400 goles de Leo Messi como azulgrana. No hay mejor manera de describir la grandeza de Messi que con esta simple frase. El argentino sentenció fuera de tiempo y celebró con el “Cant del Barça” atronando en un estadio abarrotado (más de 92.000 personas).  

La “Pulga” se pegó una carrera final de 50 metros para batir a Diego Alves a la segunda. Llegó agotado al final de la carrera y falló al levantarle el balón por encima. Messi recogió el rebote para marcar a puerta vacía. Se tumbó tras la portería, exhausto, para celebrar esta cifra mágica con sus compañeros. El resto, la liturgia. Señal de la cruz y dedos al cielo. 400 veces lo hemos visto ya.

Pero el valor del partido de Messi no está en el gol, tan histórico como deslucido, sino en su influencia en el juego. El Barça sufrió de lo lindo en la primera parte ante un rival que le superó en intensidad, potencia, colocación y rapidez. Los de Nuno apretaron arriba a los centrales azulgranas y desactivaron el centro del campo culer.

El centro del campo inicial era recorrido, Messi le puso la calidad

Messi, en un ejemplo más de inteligencia y astucia táctica, bajó al centro del campo a calmar las aguas. En la recta final de la primera parte, el Barça se hizo con el control del cuero gracias a la asociación entre Messi y Xavi. El centro del campo que planteó de inicio Luis Enrique era recorrido, Messi le puso la calidad.

Rakitic entró por Adriano en la segunda mitad y el papel de Messi volvió a ser el de punta, encarando una y otra vez sin éxito a un inmenso Otamendi que le amargó la tarde a su compatriota hasta el minuto 93.

Messi modificó la tendencia del partido con un movimiento táctico inteligentísimo. El gol fue la recompensa a un partido de sacrificio, donde ejerció de líder una vez más. Pero quédense con esto: 400 goles de Leo Messi como azulgrana. No hace falta decir nada más.