Si hay una regla inamovible en este deporte, y que lleva vigente desde sus inicios, es que jamás hay nada decidido. Ya lo dijo Luis Enrique, Bartomeu y todos los jugadores que han hablado con los medios desde el partido de la semana pasada: todavía no hay nada sentenciado.
Y es que además, no se está hablando de un equipo cualquiera, se habla de uno de los gigantes europeos, de esos que hacen que siempre que haya que enfrentarse a ellos tiemble hasta la última y más minúscula parte del cuerpo. Dar por sucumbido al Bayern antes de tiempo puede suponer una tumba del Barça.
No hay que trasladarse muy atrás en el tiempo para comprobar que eso de la épica está bastante ligado al equipo bávaro. Este año, en Champions, el Allianz Arena ha sido testigo de grandes exhibiciones futbolísticas por parte de su equipo. Por ello, si hay quién duda de lo que es capaz de hacer el equipo alemán bajo la atenta mirada de su templo, que se lo pregunten al Shakhtar o a nuestro vecino el Oporto.
Idas desastrosas, vueltas formidables
La primera víctima de este brabucón Bayern fue el equipo de Donetsk. Cuando aterrizaron en Múnich para disputar la vuelta de los octavos de final, ni se hacían a la idea de la que les iba a caer encima.
Lo de los de Guardiola esa noche para firmar su pase a cuartos fue un mero trámite desde comienzo del partido. El central del conjunto ucraniano, Kucher, fue expulsado a los tres minutos escasos del pitido inicial del encuentro. Desde ese momento, el Bayern cogió las riendas e hizo lo que le dio la gana con los ucranianos.
Hasta siete goles hicieron los de Múnich ese día. Müller anotó desde los once metros el primero y después, en el 32, Boateng haría el segundo. En los 45 minutos restantes, el Bayern se cebaría con el Shakhtar. En el 49 Ribéry, 3 minutos después, Müller haría doblete. Badstuber sellaría una manita en el 63, pero Lewandowski y Götze también decidieron unirse a la fiesta en el 75 y 87 respectivamente.
Las críticas que habían girado entorno al Bayern respecto a su partido en Ucranía, fueron encerradas bajo llave por los propios jugadores esa noche en Alemania.
Los de Lopetegui también tuvieron que sufrir los suyo. Consiguieron vencer en Do Dragao 3-1 en la ida de los cuartos. Una victoria bastante importante a pesar de que el Bayern contaba con gran número de suplentes. Pero con esos tres goles a favor, se viajaría la próxima semana a Múnich con una ventaja importante, con la cabeza bastante alta y con la posibilidad de lograr colarse en unas semifinales de la Liga de Campeones venciendo al temible Bayern. Pero la ilusión se esfumó antes de lo previsto. Demasiado castigo fue el que sufrió Lopetegui de su ex compañero de equipo Guardiola.
Thiago Alcántara, que ya había marcado en el partido de la ida, fue quien abrió la lata ene l minuto 14. Boateng le sucedió 8 minutos más tarde y Lewandowski hizo el tercero en el 27, cuando todavía había alguno que otro celebrando el gol del jugador de origen ghanés. Müller, como no podía ser de otra forma, también quiso unirse al festín y batió a Fabiano en el 36. Lewandowski, entrado ya el minuto 40, quiso ponerle la guinda a una majestuosa primera parte con su segundo gol. En la segunda parte del encuentro, Jackson Martinez metió el gol del honor en el 73, lo que volvía a abrir la esperanza a la eliminatoria. Pero en el 88, Xabi Alonso se encargó de sentenciar el encuentro con un gol de falta.
Un Barça bien encaminado
Pese a que estos resultados puede implantar el miedo en el cuerpo dentro de cualquier culé, el Barça, a primeras, lo tiene un poco más sencillo que estos dos equipos.
Porque sí, todos los indicios hacen creer que el Barça disputará esa final el seis de junio en Berlín. Es difícil creer que a día de hoy un equipo pueda meterle 4 goles a este Barça, que sólo ha recibido 31 goles en contra en todas las competiciones. Y todavía es casi más difícil creer que los de Luis Enrique, con la mejor delantera del mundo, no puedan hacer ni siquiera un gol cuando entre Messi, Suarez y Neymar ya suman 112 goles y 164 contando al resto de jugadores.
Porque estos tres fulminan a cualquier rival sin mostrar un ápice de compasión. Porque a pesar de tener la misma defensa, esa que tanto se criticó, ahora parece que es una reconstruida, ya que no hay ni un rastro de lo que fue. Porque además, ahora también se dominan las contras, y por si fuera poco, marcar goles a balón parado entran dentro del nuevo currículum del Barça. Por todo ello, es normal que la confianza en este equipo se mantenga firme. Por eso, los aficionados, ya huelen el dulce aroma de la capital alemana. Ya ven, no muy a lo lejos Berlín.