La final más repetida en los últimos años de la Copa del Rey vive un nuevo capítulo. Barcelona y Athletic son los dos equipos con más copas nacionales, aunque los rojiblancos no saborean el triunfo desde la década de los 80, con Maradona en las filas blaugranas. Dos finales más recientes, ambas en la era Guardiola, se saldaron con triunfos blaugranas. 4-1 en 2009 en Mestalla y 3-1 en el Vicente Calderón en 2012. En total, 5 de 7 finales ganadas por los culés al equipo vasco.

Sed de revancha aparte, la motivación de ambos será máxima. Unos por continuar con la racha victoriosa antes de llegar a Berlín. Aterrizar en la capital alemana con un trofeo en cada brazo sería la mejor noticia para la confianza del plantel. Sin embargo, aún más motivación deberían sentir los pupilos de Ernesto Valverde. Ninguno de ellos ha podido ver una engalonada gabarra transcurrir por aguas vascas con una Copa que celebrar. Una final en el Athletic no es tan corriente como en el bando blaugrana. La excitación, en su justa medida pues demasiada sería contraproducente, debería notarse más en los leones.

Por qué hablar de emociones y sentimientos en un espacio más reservado a la táctica. Por la sencilla razón de que en una final, los valores psicológicos influyen más que en un encuentro sin tanta trascendencia. Los estados de ánimo son más frágiles y corruptibles, la angustia si el resultado es negativo es mayor, al igual que abrir el marcador supone un impulso que suele ser importante. Como dirían algunos, "las finales no se juegan, se ganan".

Técnicos con librillos similares

De manera afortunada, ni Valverde ni Luis Enrique piensan de acorde a esa frase. Ambos entienden el fútbol de manera similar, interpretando que hay que jugar y dominar para ganar. Sus equipos buscan ser dominadores; verticales pero siempre con una pizca de horizontalidad. Ernesto y Luis son números primos. Quizás esta temporada, con la venta de Ander Herrera, a Valverde le costó mucho tiempo encontrar al sustituto ideal y la calidad del juego fue menor que en años anteriores. Ya con Beñat Etxebarria con un papel relevante en las anteriores semanas, las sensaciones son mejores.

La baja de Óscar De Marcos repercutirá notablemente

No obstante, no se puede considerar al ex-bético un fijo para el duelo porque las cartas de Valverde no están muy claras. Las únicas verdades son pocas. Por un lado, las bajas confirmadas de Muniain (lesionado de larga duración) y Óscar De Marcos (sancionado por acumulación de tarjetas). La de éste último, asentado en el lateral derecho, obligará a una de estas tres opciones: retrasar a Iraola a la posición de lateral; dar minutos al otro lateral de la plantilla, Unai Bustinza (136 minutos esta temporada); o incluso cambiar el sistema recordando la visita al Olímpico de Turín en la Europa League donde jugó con línea de tres centrales y carrileros (3-5-2). De cualquiera manera, el Athletic pierde a su Dani Alves particular.

Por el otro lado, se pueden contar con un máximo de seis titulares fijos. Iago Herrerín será el portero como ha ocurrido durante toda la competición, Laporte será uno de los centrales, Balenziaga repetirá en el lateral izquierdo, Iraola actuará en la banda derecha (ya sea de lateral o de extremo), Iñaki Williams aportará su velocidad desde la banda izquierda y Aduriz (5 goles en la Copa) será el ariete.

Athletic Club - FC Barcelona - Football tactics and formations

Así pues, de Etxeita (velocidad), Gurpegi (experiencia) y San José (altura y mejor salida) saldrá el acompañante del internacional francés en defensa. El lateral derecho, como ya hemos dicho será cosa de Bustinza o Iraola. El que jugará su último partido con la casaca rojiblanca viene siendo el extremo derecho y puede que Valverde, como en el Vicente Calderón, prefiera hacer jugar a Bustinza y no cambiar más piezas. En el centro del campo, como decíamos, Beñat (organización) pugnará con Mikel Rico (despliegue), Iturraspe (colocación) y el propio San José por los puestos del doble pivote. En la mediapunta, podría atreverse con el joven Aketxe aunque también podrían tener su hueco los mencionados anteriormente Rico y Beñat.

Todo ello si no cambia el sistema y juega como ante el Torino allá por el mes de febrero. Entonces, Williams acompañaría a Aduriz en la delantera, Balenziaga e Iraola ocuparían los carriles; y Etxeita y Gurpegi podrían aguantar mejor el centro de la defensa junto a Laporte. Blindaría la defensa, pero obligaría a mucho despliegue de sus hombres de centro del campo al estar en inferiordad numérica con el ingreso de Messi a esa zona. No obstante, esta opción sería igual de asombrosa de ver que si Luis Enrique no alineara su once más repetido.

La excepcional solución del 3-5-2

Al gusto de Luis Enrique

Todo lo contrario ocurre cuando pensamos en la alineación de Luis Enrique. La única duda, sabiendo que Luis Suárez está recuperado en su totalidad, se presenta en la pareja de Gerard Piqué en el centro de la zaga. Como siempre, el tema de la altura toma relevancia cuando enfrente hay un delantero que va bien por arriba. Y en este aspecto, Aritz Aduriz es una fuera de serie. Por esta razón, la presencia de Mathieu antes que la de Mascherano sería más entendible. El resto, siempre con ter Stegen en la portería y salvo sobresaltos, será el once de gala.

Tratando de prever el desarrollo de la película, es fácil imaginar a un Athletic Club valiente en la presión y veloz en sus decisiones con el esférico en su poder. Igual que el Barcelona, vaya. Los dos enfrentamientos de esta temporada han dejado partidos dinámicos, movidos en las áreas y con un ritmo que llega a cansar al espectador de imaginar lo que deben de estar corriendo los protagonistas. Quizás el Barcelona actual sea capaz de sumar mayor control que cuando jugaron en septiembre y febrero, pues el vértigo es menor en esta última fase de campaña, pero no dejará de ser un envite con múltiples ocasiones. El espectáculo de la final de Copa tendrá un capítulo especial en la noche barcelonesa.