"Recuerda mi nombre: Leo Messi", así se anunciaba el delantero argentino hace poco más de una década en un spot publicitario que, con el paso del tiempo, cogió a través de su mensaje una relevancia que pocos alcanzan.

El menudo argentino se dio a conocer mundialmente en la edición del trofeo Joan Gamper que se celebró en 2005. Por aquella época, al Barcelona lo lideraba un descomunal y Balón de Oro Ronaldinho, que meses después llevaría a la gloria de París a los suyos con la segunda Champions de la historia del club. Leo ya había debutado en partido oficial el curso anterior, e incluso anotó un tanto que sentenció definitivamente, el campeonato liguero que alzó el equipo de Rijkaard, y alternaba sus actuaciones entre el primer equipo y el filial. Su trayectoria parecía destinada a una cesión, ya que no tenía hueco con el elenco de estrellas que se presenciaba en el templo culé por aquellos tiempos.

Cuando se decidía el equipo al que iría el pequeño y habilidoso extremo, apareció la Juventus, el equipo por excelencia de Italia, para disputar el torneo veraniego que sirve, como cada año, para presentar a los suyos la plantilla de la temporada que comienza. Thuram, Zambrotta, Del Piero, Cannavaro, Vieira, Buffon o Trezeguet eran solo algunos de los jugadores, todos de primer nivel, que se presentaron aquella noche en el Camp Nou. Campeón de la Serie A contra el campeón de la Liga. Uno de los mejores choques para la mayor explosión futbolística de la historia. Recuerden su nombre, Leo Messi.

Casi nadie recuerda que el Barcelona perdió esa edición del Gamper ante el conjunto que por aquel entonces dirigía Fabio Capello. Fue en los penaltis, tras empatar a dos en los 90 minutos reglamentarios. La 'Vecchia Signora' solo marcó de penalti, tanto en el partido como en la fatídica tanda. Por los blaugranas fueron Iniesta, tras una maravillosa asistencia de Leo Messi y Gio quienes remontaron el tanto inicial de Del Piero, 'alma máter' de la Juventus por excelencia. El resultado dio igual, nunca un marcador reflejó tan poco lo que se vio en el verde. Un joven, que por aquel entonces tenía 18 años recién cumplidos, dejó boquiabiertos a propios y extraños con una muestra de habilidad, rapidez, inteligencia y hambre solo al alcance de quienes ven la gloria y son capaces de alcanzarla. 

Él, rápido y habilidoso como pocos en la historia, saltó al verde del templo barcelonista para empezar, o continuar lo que ocurrió ante elAlbacete el curso anterior, la leyenda. Leo Messi, él, ¿quién sino?, el único capaz de conseguir cuatro veces el Balón de Oro y de forma consecutiva, explotó ante todo un campeón italiano y con la mirada atónita de un Fabio Capello que pidió su cesión al Frank Rijkaard durante el choque, como comentaba el técnico italiano a Mundo Deportivo. 

Ni las lesiones, ni los problemas burocráticos, nada frenaría la carrera de Messi hacia el Olimpo, hacia la leyenda del indomable, hacia la historia de todo un Cid azulgrana. Donde solo tienen huecos unos pocos elegidos, Messi entró por la derecha, con rapidez y descaro, desde el Gamper hacia la historia, desde el Camp Nou hacia la eternidad futbolística.

Ahora, diez años después de aquel Gamper, Messi es considerado uno de los reyes de este deporte, sino el Rey de Reyes. Campeón de todo con el club que un día le dio la oportunidad de hacerse valer y que todo el mundo recordara su nombre, como él mismo pedía en aquel famoso anuncio publicitario. El mundo recordará su nombre, así como su historia, la leyenda del indomable argentino, aquella que nació el 24 de agosto de 2005, cuando apenas tenía 18 años. El resto, lo que vino a continuación de aquella exhibición, es historia del fútbol, historia del deporte.

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