Correr cuando el partido lo pide y mantener el balón y enfríar el juego cuando se exige. Ayer el Barça mostró una de sus mejores versiones a nivel de adaptabilidad al contexto en uno de los escenarios más complicados de Europa. Un PSG mermado por las bajas de Ibrahimovic y Verratti, menos fluído en la circulación y con menos dinamismo por delante del balón, se vio superado con fuerza por los de Luis Enrique, que miran ya a semifinales. 

Incorporaciones de Matuidi

Matuidi fue uno de los problemas más insistentes para el bloque defensivo culé y es que el centrocampista, lejos de ser el clásico pivote defensivo y recuperador, goza de una caída por fuera portentosa. Una de las máximas del equipo de Blanc era generar daño a la espalda de Montoya, que pese a incorporar con frecuencia a campo rival, mostró un rigor táctico para anticipar superior al de Dani Alves, algo más despistado en el repliegue.

Busquets estuvo también fino en la temporización en acciones de pérdida y salida del caos inmediata del PSG. Acosar los envíos de Rabiot, Cabaye Pastore y Matuidi por parte de los interiores ayudó a que el contraataque no fuera tan limpio. Maxwell también insistió en salir por su espalda pero el ex blaugrana no pisó tanta área como sí hace en Ligue 1.

El duelo Van der Wiel - Neymar

Van der Wiel volvió a mostrar que es un lateral con proyección ofensiva pero con grandes carencias defensivas. Su duelo con Neymar fue lo más desigualado de todo el encuentro. El brasileño ganó la espalda con facilidad al holandés y encaró constantemente en el 1x1 para generar movimientos por delante. El primer gol de los azulgranas llegaba precisamente tras una conducción de Messi que encontraba, con suma ligereza, a Neymar sólo encarando portería. 

El holandés, que maquilló el resultado al final ayudado por Mathieu, sufrió más de lo habitual con las constantes caídas al espacio de Suárez, lo que le hizo perder una referencia ofensiva a la que marcar. En este sentido, los de Luis Enrique supieron bien cómo amenazar el área rival. 

Talento en los últimos metros

Si bien otras tardes no ha estado tan acertado, parece que Luis Suárez ya es del todo uno de los jugadores más en forma de este equipo. El uruguayo ha hecho lo más popular para verse reconocido: marcar. Ayer, como en muchas de las grandes citas del Barça esta temporada, lo volvió a hacer y por partida doble. 

David Luiz tuvo muchos méritos. Su entrada al campo por Thiago Silva aportaba menos solidez, cintura y, sobre todo, riesgo en salida y dominio posicional defensivo para el PSG. Anticipando tarde, no protegiendo la pérdida y con incursiones equívocas, el central de carisma contrastada no tuvo la noche. Siendo un jugador de inspiración, ayer la tenía más bien baja. Delante, Suárez, que mediante dos caños y dos finalizaciones de "killer" mundial tocó fondo. 

El tridente cada vez se siente menos dependiente de Messi que ayer volvió a hacer un recital. Su capacidad para atraer rivales asombra a cualquiera. La situación da igual: los atrae por quién es y por lo que puede llegar a hacer. Suárez, gran atacador de espacio, y Neymar, su mejor socio y una delicia en el desborde en acciones de igualdad, se recrean con ello.