resto del equipo, que quedaba encerrado en un espacio cada vez más angosto. 

En definitiva, el partido de Luis Suárez ante la Real Sociedad, como el del resto de sus compañeros, mejor que quede en el olvido cuanto antes.