El ganar el primer partido de una eliminatoria siempre es buena noticia y más si ese triunfo se consigue lejos de tus aficionados, de tu estadio. Al FC Barcelona no le remontan una eliminatoria desde la campaña 2004/05 cuando el Chelsea, pese a caer 2-1 en el Camp Nou, remontó la eliminatoria con un 4-2 tan vibrante como polémico.

La importancia de ganar el primer partido se ve plasmada no solo en las estadísticas, sino también en las sensaciones y es que en un alto porcentaje quien gana el primero también suele hacerlo el segundo. Pues bien, ese 1-2 del FC Barcelona al Manchester City en la ida de los octavos de final, si a los datos y estadísticas nos ceñimos, debería significar el pase de los culés a la siguiente ronda de la máxima competición europea.

Solo existen dos precendetes del cuadro culé con ese resultado en dicha competición y, casualidades, en ambas ediciones el FC Barcelona no solo superó la eliminatoria sino que también consiguió llegar a la gran final, si bien es cierto que con diferente suerte.

El 1-2, un resultado prometedor
Temporada Ronda Ida Vuelta Resutado global Clasificación
1985/86 1/16 Sparta 1-2 FCB FCB 0-1 Sparta 2-2 (FCB pasa por el valor doble de los goles fuera) Finalista (Campeón por penaltis el Steaua de Bucarest)
2005/06 1/8 Chelsea 1-2 FCB FCB 1-1 Chelsea FCB 3-2 Chelsea Campeón

La primera vez que el Barça consiguió ese resultado en un partido de ida fue en la campaña 1985/86, cuando visitó a la antigua Checoslovaquia para medirse en 1/16 de final al Sparta de Praga, equipo referencia por aquel entonces del país centroeuropeo.

El 1-2 cosechado en el Generali Arena de Praga fue suficiente para clasificar a los chicos de Terry Venables, que aquella temporada dirigía al club culé desde el banco y donde Bernd Schuster era la principal estrella. El 0-1 con el que cayó el equipo culé solo provocó el susto en la afición culé, que vio con su equipo se clasificaba por el valor doble de los goles marcados fuera de casa.

Tras eliminar al propio Sparta, al Porto y a la Juventus, el Barça se plantó en unas semifinales donde el famoso hat-trick de Pichi Alonso llevó a unos penaltis que a la postre clasificaron a los culés para la final de Sevilla donde, contra todo pronóstico, cayeron en la misma lotería fatídica, ante el Steaua de Bucarest sin anotar penalti alguno en toda la ronda.

A cuartos con Messi como actor protagonista

Más reciente y recordada fue la segunda y última vez, hasta esta temporada, donde el FC Barcelona sacó el ya mencionado resultado a domicilio en la ida de una eliminatoria de Champions. El Chelsea de Jose Mourinho, que ya había eliminado, con mucha polémica, el año anterior a los culés se topaba de nuevo en el camino. Sin embargo, el fútbol sí que fue justo con el que más propuso y los de Frank Rijkaard, comandados por un genial y joven Leo Messi apearon a los ingleses ante la desesperación del técnico portugués.

Messi fue titular ante la sorpresa de muchos en detrimento de Ludovic Giuly en Stanford Bridge, un campo que estaba en unas condiciones lamentables y, prácticamente, impractiables. El menudo extremo argentino fue ese factor diferencial que desquició tanto a los jugadores del Chelsea como a el entrenador local, que en las declaraciones posteriores acusó al canterano de hacer teatro en sus acciones.

Foto: Leo Messi siendo derribado por Terry | Daily Mail

En una de esas Asier Del Horno fue expulsado por agredir desentendiéndose del cuero a Messi, que ya había recibido otra agresión sin cuero antes por parte del lateral vasco. Pese a jugar con inferioridad numérica, el Chelsea se adelantó pero Márquez y Eto'o remontaron para que la primera gran exhibición europea de Leo Messi no quedara en el olvido.

La vuelta, con un aguerrido Chelsea, estuvo marcada por la lesión del joven crack que salió entre lágrimas del césped. Apenas media hora duró su partido y ya con él fuera del verde fue Ronaldinho quien, con un golazo, enterró definitivamente las esperanzas de un equipo, el inglés, que logró marcar pero no empatar la eliminatoria.

Tras ese pase llegaron el Benfica y el Milan, quienes no pudieron frenar a un Barça lanzado hacia su segunda Champions League. El Arsenal, en París, fue el último escollo que tuvo que superar el ya siempre recordado equipo de Frank Rijkaard.