Posiblemente, la noche de Champions que se vivirá el miércoles en el Camp Nou sea una de esas que pasarán a la historia. Es una de las mejores semifinales que se vivirán en años: Barça y Bayern, dos de los mejores equipos del mundo y que se encuentran a un nivel espléndido. La intensidad estará servida desde el pitido inicial del encuentro, el despliegue futbolístico que realizarán ambas zagas será exorbitante, no cabe ninguna duda de ello. En definitiva, las expectativas se incrementan por momentos.

Pero si este ya es un fuerte componente para despertar la atención de cualquier aficionado al fútbol, hay algo, que en esta ocasión casi prima más que el propio fútbol. Todos los ojos van a estar puestos sobre Pep Guardiola y su vuelta a Barcelona a su casa. El partido estará bañado por un fuerte componente emotivo, que, sin duda alguna, no puede dejar indiferente a nadie.

Guardiola regresa 3 años después. Vuelve para encontrarse con su primer amor, con ese con el que vivió todo de la manera más férvida y auténtica posible. Pisará nuevamente ese campo que amó desde cuando todavía no era ni consciente del significado de esa palabara, y por el que pasó los mejores años de su carrera. Pero a esa preciosa historia que mantuvo con el Barcelona, se añade el reencuentro con uno de sus compañeros, quien vivió dicha experiencia de una manera tan apasionada como él, quien estuvo de su mano primero como jugador y luego como técnico, y que ahora es quien viga porque el legado que dejó Pep no fuese algo en balde.

El ahora técnico del conjunto bávaro volverá a verse arropado por el calor de todos esos enamorados como él del Barcelona. Pisará ese césped sobre el que tantas alegrías ha vivido, y lo hará al lado de su querido Luis Enrique, con quien creció, aprendió y maduró bajo la atenta mirada de este club. Pero esta vez, no lucharán por conquistar triunfos comunes. Mañana, estos dos amigos, serán rivales en el banquillo.

Jugar y entrenar, pero juntos

Barcelona fue la cuna de los inicios de una relación de compañeros que fraguaría en una gran amistad. Pero no sería con el Barça, sino que sería con la Selección Española. En la Ciudad Condal como embajadora de los Juegos Olímpicos de 1992. Juntos conquistaron la medalla de oro en una final contra Polonia.

A pesar de pertenecer a equipos diferentes, sus caminos se acabaron uniendo. En el año 1996, Luis Enrique llega al Barcelona de Bobby Robson desde la capital española, proveniente del eterno rival. Durante cinco temporadas permanecieron juntos ambos jugadores, en unos años en los que consiguieron hacerse con varios títulos: dos Ligas en las temporadas 1997-1998 y 1998-1999; dos Copas del Rey en los años 1997 y 1998; una Supercopa de España en el 1996, una Recopa en 1997 y una Supercopa de Europa en el mismo año. Pero en el año 2001, el "cuatro" del Barça emprendió viaje hacia Italia, para seguir su carrera fuera del club. Lucho, por su parte, siguió vistiendo la camiseta blaugrana hasta el año 2004, cuando se retiró.

Lo que ellos no vatininaban, es que se volverían a reencontrar en el mismo lugar donde se despidieron.

En el año 2005, ambos coincidieron en las mismas aulas sacándose el título de técnico deportivo, pero su carrera como tal en el Barça sería años más tarde.

Guardiola fue presentado como entrenador del Barça B para la temporada 2007-2008. Logró el ascenso a Segunda División B, junto con jugadores como Busquets, Pedro o Thiago.

Cuando el próximo año fue designado como el entrenado del Barcelona sustituyendo a Frank Rijkaard, Luis Enrique cogió las riendas de ese recién ascendido equipo filial para continuar consagrando un equipo que. En un futuro no muy lejano, daría lugar a numerosas estrellas de este deporte.

Luis Enrique y Pep Guardiola en un entrenamiento conjunto del Barça y Barça B (Imagen:Vicens Gimenez)

Los éxitos vinieron conjuntos. Luis Enrique logró en la temporada 2009-2010 el ascenso del filial a Segunda División, algo que no ocurría desde hace once años y la mejor clasificación en toda la historia del club. Guardiola, por su parte, en su primer año como entrenador, consiguió un sextete histórico, algo nunca conseguido por ningún equipo. Y los éxitos se siguieron sucediendo. Durante los cuatro años que estuvo de entrenador, se hizo con un total de 14 títulos. Es, hasta el momento, el técnico más laureado del Barça. En los años que el equipo estuvo bajos sus órdenes, soñar estaba permitido. Se podía hacer todo lo alto que se quisiera, porque todas esas fantasías, al final, se hacían realidad.

De compañeros a adversarios

A comienzo de esta temporada llegaba Luis Enrique al banquillo del Barça, un fichaje que ya se olía desde hace mucho. La nostalgia por esos años donde se fue invencible, donde los éxitos llovieron durante años, ha seguido vigente desde la marcha de Pep.

Dicen que tiempo pasado siempre fue mejor, pues Lucho ha hecho recobrar la esperanza de que se puede volver a vivir algo como ese pasado. Ha hecho sentir que el tiempo no es algo tan intocable, que todavía hay posibilidad de rememorar una experiencia, siempre con sus matices, similar a la de la Era Pep. Los atismos de ilusión hablan por sí solos, y cada día son más fuertes.

Mañana se reencuentran ese pasado todavía tan vigente y el presente de este Barça. Dos amigos que vivieron juntos años que marcaron el porvenir de su carrera, quienes durante un lustro como jugadores y tres años como entrenadores viviendo por y para el Barcelona. Será una noche de ensueño, hecha para todo esos nostálgicos que quieren rememorar esa fortuita época, y quién sabe si para abrirse camino hacia otra quizá tan fascinante.

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