"Donde las dan, las toman", o eso dice el refrán. Tras la remontada histórica del Barcelona ante el AC Milán, en semifinales debían medirse a un todopoderoso Bayern de Múnich. Los azulgranas llegaban a tierras bavaresas con confianza de volver a reinar en Europa, pero todo se torció en una amarga Diada de Sant Jordi.

La decadencia

La derrota por 4-0 fue una de las humillaciones más dolorosas del Barcelona en mucho tiempo. Ese equipo que acostumbró a la afición a ganar y volver a hacerlo, a reponerse tras los baches y retomar el pulso, se dejó el alma en Múnich.

El Bayern hunde a un Barcelona sin fútbol

Los hombres de Jupp Heynckes arrollaron a un Barcelona desdibujado y sin ambición, un equipo que llegó al trance final de temporada arrastrándose como pudo. Una de las claves fue la superioridad física con la que los alemanes se comieron a los futbolistas del entonces entrenador Tito Vilanova.

Ni estrategia ni saber estar. Al equipo de la Ciudad Condal le faltaron muchas cosas para intentar hacer un digno papel pero, lo primordial, fue la falta de fútbol. Sin ir más lejos, los azulgranas no dispararon entre los tres palos en ningún momento del partido. Lejos del área quedaban los delanteros mientras que atrás, el agua les llegaba al cuello y las jugadas a balón parado les acababan de hundir.

Sin reacción

Los jugadores de ambos equipos saltaron al césped bavarés con máximo respeto y a sabiendas que la eliminatoria no iba a ser un simple trámite. Había mucho en juego y los dos querían plantarse en Wembley para disputar la final.

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Un Barcelona que controlaba la posesión vio como al paso del tiempo y debido a la alta y dura presión de los locales, sus líneas recularon hasta que fueron los jugadores del Bayern quienes tomaron cartas en el asunto.

Numerosas pérdidas de balón en la zona de creación azulgrana cedieron muchos córners a los hombres de Heycknes y, a la quinta, llegó el primero. Tras un posible penal de Piqué no señalado, Müller abría la lata con un cabezazo prácticamente imparable para Valdés. El primer tanto no cambió demasiado la situación. El Barcelona seguía con el dominio del balón pero sin crear ningún peligro y con Messi cada vez más lejos de su zona habitual.

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Tras retirarse al descanso perdiendo por la mínima y con aún esperanzas de salvar los muebles, las acciones arbitrales tomaron partido y brillaron por su mala gestión. En el 48' y en la salida de un córner, Mario Gómez subía el segundo al marcador en claro fuera de juego. Nueva jarra de agua fría para el Barcelona, que se alejaba de su sueño.

Bartra, luchador en nombre del equipo

Si hay una cosa que los futbolistas no permiten es herir su orgullo. Tras el segundo, Bartra se sumó al ataque intentando hacer entrar en las redes de Neuer una pelota muerta. No pudo ser y cuando parecía que los azulgranas retomaban aire, Roben subió el tercero. Müller bloqueaba claramente a Jordi Alba, pero los árbitros decidieron no verlo.

El central azulgrana volvió a intentarlo a la media vuelta, pero no pudo ser. No entraba ningún balón en la portería alemana, pero sí en la de Valdés. En el 81', Müller volvía a encontrar puntería y anotaba el último de la noche. Una 'vendetta' alemana que se confirmaría 8 días después en el Camp Nou (0-3). Aunque la remontada parecía imposible, la afición creía en un equipo que había hecho realidad numerosas utopías. Finalmente, un nuevo desastre dejó a Tito Vilanova sin final.

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