Con la cuesta de enero superada, el ego por las nubes tras deshacerse del último gran favorito para la Copa del Rey con espectáculo incluído en el Calderón, el Barcelona se preparó para recibir el que también será su próximo rival copero: el Vilarreal. Delante tenía un equipo con dos ex azulgranas y dos jugadores enrachados, Vietto y Cheryshev. Pero nada asustaba a los de Luis Enrique. Habían logrado posponerse a una crisis profunda de principio de año y las cosass marchaban bien. Volvía la esperanza.

La primera parte empezó fuerte para los azulgranas. El dominio culé se hizo presente desde el minuto 1. Asenjo tuvo que lucirse ya en el minuto 12 de partido. Suárez remató un centro de Alves y el cancerbero visitante se vio obligarse a poner una mano prodigiosa. El monólogo azulgrana era total. Quizás faltaba precisión en la fase final de la jugada, pero los de Luis Enrique marcaban el ritmo del partido. El 'submarino amarillo' se sentía incómodo con el balón y al cuadro catalán sólo le faltaba el gol.

El gol que congeló el Camp Nou

Los de Marcelino no habían chutado ninguna vez en todo el partido a los terrenos de Claudio Bravo. En éstas y cuando el gol azulgrana ya prácticamente se masticaba, llegó el jarro de agua fría. Mario centró, Cheryshev alargó la pierna y casi de casualidad y con intencionalidad dudosa de querer rematar, puso el pie y al primer toque mandó el esférico al fondo de la malla, imposibe de parar para un Bravo al que le pilló el disparo a pierna cambiada.

Por si no fuera poco el frío antártico y el viento presente en la Ciudad Condal, encajar un gol en ese momento sentó como un jarro de agua fría. Se congeló el feudo azulgrana, nadie se lo podía creer. Tampoco los jugadores. Les costó digerir el tanto en contra y poco a poco empezaron a perder rapidez. La velocidad en la combinación se relantizó, aparecieron las dudas y parecía que el equipo necesitaba más tiempo para hacer lo que estaba haciendo hasta ese momento.

No encontraban ideas, ni espacios. Les costaba encarar, el Villarreal acababa de marcar un nuevo ritmo. Justo cuando aprecía que el Barcelona había perdido el rumbo, apareció de nuevo Neymar.

El brasilero fue pillo y cazó un rechace de Asenjo para rematar, atento, al primer toque y empatar el partido en los minutos psicológicos. Apenas faltaba un minuto para el descanso y el delantero azulgrana le dio al equipo la tranquilidad para encarar la segunda mitad desde otra óptica moral, sin caer en la precipitación ni desesperación.

Cuatro minutos que lo cambiaron todo

Poco le duró la alegria al cuadro catalán. En las primeras comparsas de la segunda mitad, Vietto volvió a poner a los 'groguets' por delante en el marcador. Un mal control de Piqué dejó la espalda azulgrana abierta. Giovanni inició una contra brillante, con una buena jugada recortó, le cedió el balón a Vietto y el argentino remató a placer.

Lejos de repetir la reacción al primer gol, los azulgranas decidieron tomar las riendas del partido. No pasaron ni dos minutos que Rafinha anotaba el segundo. Messi intentó un cabezazo que despejó Victor Ruiz, Rafinha cazó el rebote y volvió a empatar el partido. Tres minutos después y con el remate de cabeza frustrado en la cabeza, 'la pulga' anotó un golazo desde la frontal haciendo que el Camp Nou se deshiciera en ovaciones a su jugador estrella.

Foto: FC Barcelona

Cuatro minutos de total locura y que sentenciaron una reacción inapelable. En una acción a balón parado, el Villarreal anotó un gol anulado por fuera de juego y en la misma jugada pero en el area contraria, Neymar recibía una entrada sancionable de Asenjo dentro del área que el basco Vicandi Garrido no consideró penalty.

Locura desatada

El partido se convirtió en una auténtica locura. El Villarreal acorraló a ratos a los azulgranas en su propia area, y el Barcelona siguió atacando. Con el público entregado, se necesitaba calma. Calma que siempre proporcionaba un Xavi que calentaba en la banda. La pausa del de Terrassa se antojaba necesaria. Había que ordenar el partido para no sufrir más.

A pesar de que finalmente la entrada del mediocampista no se dio, Rafinha cerró un partido brillante reclamando su lugar en el equipo que le corresponde. El colegiado silbó el final del partido. Los de Luis Enrique no sentían ni el viento ni el frío, solo el valor de 3 puntos de oro que lograron de forma muy trabajada. Los catalanes estaban advertidos: El Vilareal no iban a tirar la Copa. El cruce en semifinales no sería nada fácil.

Foto: FC Barcelona

Los goles