Lo sabían. Desde el momento en el que el sorteo decidió que Pep Guardiola volviera al Camp Nou. Que iba a ser el partido en mayúsculas. Dos de los mejores de Europa silenciando las calles de todo el mundo durante 90 minutos, todos los ojos puestos en un terreno de juego, en 22 jugadores. La expectación era máxima y la emoción difícil de controlar.

Foto: Squawka

La vuelta del creador del mejor equipo de la historia creaba morbo y curiosidad. ¿Cómo saldría el de Santpedor en la que fue su casa durante tanto tiempo? La propuesta no dejó a nadie indiferente. 5-2-3. Tres centrales, dos carrileros, dos pivotes y tres delanteros. El escenario era inmejorable. Más de 95.000 aficionados se reunieron para apoyar a su equipo en la prueba más complicada de la temporada. El mensaje era claro: estaban preparados.

Cuestión de puntería

Nicola Rizzoli silbó el inicio del partido y el Camp Nou empezó a rugir. Los primeros minutos fueron de tanteo, de descifrar bávaros y catalanes las intenciones del rival. Los visitantes salieron sin tener muy claro qué les había pedido su técnico y los locales con cierto escepticismo. Los azulgranas vieron en la novedad en la defensa alemana la posibilidad de hacerle daño al espacio. Y tiraron por este aspecto.

El inicio fue trepidante, nadie se sentía cómodo sobre el verde y eso dio pie a varias imprecisiones. Pasaron las minutos y el Barcelona tuvo las primeras ocasiones, principlamente de las botas de Suárez. Pero Neuer no es fácil de batir. Paradas al puro estilo del balonmano. Guardiola vio que su equipo estaba desorientado y decidió volver a la defensa de cuatro.

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La intensidad no podía ser mayor. Por todo. Por lo que significaba llegar a la final de Berlín, por lo que significaba batir a uno de los mejores equipos de Europa. Era el duelo de, posiblemente, los dos mejores conjuntos del globo terráqueo. No podían estar más concentrados, más motivados. Y Messi lo sabía. Por supuesto que lo sabía. De sus botas salió la misma magia de siempre. Inspirado desde el minuto uno, dribló a tres y cuatro jugadores en más de una ocasión con un solo toque. Tenía hambre, y parecía que hiciera un año que no se alimentaba.

Además, Ter Stegen facilitaba las cosas. El Barça superaba la linea de presión del Bayern y era gracias a sus pies. Con las botas era capaz de colocarla donde quisieran de un balonazo. Con el cambio zaguero alemán hubo menos espacios, y el Barça empezó a esperar al Bayern, que se empezó a encontrar cómodo en la posesión, pero recibía mucho más daño del que hacía con el balón.

Los de Luis Enrique fueron los mejores con diferencia en la primera parte. Dominaron y perdonaron por culpa de la puntería. Pudieron sentenciar la eliminatoria en 45 minutos, pero la suerte decidió que no fuera así. Perdonaron, y todo parecía que el momento azulgrana ya había pasado. Ya saben lo que ocurre cuando se perdona en el fútbol, y los aficionados combinaban estados de satisfacción y precaución. El Barça era desbordante cuando encontraba los espacios a la espalda de los centrales. Faltaba por ver si también los encontraría en el segundo acto.

El talento no se puede controlar

El Barça sufrió los minutos iniciales de la reanudación tras el descanso. Sufría sin tener el balón. Las posesiones le duraban poco fruto de la impaciencia. Cuando tenían el cuero quería ser vertical con conducciones estériles. Le hacía falta precisamente lo que estaba haciendo su rival: llegar en área contraria a través del toque. Le faltaba lucidez atacando en estático.

Pasaban los minutos y todo apuntaba a que incluso los aficionados culés empezaban a firmar un empate a 0. A menos de un cuarto de hora de partido el marcador no señlaba ningún gol. "0-0, dos bocas abiertas, dos bostezos", que diría Galeano. Entonces llegó, el que siempre llegaba. El elegido. Leo Messi. Corría el minuto 77, Alves recuperó un balón, lo cedió a Messi que remató con la mejor zurda del mundo un chut inapelable que hizo que el Camp Nou rompiera en euforia.

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No habían pasado ni tres minutos, el feudo culé seguía celebrándolo cuando llegó el segundo. También del mismo autor. Encaró solo a Boateng, fintó y recortó, provocando una cómica caída del central, que se quedó sentado en el verde, con la cadera rota y superó en el uno contra uno a Neuer, el mejor portero del mundo. Las dos dianas del astro argentino dejaron completamente grogui al Bayern. Barcelona era una fiesta, todos sabían que la eliminatoria estaba encarrilada y otro gol, era un KO total al cuadro bavarés. Y llegó. Messi dejó solo a Neymar, que se plantó en carrera delante del cancerbero muniqués y mató la eliminatoria. Messi quiso volver a dar la razón a uno de sus creadores. Guardiola tenía razón, el talento verdadero no se puede controlar.

Los goles

Las puntuaciones de VAVEL

FC Barcelona (3) Bayern de Múnich (0)
Ter Stegen 8 Neuer 8
Alves 8 Rafinha 5
Piqué 7 Boateng 4
Mascherano (89') 7 Benatia 5
Alba 7 Bernat 4
Busquets 7 Lahm 6
Rakitic (82') 8 Schweinsteiger 4
Iniesta (87') 7 Alonso 7
Suárez 8 Thiago 7
Neymar 8 Müller 5
Messi 9 Lewandowski 6
Suplentes
Xavi (82') 7 Gotze 7
Rafinha (87') S.P.
Bartra ('89) S.P.